“Hoy es el egoísmo torpe maestro
a quien rendimos culto de varios modos:
si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro.
¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!
En la propia miseria los ojos fijos,
buscamos las riquezas que nos convienen
y todo lo arrostramos por nuestros hijos.
¿Es que los demás padres hijos no tienen?” [...]

La clase en el poder nos ha hecho creer que la felicidad puede lograrse de manera individual, que es suficiente esforzarnos y se logrará la satisfacción espiritual y física. En busca de esa falsa felicidad, algunas personas caen en las adicciones, roban o matan para ganar dinero, pensando que eso las hará sentirse mejor, y al final siguen sintiendo un vacío mayor al que sentían antes de iniciarse en alguna de estas actividades.

Dice Viri Ríos, en su libro titulado No es Normal que “tenemos un abismo entre los sueños, deseos y valores del mexicano promedio y la forma cotidiana en la que vivimos”. Pero eso no sucede porque los mexicanos seamos flojos, borrachos o tontos, como nos han hecho creer, es porque no nos dan oportunidades para mejorar, no nos permiten por lo menos, satisfacer nuestras necesidades básicas. Los gobiernos de todos los colores se han despreocupado de quienes los elijen, creen que la paciencia del pueblo es infinita.

La educación en las escuelas, desde temprana edad, debiera, además de brindar conocimientos académicos, permitir al alumno practicar deporte y cultura, enseñarlo a convivir, a respetarse, a discutir; todo con la finalidad de que conozca las ventajas del trabajo colectivo y de ayudarse mutuamente, permitiendo así algunos momentos de felicidad para todos.

La verdadera felicidad, consiste en mejorar cada día, aprender algo nuevo, leer un buen libro que te permita tener mayores conocimientos y luego usarlos apropiadamente en beneficio propio y de los demás, no para sentirnos más que los demás sino, para ser humildes y comprender que quienes no saben leer y escribir o por su trabajo tan extenuante no tienen tiempo de estudiar, pero quienes sí lo tenemos, debemos explicarles pacientemente, como dijo Lenin.

Los rusos están poniendo el ejemplo a los pueblos del mundo, siguen y seguirán de pie, a pesar de las presiones, ataques y linchamientos mediáticos que han hecho, el gobierno estadounidense y sus aliados, no permitiendo que se difunda su cultura rusa y últimamente, a los tenistas les negaron su participación en el torneo de Wimbledon. Un pueblo consciente, culto, conocedor de que merece un mejor destino, como Rusia, con el desarrollo académico, cultural, militar y deportivo que tienen, es capaz de lograr sus propósitos en su beneficio y en beneficio del mundo entero.

La felicidad se consigue solidarizándose con los demás, ayudándolos a comprender lo que hemos comprendido, les recomiendo el libro, La Madre, de Máximo Gorki, en el que Natasha, uno de los personajes, dice que lee un libro “para entender por qué la gente vive tan mal”. En la misma novela, Pavel le dice a su madre “¡Reflexiona, qué vida es la nuestra! Tú tienes cuarenta años y, dime, ¡has vivido de veras?”.

Termino estas líneas, invitando a reflexionar, seamos nobles, ayudemos a los demás en lo que podamos, reconozcamos el esfuerzo de millones de mexicanos por sobrevivir, tomemos conciencia de que solo unidos y organizados lograremos la verdadera felicidad, esa que será para todos los mexicanos. 

Construyamos una nueva patria, es imposible vivir en la que tenemos. Trabajemos todos por el bien de todos, como dijera el héroe nacional cubano, José Martí. 

“Por eso cuando al mundo, triste, contemplo,
yo me afano y me impongo ruda tarea
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo
aunque pobre y humilde parezca y sea.
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales” […]

(Fragmentos del poema "Sembrando", de Marcos Rafael Blanco Belmonte).

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