La riqueza de los diez ultrarricos en México equivale a la riqueza de 334 millones de personas, dos veces y media la población de México. El hombre más rico de México, según el índice de multimillonarios de Bloomberg, Carlos Slim Helú, concentra una riqueza inimaginable para muchos.
Al principio del sexenio de López Obrador, su fortuna ascendía a 51 mil 800 millones de dólares, para finales de esa administración, su fortuna creció estrepitosamente a 107 mil millones de dólares. Cifras que ni siquiera alcanzamos a dimensionar.
Las campañas electorales recientes y los candidatos triunfadores prometen ser la panacea, pero la realidad es otra: se gobierna en nombre del pueblo, pero no se resuelven los problemas esenciales de las clases populares.
A pesar de atravesar una pandemia, los intereses de los ultrarricos no fueron afectados, sino, por el contrario, tuvieron un crecimiento exponencial. ¿La clase trabajadora experimentó un crecimiento similar en sus ahorros? De ninguna manera, lo único que creció fueron sus deudas.
Para que nos quede claro quiénes son los verdaderamente ricos en este mundo y en este país, haremos unos ejercicios para dimensionar correctamente la magnitud de la riqueza de Carlos Slim.
Primero, si se propusiera gastar toda su fortuna, necesitaría 293 años, gastando un millón de dólares al día, es decir, 20 millones de pesos, lo que equivaldría a desembolsar 833 mil 333 pesos por hora, así como lo escucha, por hora.
Segundo, su fortuna equivale a mil toneladas de billetes de cien dólares. Tercero y último, si apiláramos un billete sobre otro de 100 dólares cada uno, el dinero de este señor alcanzaría para ocupar el espacio de dos hoteles RIU de Guadalajara. Tengan en cuenta que el edificio mide 215 metros de altura. Hasta aquí los ejercicios.
La fortuna, si así podemos llamarla, de la clase trabajadora ni siquiera alcanzaría para llenar un block de cemento para construcción.
Personas como Slim concentran la mayor parte de la riqueza del país, así se explica que, siendo México un país tan rico, pues ocupa el lugar 12 en cuanto a poderío económico de una lista de 192 países, el 73 % de su población tiene carencias de todo tipo.

La referencia a la riqueza de una persona no es una cuestión moral, su fortuna no depende y tampoco se genera a partir de cuestiones individuales, todo es producto de un engranaje de precisión que cimenta la causa real de tan escandalosa riqueza.
El causante de esa ofensiva acumulación de riqueza es el neoliberalismo, que sólo es una forma peculiar del modo de producción capitalista, en donde se preconiza que la mejor forma de alcanzar el bienestar humano es liberar el movimiento del capital y del trabajo al libre juego de las fuerzas del mercado para que sea la “mano invisible” de éste la que maximice los resultados.
Es al neoliberalismo al que debemos agradecer la injusta distribución de la riqueza que azota al mundo entero, este modelo ha sido muy eficaz para producir riqueza, pero incapaz de repartirla. En esta forma del capitalismo, el papel del Estado está limitado a ser el creador y el guardián del marco institucional adecuado para la realización de estas prácticas.
La situación de desigualdad social de México se debe al modo de producción capitalista que, como se mencionó, es el causante de que, por un lado, se necesiten más de dos vidas para acabarse toda una fortuna gastando diariamente una fortuna y, por el otro, la clase trabajadora que apenas tiene lo básico para poder sobrevivir.

La realidad nos acompaña todos los días: ¿comemos lo que necesitamos nosotros y nuestros hijos? ¿Vestimos con la calidad indispensable de las prendas? En ambos casos, la cruda respuesta es que no, que comemos y vestimos como podemos.
La situación de la clase trabajadora, que representa el 73 % de la población nacional, es de pobreza. Las campañas electorales recientes y los candidatos triunfadores prometen ser la panacea para todos los problemas que enfrentará el pueblo de México, pero la realidad es otra: se gobierna en nombre del pueblo, pero no se resuelven los problemas esenciales de las clases populares.
La clase trabajadora solamente podrá liberarse de los males que la aquejan cuando tome el poder político y construya una sociedad mucho más justa y equitativa.
El Movimiento Antorchista Nacional ha comprendido, desde hace más de 50 años, esta situación y se ha propuesto cambiarla, cambiar el modo de producción capitalista en México y construir un modo nuevo, uno que garantice la dignidad de todos los mexicanos, donde todos tengamos pan y vestido digno.
Debemos recordar y tener siempre presente que sólo hay dos clases, la clase rica y la que representamos la inmensa mayoría de mexicanos, la clase trabajadora, y que debemos reconocernos con los que son iguales a nosotros para revertir tan lacerante situación.
Organizarnos como un solo hombre y como un solo ideal, luchar de manera constante para ir mejorando poco a poco nuestras condiciones de vida y seguir luchando hasta construir una sociedad distinta, más justa para todos, esa es la tarea de los antorchistas.
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