Estamos viviendo una situación sin precedentes en el mundo entero detonada por la covid-19, por lo que México no es la excepción. La epidemia ha desnudado, entre muchas otras cosas, el sistema de educación pública del país, dejando al descubierto que no cuenta con la infraestructura adecuada para brindar educación a distancia a millones de alumnos de educación básica y media superior, deja al descubierto la terrible desigualdad social, la poca o nula enseñanza de habilidades y conocimientos para hacer uso educativo de las tecnologías. Así, pues, covid-19 expone la realidad de la Secretaria de Educación Pública (SEP) y el descuido gubernamental para su funcionamiento.
Después de que se anunciara la suspensión de clases presenciales y la entrada de la educación en línea como medida de prevención y de continuación al ciclo escolar, la pandemia nos encuentra con apenas el 67 por ciento de la población mexicana con acceso a Internet, de acuerdo con el informe Hoostsuite y WeAreSocial 2020. Enfrentamos la pandemia sin computadoras ni dinero para recargas a teléfonos celulares, pues el 92.7 por ciento de quienes acceden a internet, lo hacen mediante Smartphone, mientras que el 32.6 por ciento (la tercera parte de la población) lo hace por laptop, el 32 por ciento por computadoras de escritorio y el 17.8 por ciento por tabletas. Sin embargo el 89 por ciento de los que usan Smartphone para conectarse a internet lo hace mediante uso de datos móviles, lo que representa un promedio de gasto mensual de 340 pesos. Para sumarle a ello, la mayor parte de los usuarios de Internet se concentra en zonas urbanas (73 por ciento) y en las rurales son menos de la mitad (40.6 por ciento), según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH).
La pandemia nos encuentra en un México que ha invertido poco en la infraestructura de las escuelas públicas, en un país donde se culpa de la situación actual a los gobiernos anteriores, donde se le destina tan sólo el 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación; mismo que se reparte entre el apoyo a los "ninis", "Jóvenes Construyendo el Futuro" (programa que no queda claro a quién realmente beneficia), Becas de Educación Media Superior "Benito Juárez", reconstrucción, educación superior y la UNAM. Se evidencia que, para el gobierno en turno, no es prioridad la educación.
Muy a pesar de conocer estos datos, el titular de la SEP, Esteban Moctezuma Barragán, cuando anunció que el pasado 20 de abril se retomaban las clases pero ahora a través del Canal Once Niñas y Niños 11.2 y las plataformas digitales como Google for Educaction, no se percató que el Canal Once TV sólo llega al 27 por ciento de los hogares de la República Mexicana. Un verdadero homicidio lo que se está haciendo con el sistema educativo, ya que el 72 por ciento de los niños y adolescentes no está accediendo a estas clases.
El virus muestra claramente la brecha entre ricos y pobres; aquellos que cuentan con laptop con internet o Smartphone con datos móviles para realizar los trabajos solicitados en clases y los que simplemente están condenados a no pasar el semestre por vivir en condiciones no tan favorables. Y por si esto no fuera poco, la pandemia también deja ver la insensibilidad y apatía del Gobierno Federal que, en lugar de proponer iniciativas que ayuden al fortalecimiento de la SEP para poder abarcar a un mayor número de estudiantes o el incremento del presupuesto para la creación de infraestructura educativa, el Lic. Andrés Manuel López Obrador propone iniciativas que pretenden tener el poder absoluto para decidir sobre el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF).
Cuál sería entonces el panorama si se le hubiera destinado más recurso a la educación, si la exorbitante riqueza producida en México estuviera destinada para el bienestar común y no solo de unos cuantos; habría más médicos, enfermeras, científicos; hubiera pueblos bien comunicados y alimentados. No estuviéramos en la situación en la que nos encontramos. Pero mientras el pueblo no se decida a organizarse para lograr una vida más digna, más humana, más justa, sin permitir que los de siempre abusen del poder para someter al pueblo a su voluntad, no podrá lograrse. Es justo y necesario que el pueblo vea las bondades de su trabajo, de lo que genera día con día con su esfuerzo, nadie puede negárselo.
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