La educación debe ser un derecho y una obligación para todos los jóvenes que estén en edad de educarse. Además, está constituido en el artículo 3º de la Constitución Mexicana, que establece que debe ser laica y gratuita.
Sin embargo, la realidad que viven cientos de escuelas en México, y en especial las de Tamaulipas, dista mucho de cumplir con lo establecido.
Solo con una educación de calidad podremos preparar a las nuevas generaciones para que se conviertan en líderes capaces de impulsar el desarrollo del país, mejorar la situación económica de sus familias y contribuir a una sociedad más justa y equitativa.
Los padres de familia enfrentan situaciones difíciles una vez que los estudiantes regresan a las aulas. El costo de los útiles escolares sobrepasa su poder adquisitivo, afectando su economía con un gasto extra para que sus hijos puedan estudiar, sin importar el nivel educativo en el que se encuentren.
En otros casos, los padres deben decidir si el joven continuará sus estudios o se incorporará a la fuerza laboral que permea en nuestro país.
Las cifras son alarmantes, sobre todo en el nivel de bachillerato, donde es más complicado que todos los jóvenes puedan tener acceso a la educación "gratuita".
Esto se debe a que enfrentan una suma considerable de dinero para poder continuar su preparación. En realidad, la educación no es del todo gratuita como lo establece la Constitución Mexicana.
La situación es crítica porque nuestro país se queda estancado por la falta de jóvenes preparados que puedan ofrecer todo su potencial al país.
Las oportunidades, además, son muy escasas, casi nulas. Aunque la realidad nacional demanda nuevos conocimientos y habilidades que se pongan al servicio de la comunidad, los jóvenes carecen de preparación, ya que muchos apenas logran concluir el bachillerato, si es que lo logran.
La tarea sigue pendiente: preparar a los jóvenes para que, en su momento, sean ellos quienes impulsen el avance y desarrollo de nuestro país, con inventos innovadores, nuevas aplicaciones en la ciencia y una actitud de servicio que mejore no solo la situación económica de sus familias, sino la de las familias en general. Eso es lo que hace falta y mucha falta.
Sólo con educación estaremos creando el verdadero futuro que tanta falta hace a nuestro estado. Esa es la inmensa tarea que tenemos como formadores y educadores de las nuevas generaciones.
A nivel global, la educación es considerada un factor de producción que permite atacar de raíz muchos de los problemas de una nación y actúa como un instrumento regulador de las desigualdades sociales, gracias a los conocimientos adquiridos y aplicados a la realidad.
La educación es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de las personas y sociedades. Además de proveer conocimientos, enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos: es necesaria en todos los sentidos.
Además de haber sido siempre importante para el desarrollo, ha adquirido mayor relevancia en el mundo actual, que vive profundas transformaciones, impulsadas en parte por el vertiginoso avance de la ciencia y sus aplicaciones, así como por el no menos acelerado desarrollo de los medios y tecnologías de la información.
Es tarea de todos organizarnos: padres de familia, maestros, estado y sociedad, para brindar las condiciones necesarias que formen profesionistas capaces de transformar este país en una patria más justa, equitativa y soberana.
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