MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La difícil labor de hacer arte contracorriente

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“más tengo ya las manos tan silvestres que en vano

saldrían las palabras perfectas de mi mano…”

Pellicer

El próximo domingo 19 de febrero será transmitida, en punto de las 8 de la noche, la “Muestra Nacional de Declamación Infantil” por la página oficial de Facebook del Movimiento Antorchista Nacional, compendio de un esfuerzo colectivo en el que se involucraron concursantes de las 32 entidades federativas, mismos que se evaluaron en distintas competencias hasta alcanzar la representación de su estado y su regional, división territorial que hace nuestra organización de su trabajo político.

Desde su nacimiento hace 48 años, el Movimiento Antorchista ha promovido el arte. No como una pose, no como un negocio, no como un estilo de vida, sino como una herramienta de profunda transformación y sensibilización del individuo. Y sin afanes pretenciosos, podemos afirmar orgullosamente que esa labor ha alcanzado magnitudes titánicas, pues hemos logrado sembrar en hombres y mujeres de todas las edades, desde pequeños infantes hasta la tercera edad, una semilla que ha florecido con el tiempo y la constancia, y que ha transformado, para bien, a muchas generaciones de mexicanos, a pesar de no tener, para lograrlo, más que dos armas a la mano: la voluntad y la convicción de estar haciendo lo correcto.

El arte que practicamos y difundimos en todos los rincones del país a los que hemos podido llegar, no es un arte comercial y no cuenta con recurso gubernamental ni de la inversión privada. Por increíble que suene, el arte promovido por esta gran organización ha sido autofinanciado, en mayor o menor medida, con actividades que realizan los mismos practicantes, ante la evidente falta de apoyo de los distintos niveles de gobierno, a quienes constantemente se les hacen peticiones que topan una vez y otra también con la insensibilidad y negligencia de quienes manejan el recurso público.

Sin embargo, la falta de apoyo no ha sido un obstáculo para nuestro trabajo. Hemos hecho arte en las escuelas con los jóvenes estudiantes, en el campo con los campesinos, en las colonias con amas de casa y la clase trabajadora, en las fábricas con los obreros, en la calle con transportistas, en parques, en casas de cultura y, donde ha sido posible, en grandes y vistosos auditorios que también han sido producto del trabajo y la gestión de nuestro Movimiento. Danza, baile, música, teatro, pintura, y entre ellas, la poesía, son las disciplinas en las que hemos logrado involucrar a hombres y mujeres de todas las edades. Y sí, tenemos pruebas de ello.

Pero como mucho se puede decir sin demostrar, y corremos el riesgo de ser tildados de mentirosos, hemos organizado distintos foros en los cuales poner al escrutinio público la ardua labor que realizamos entre los distintos sectores de la sociedad. En tiempos sin pandemia, podemos citar las conocidas Espartaqueadas culturales que se realizan en Tecomatlán, Puebla o el Concurso Nacional de Teatro que realizamos anualmente en famoso teatro La Paz en San Luis Potosí, o el Concurso Nacional de Música en el teatro Gota de plata en Pachuca, Hidalgo, entre los más importantes.

Desafortunadamente, la pandemia ha impedido que podamos hacer concentraciones en las que el pueblo pueda disfrutar del arte que nace de su seno, y ahora tenemos que conformarnos con los nuevos foros virtuales que han cobrado mayor relevancia con el confinamiento social y que tampoco son desdeñables. Así que, en nuestro empeño por hacer arte contracorriente y a pesar de todo, aquí estamos, recordándole al país entero que han limitado nuestros foros, pero no nuestro empeño por seguir educando y sensibilizando a los sectores más humildes de nuestro país.

La Muestra Nacional de Declamación Infantil es el botón de muestra de nuestra labor. Niños declamando a los poetas más reconocidos de nuestro continente como Alfonso Reyes, Pablo Neruda, Rubén Darío, hasta bates de allende los mares como Marcos Rafael Blanco Belmonte o Rabindranath Tagore, en sensibles y estremecedoras interpretaciones que no pueden pasar desapercibidas a los ojos de todos los mexicanos.

La poesía es, entre las artes, la más difícil de entender. No sólo por la complejidad de sus estructuras o las reglas que le ciñen la cintura, sino por las abstracciones y el lenguaje figurado con que se adorna. Quizá por ello muchos prefieran dejarla dormir en los estantes como a princesa encantada. Y cuando una nueva generación de niños decide, despertarla con el beso de sus interpretaciones, resulta tan conmovedor, que lo único que lamento es, como Carlos Pellicer, que “no salgan las palabras perfectas de mi mano” para describir el futuro luminoso que anuncian con su participación, con la difícil tarea de hacer arte contracorriente, a pesar de la pandemia, a pesar de la falta de apoyo, a pesar de todo.

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