Las comunidades indígenas se han caracterizado por aparentar una democracia en la elección de sus autoridades, ya sean Jefes de Tenencia, Representantes de bienes comunales o consejos comunales, como se han autodenominado en los últimos años; sin embargo la población no tiene la conciencia y claridad suficientes para saber si realmente se está eligiendo a las personas indicadas para que los represente como el término lo indica: el poder del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.
Se ha dejado a una gran parte de la población sin participación debido a que no hay información suficiente, o porque no se les ha tomado en cuenta al momento que cumplen la edad para votar, no se les ha arropado para ser miembros activos de una comunidad; estamos pues lejos de que exista una verdadera participación democrática. Por lo general siempre hay grupos de poder que representan a determinado partido político o corriente política, como es el caso de la región purépecha.
Si analizamos cómo se da la democracia de los municipios hacia las comunidades indígenas se ve más claramente la división de clases sociales, se siente más marcada la discriminación hacia estos pueblos por su ignorancia, su color, su vestuario y su lengua; no se les da participación en las decisiones de obras y necesidades de las comunidades, a pesar de que muchas de ellas no cuentan con lo más elemental como el agua potable, luz eléctrica, calles pavimentadas, vivienda, salud, deporte, cultura o alternativas de trabajo; los presidentes municipales se olvidan de que el pueblo los eligió y por tanto se olvidan de resolver juntos la problemática social. No se les informan los presupuestos que llegan a los municipios, y mucho menos se le dice cuanto le toca a cada una de las comunidades, no se le explica que el presupuesto que le llega al municipio son recursos de nuestros impuestos y que tenemos derechos, que ese dinero se regrese en obras para los pueblos, solo se le dan migajas cuando alguna comunidad empieza a protestar para que se calme y no sea mal ejemplo para las demás.
Para los gobiernos estatal y federal prácticamente no existimos, estamos olvidados, no somos parte de esa elite, somos gente extraña en nuestro propio territorio, la participación nuestra es nula, sin derechos de ningún tipo. La democracia está muerta para los pueblos indígenas en este nivel; por ejemplo si queremos vender nuestras artesanía, no nos dan permiso en la calles o en las plazas, nos extorsionan los policías mandados por los funcionarios, nos amenazan y muchas veces nos meten a la cárcel por exigir nuestro derecho. Nuestros hijos no pueden estudiar en las ciudades porque todo es muy caro y con eso nos limitan el acceso al conocimiento, no hay apoyo del gobierno, no hay democracia para nosotros.
La cultura es un privilegio de las clases adineradas y para los pueblos indígenas no hay. ¿Cuál democracia entonces para los pueblos indígenas? En este sistema capitalista, neoliberal, no existe democracia para los indígenas, para las clases pobres, para los desamparados, no nos hagamos ilusiones.
Nuestra sociedad es una sociedad dividida en dos clase sociales, lo que mandan y lo que obedecen, los que tiene el dinero y los que viven en la pobreza, los que tiene todo y los que no tienen nada, los que deciden que gobierno tener y los que están para obedecer, los multimillonarios que cada día se hacen más ricos y los desamparados que cada día incrementan su número y se hace más grande la reserva laboral. En esta sociedad solo para unos hay libertad, igualdad y democracia que son los ricos de esta nación, mientras que para el obrero son solo palabras huecas que en la realidad no ayudan para nada a los problemas que este padece.
Por eso tenemos que luchar por un país donde la democracia sea para las mayorías, no para un grupo privilegiado, y solo se puede obtener si logramos que la gente se organice y se decida a la acción para cambiar la realidad, pues como en todo el mundo, en nuestro México hay gente que está dispuesta a luchar por tener un país soberano, igualitario y democrático.
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