Resulta inevitable hablar de la grosera y visceral acitud del Presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, Andrés Manuel López Obrador, de no invitar al Poder Judicial que encabeza la Magistrada Presidenta, Norma Piña, a los eventos del Grito de independencia, celebrados los días 15 y 16 del mes que corre, revelando con ello, la prolongación de su guerra declarada contra este Poder por negarse a ser comparsa y a permitir la imposición jueces y magistrados a modo, como los necesita el presidente, para que le ayuden a ganar elecciones.
“No tenemos buenas relaciones con el Poder Judicial porque se han dedicado a actuar en contra de la transformación”, dijo. Sin dar prueba alguna más que su dicho, sentenció: “Son representantes de la oligarquía, de la minoría corrupta, rapaz, son representantes de la delincuencia de cuello blanco y en algunos casos de la otra delincuencia” declaró en Palacio Nacional en su mañanera del 13 de septiembre. Y remató: “hace falta una reforma en el Poder Judicial. “Ya no me dio tiempo, habría que hacerlo si el pueblo lo decide, cuando entre el nuevo Congreso para que sea el pueblo el que rescate al poder Judicial, que el pueblo elija a los jueces, magistrados y ministros, para que entonces sí sea Suprema Corte de Justicia y haya un auténtico Estado de Derecho”.
Nada más alejado de la realidad; el Presidente sigue mintiendo, pues cuando él quiere tomar decisiones de tipo económico, supuestamente a favor de México, se reúne y consulta a sus amigos, los hombres más ricos e influyentes de México, a quienes la revista FORBES incluye en la lista de los mexicanos más acaudalados, cuyas fortunas compiten con multimillonarios extranjeros, cómo Carlos Slim, del grupo Carso, German Larrea del grupo, México o Alejandro Bailléres. ¿Es esta la minoría corrupta y rapaz a la que se refiere Obrador? O cuando acusa al Poder Judicial de estar podrido, resentido porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó sus reformas electorales por ilegales, contenidas en el “plan B” por incurrir en violaciones graves al debido proceso legislativo, dejando al descubierto irregularidades, su ignorancia de los procedimientos jurídicos y legislativos, y la imposición de morena y sus aliados.
La guerra de López Obrador al Poder Judicial está declarada, y prepara el terreno para colocar ministros de corte morenista, como Arturo Saldívar, para no tener ningún contrapeso. Es la continuación de las mentadas de madre a los ministros no afines a AMLO que se “oponen a su Tranformación”.
Afortunadamente el asunto llegó al pleno de la Corte donde diez ministros votaron eligiéndo a la Ministra Norma Lucía Piña Hernández, en una votación cerrada de 6 votos contra 5, como presidenta de la Corte, perdiendo Alfredo Gutiérrez Mena. AMLO no logró colocar a su candidata Yasmín Esquivel por la acusación de plagio de su tesis que pesa sobre su persona. La ruptura fue total y abrir fuego contra la Corte la consigna.
De esta manera, el presidente no quiere contrapeso político, ningún grillete que ate las ambiciones de poder del grupo que sostiene a Amlo, todos los días en las” mañaneras” los ataques directos contra la ministra presidenta por su declaraciones y sentencias, y lo más grotesco y ruin, sostener con “su pueblo” un mitin en la entrada del edificio de la Corte para mentarle “la madre” a los ministros no afines a AMLO y que se “oponen a su Transformación”.
Es demasiado peligroso que como presidente, López Obrador encabece los actos intimidatorios dirigidos al poder Judicial, pues pueden desencadenar en atentados que pongan en riesgo la vida de los integrantes del poder Judicial y se justifiquen por ser “muy corruptos“. Los mexicanos estaríamos en la total indefensión del poder gubernamental. ¿Se adelantó AMLO a curarse en salud, al asistir a Chile para recordar la muerte del presidente Allende en manos de la dictadura de Pinochet? ¿De qué lado esta pues, AMLO, de la justicia o del abuso?
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