El gobierno municipal de El Fuerte que encabezó hasta el 31 de diciembre de 2016 Vinicio Galaviz Serrano, "dejó la víbora chillando" porque a 15 poblados les suspendieron el servicio de agua (no podemos añadirle el calificativo de potable), incluída la cabecera municipal, debido a que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cortó la corriente eléctrica a los sistemas de bombeo que abastecían el líquido. Ante las reacciones de protesta, que incluyeron tomas de la carretera Los Mochis-El Fuerte en distintos tramos, se reactivaron algunos de los sistemas de bombeo, utilizando generadores eléctricos y se otorgó un muy insuficiente suministro de agua en pipas a las comunidades afectadas.
Ante la opinión pública, el problema se ha presentado como causado por la falta de dinero por parte de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de El Fuerte (JAPAF) para pagarle a la CFE, y esta carencia, a su vez, debida a que los usuarios no pagan.
Pero el problema no es tan sencillo, ni la morosidad de los usuarios su causa principal. Una de las causas es que los sucesivos gobiernos municipales han dejado caer los sistemas de potabilización existentes, por falta de inversión en su mantenimiento, hasta que han quedado inservibles. El resultado es que desde hace años el agua que llega a los hogares fortenses es agua turbia, no potabilizada, bombeada casi (y algunos lugares sin el casi) directamente del río Fuerte o de los canales derivados del mismo.
La otra causa es la política aplicada por el gobierno federal y obsecuentemente aceptada por los gobiernos estatal y municipal, de no extraer más agua del río para el consumo humano. Por eso, de diez o doce años para acá, la construcción de nuevos sistemas de agua para las comunidades se han programado y ejecutado, dotándolos de pozos profundos como fuentes de abastecimiento, a sabiendas (porque no creemos que lo ignoren, después de que la experiencia se ha repetido una y otra vez) de que el agua saldrá con altos niveles de sales minerales. El río Fuerte es la fuente de agua dulce más rica de Sinaloa y una de las más ricas del país, a cuyas riberas se asentaron y desarrollaron los pueblos indígenas ancestros de los actuales mayo-yoremes, que ya no tienen derecho a un centímetro cúbico más de su riqueza, pues ésta ya se repartió para darle vida a la agricultura y a la industria. ¿Y la prioridad para el consumo humano? Esa, obviamente, no cuenta.
El cáncer está generalizado. Para dar una idea de lo que sucede, habrá que decir que de las treinta y dos comunidades donde tiene presencia el Movimiento Antorchista, sólo en cuatro funcionan bien sus sistemas de agua potable, porque son nuevos; a veinte les llega el agua turbia y ocho son abastecidas de agua salobre. De once comunidades que se ubican cerca de las que son atendidas por Antorcha y cuya situación conocemos, debido a esa misma cercanía, las once padecen uno u otro de estos males. Y el mismo panorama se repite en todo el municipio.
Por eso a nadie extrañe el creciente número de morosos. La morosidad es la resistencia pasiva de quienes han sido privados del agua potable y no se resolverá mientras no se brinde un buen servicio. Por eso el problema ha estallado y los remedios que se aplican resultan muy caros y precarios. Todo apunta a que la crisis cada vez será más grave.
Que quede claro, nosotros no promovemos la morosidad. Es más, de las quince comunidades a cuyos sistemas se les cortó la electricidad por falta de pago, sólo en dos hay grupos antorchistas y en ninguna de estas dos tenemos injerencia en la administración. Si sostenemos que la morosidad es un problema derivado y no la causa del mal funcionamiento y la crisis de los sistemas de agua potable, es porque así está la realidad. Y habrá que añadir que la morosidad no sólo es síntoma de rebeldía pasiva, sino que también se debe a que, a falta de agua de buena calidad, la gente gasta mucho, sobre todo en la temporada de calor, que es la más larga del año aquí en Sinaloa, comprando garrafones de agua a las purificadoras privadas, para beber y para cocinar sus alimentos.
Los antorchistas planteamos ya, desde el primer día del gobierno de la nueva presidenta municipal, la licenciada Nubia Ramos Carbajal, la problemática de las comunidades que representamos: veinte que reciben agua turbia y ocho con pozos salados. Le pedimos que retomara los proyectos de obra elaborados por la anterior administración de la JAPAF, cuya ejecución resolverá la situación de la mayor parte de nuestros representados, y que de la otra parte, que son nuevas peticiones, rápidamente se haga el diagnóstico de su estado y se proyecten las medidas y obras necesarias. No nos gustó la respuesta de la comisión de regidores y funcionarios a quienes la presidenta encargó atendernos, en el sentido de que se irían dando las soluciones poco a poco, conforme a los recursos.
Ciertamente, si a los recursos del municipio se subordina la solución, ésta, por fuerza, tendrá que ser muy gradual y siempre se quedará por debajo del crecimiento del problema. Lo que nosotros vemos necesario es que el gobierno municipal de El Fuerte, exija la intervención y apoyo con recursos suficientes de parte de los gobiernos estatal y federal, que hagan posible dar la solución completa y pronta que se requiere, tanto para los poblados representados por Antorcha, como para los demás que padecen la misma situación.
No se está pidiendo un lujo, se está pidiendo lo indispensable para vivir. Si para obras suntuarias, que benefician directamente sólo a unos cuantos, el gobierno federal y estatal han invertido centenares de millones de pesos ¿por qué no han de invertir para que más de cien mil fortenses, cuya población joven y adulta realiza en los campos agrícolas uno de los trabajos más productivos del país, disfruten por lo menos de buena agua?
La culpa principal de los usuarios en este problema no ha sido, ni es, la morosidad, sino el conformismo, el aguantar durante tantos años el pésimo servicio que se les ha dado y el haber permitido los abusos de los sucesivos gobiernos municipales. Ese conformismo es lo que nos tiene en la situación actual. Ahora, con motivo de los cortes masivos que se hicieron, muchos salieron de su conformismo y protestaron con mucho coraje. Los antorchistas invitamos a que esto no sea llamarada de petate, sino que sostengamos la continua exigencia al gobierno municipal para que haga lo que le corresponde hacer, hasta lograr que todos tengamos agua suficiente y de buena calidad, respaldándolo, claro, en todas las acciones que en este sentido emprenda.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario