Sabemos que la lucha de clases existe y se da de manera constante, aunque casi nadie hable de ella, pero está viva, sigue en pie y no ha terminado porque son dos polos opuestos que caminan paralelamente y seguirán así mientras los trabajadores no caminen y luchen en torno a un solo objetivo y proyecto.
Esta lucha no terminará, mientras el proletariado no acepte participar más en la vida política de su país y no se ponga, además, a la altura de las circunstancias actuales. Esta lucha no termina tampoco con falsos discursos y gritos como "muera el clasismo", como lo hizo, en septiembre pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador durante la ceremonia del grito de independencia.
La lucha de clases no desaparecerá de manera natural como tampoco surgió de manera natural, ni por decreto presidencial, ni por más que se desgañite el presidente decretando su muerte a gritos. La lucha de clases empezará a expirar cuando el proletariado, los trabajadores en general, hayan decidido empezar a extirpar este mal de la misma sociedad; pero esto es precisamente lo que hace falta, despertar al gigante adormecido y adormecido con tantas promesas, discursos y dádivas que el mismo gobierno y los patrones le entregan a cambio de su silencio y sumisión.
Los trabajadores no pueden seguir cometiendo el mismo error de siempre, es momento de despertarlo, de agitarlo para que empiece a caminar y haga valer su propio poder, no puede seguir dormido, no debe seguir permitiendo que tanto los sindicatos como patrones lo sigan controlando para que no proteste ni defienda sus intereses de clase social, el proletariado tiene que volverse un rebelde con causa, armarse de un conocimiento científico porque solo por esta vía despertará y tendrá la claridad suficiente del papel vital que le toca jugar en esta lucha de clases; pero para esto hace falta que lo ayudemos a tener claridad, que sepa que su papel revolucionario consiste en ponerse a la cabeza de todos los trabajadores y fomentar su rebeldía para empezar a terminar con esta lucha de clases que tanto daño le hace a la humanidad.
Para ello, tiene que tomar conciencia de la importancia de su papel y del reto que tiene enfrente, no debe seguir durmiendo, tiene que despertar, porque en sus manos está también la libertad y el rompimiento de las cadenas que lo atan al capital y al poder del estado.
Por lo pronto, el Movimiento Antorchista Nacional está haciendo un intento por ayudar a este gigante para que despierte, para que empiece a imponer respeto y el poder de su fuerza política ante el poder del capital y de esta manera lograr que el modelo capitalista se debilite y sucumba ante la magnanimidad del poder proletario y pueda dar paso a un nuevo sistema de producción donde los trabajadores sean los directamente responsables de la misma, de esta nueva forma de producir los bienes materiales para toda la sociedad y aplicar al mismo tiempo una verdadera justicia social.
El Movimiento Antorchista, repito, está trabajando en este sentido y sigue invitando a todos los trabajadores para que se decidan a dar un viraje en la historia de México y transformemos en victoria lo que hoy padecemos todos los mexicanos, como es la violencia, los secuestros, la delincuencia organizada, la crisis económica, y para colmo todavía, el hoy presidente nos ha demostrado que no sabe cómo contrarrestar los embates que padecemos ante los males sociales ya mencionados.
Hace falta, por tanto, otra forma de hacer política, de gobernar y de una verdadera justicia social, algo que López Obrador prometió, pero que no cumplió, y porque, además, los cambios sociales no los va a hacer un solo personaje, los cambios los hacen los pueblos organizados y con claridad política, algo vital, pero de esto es de lo que carecen todos los morenistas. A despertar pues al gigante dormido para que juntos vayamos por nuestra verdadera libertad y justicia social.
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