MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La 4T no está acabando con la pobreza, en todo caso, será con los pobres

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No es lo mismo y hay una gran diferencia entre ambos conceptos, pues uno hace referencia a que dejaría de ser pobre la gente porque tuviera mejor nivel de vida, que les permitiera salir de la pobreza; el otro, a que, físicamente, vayan desapareciendo los pobres por hambre, enfermedad o violencia, de manera que se reduzca su número, o, cuando menos, ya no aumente.

Es importante saberlo ahora que se ha desatado una campaña mediática por parte del gobierno, propagandizando que los datos indican que se está disminuyendo la pobreza, pues estos datos son falsos, como informa el analista económico Julio Boltvinik, del Colegio de México, pues los parámetros actuales de medición del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) no se apegan a los establecidos, dice, para medir correctamente los índices de pobreza, como es la multidimensionalidad de la misma, por ejemplo.

En el capítulo sobre las clases sociales, de su libro los Conceptos elementales del materialismo histórico, Martha Harnecker señala que éstas, son el resultado directo de la existencia de la estructura social, reflejada en los individuos concretos, es decir, el ser social en el ser individual; y que las clases, por tanto, tienen una existencia objetiva. Podemos decir que en esencia las clases sociales se caracterizan por el papel que le toca desempeñar a cada individuo en la sociedad y que son fácilmente identificables.

A partir de la relación que guarda cada quién con respecto a los medios de producción, o sea, si el individuo de que se trate es poseedor o desposeído de las condiciones materiales para producir; si en el proceso de producción el individuo es trabajador directo, trabajador indirecto o no trabajador (aunque sea agente de la producción); y de la forma en que recibe su parte de riqueza social: como salario (valor equivalente a la suma de valores de los medios de vida que necesita el obrero para producir y para reproducirse como fuerza de trabajo), o como ganancia, cuya médula, la plusvalía, es el valor producido por el obrero no retribuido a este, que medida en tiempo de trabajo productivo, es el tiempo excedente de la jornada de trabajo que queda después del tiempo en que el obrero, con su trabajo, ha producido un valor equivalente a la suma de valores de sus medios de vida, o sea, repuesto su salario.

Esa redistribución de la riqueza no se logra dando pequeñas dádivas sociales, en especie o en dinero, de a uno por uno o por familia; y menos selectivamente como le hace la 4T (34 por ciento de hogares según Coneval) que además, dice Boltvinik, los grandes montos van a parar a manos de los adultos mayores de los sectores más ricos

El Modo de Producción, Ser Social, o Estructura Económica de la sociedad, distintos nombres que designan una misma realidad, actualmente está fincado, precisamente, en esa verdad de que el capitalismo no es más que la acumulación de plusvalía, o riqueza, en una cuantas manos; lo cual es posible porque los medios de producción están en posesión de esas mismas y, por tanto, todo mundo trabaja para esos poseedores, o sea para los dueños del capital, para que estos sigan acrecentándolo; de donde se sigue que, es estrictamente necesaria una redistribución más equitativa y justa de la riqueza social, para evitar la súper concentración de plusvalía porque ésta conduce, inevitablemente, a que la mayoría se quede sin nada, lo que paralizaría a la sociedad.

Pero resulta que, esa redistribución de la riqueza no se logra dando pequeñas dádivas sociales, en especie o en dinero, de a uno por uno o por familia; y menos selectivamente como le hace la 4T (34 por ciento de hogares según Coneval) que además, dice Boltvinik, los grandes montos van a parar a manos de los adultos mayores de los sectores más ricos; sino creando empleo para todos con salarios verdaderamente remuneradores; redistribuyendo el gasto social de manera que resuelva las demandas urgentes y fundamentales del pueblo, que ya dijo un científico social no lo constituyen todas las clases, sino únicamente las laborantes y desposeídas; y, cosa muy importante, con una política fiscal progresiva con la que paguen más impuestos los que más tienen.

Pero esto, ni por la mente les pasa a los que dicen, de dientes para afuera, que “primero los pobres”, porque en realidad no les interesa acabar con la pobreza, sino seguir conservando el poder gracias al voto de los pobres.

Por lo que se alcanza a ver, esos señores razonan como Malthus, economista que sostenía, por ejemplo, que la guerra era un mal necesario porque controlaba el crecimiento “geométrico” de la sociedad acabando con los pobres, y de esa manera los bienes producidos volvían a alcanzar para todos. Quizá por eso en la pandemia en vez de medidas sanitarias y vacunas oportunas, se prefirió la inmunidad de rebaño esperando que murieran “los que se tenían que morir” que, como siempre, eran los pobres sin recursos económicos para los tratamientos.

Esto debe sopesar el pueblo en las próximas y en todas las elecciones; a modo de desengañarse de la inútil espera de que un día llegue “el bueno”, porque el bueno es él, y podrá llegar un día no muy lejano a condición de que se organice y aprenda, se concientice, politice y haga más fuerte su organización, hasta que pueda en este círculo virtuoso por sí mismo, con su número y clara conciencia de clase, llegar, por sus propios medios, al poder político del país y desde ahí hacer los cambios estructurales que, esos sí, acaben con la pobreza, no para poner unos arriba de otros, sino para una justa y equitativa distribución de la renta nacional que producimos entre todos. El chiste es acabar con la pobreza, no con los pobres.

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