MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La 4T muestra insensibilidad con la niñez mexicana

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Los diversos medios masivos de comunicación nos han sorprendido con la noticia de que estamos viviendo la tercera ola de covid-19, con más aceleración en el contagio y mucho más peligrosa que las pasadas, pues, los síntomas son confusos y en algunos casos imperceptibles. 

De acuerdo con el último reporte de la Secretaría de Salud del 21 de julio, se han registrado 92,738 casos activos estimados y México acumula 2 millones 693 mil 495 contagios confirmados y 237 mil 207 defunciones por la covid-19. Ocupamos el cuarto lugar a nivel mundial en cuanto al número de muertos, después de Estados Unidos, Brasil y la India.(spanish.xinhuanet.com)

A pesar de que en reiteradas ocasiones se ha dicho desde palacio nacional, que la pandemia “ha sido domada”, nunca hemos dejado de ocupar los primeros lugares de fallecidos a causa del virus. Es preocupante que, a lo largo de la pandemia, no hemos visto que se tomen medidas serias para combatir el virus; recordemos que también somos de los países con más muertes de personal hospitalario (médicos, enfermeras, camilleros, etc.), que han faltado espacios en los hospitales para brindar la atención necesaria, que han llegado con retraso las vacunas, que el suministro de las vacunas aun es lento respecto a los contagios, y que muchas medidas ya se han relajado, etc. 

Al principio de la pandemia, el Movimiento Antorchista Nacional dio a conocer por todos los medios que nos fueron posibles, la solicitud generalizada y urgente, de proveer a los ciudadanos más necesitados de un apoyo universal, un apoyo alimentario, y también de un apoyo económico por pandemia. Solicitud que fue tomada sin la importancia que merece. Hoy, las cifras y las consecuencias de la pandemia nos dicen que el problema se ha agravado. 

Hace unos días leí una nota que me dejó bastante consternada. De acuerdo con el estudio titulado “Estimaciones mínimas mundiales de niños afectados por Orfandad asociada a la Covid-19 y muertes de cuidadores”, reveló que, en México, 33 mil 342 infantes perdieron a su padre, 97 mil 951 a su madre y 32 a ambos. Me angustió mucho pensar, cuál será la suerte de esos pequeños, pues, es bien sabido y padecido por muchos, que cada vez, es más complicado encontrar quién cuide de los hijos, porque, por lo general, quien cumple ese papel en ocasiones son los abuelitos; pero, si los abuelos aun no son muy mayores, aún están laborando, y si son muy mayores, seguramente están enfermos. Y ya no hablemos de los tíos, padrinos etc., porque, muy seguramente también tienen sus problemas para el cuidado de sus propios hijos. 

Pero, mi angustia creció aún más, al encontrar otra nota que decía: “Los efectos del Covid-19 en la economía provocan también una pandemia de desnutrición que está a punto de afectar a más de un tercio de la población mundial, de hecho, hasta 3,000 millones de personas en el mundo […] graves repercusiones en términos de salud, especialmente en mujeres y niños de países de ingresos bajos y medios. En efecto, los investigadores calcularon que para 2022, habrá 168,000 muertes más entre niños (hasta 283,000 niños en el escenario más pesimista) debido a la desnutrición por el daño económico que ha causado la pandemia”.

Esto me parece sumamente grave, pues, si antes de la pandemia ya existían miles de niños mexicanos con este padecimiento, ahora, con la pandemia, era de esperarse que se agravaría. Es un problema mayor, porque la desnutrición no manifiesta síntomas tan evidentes, se requiere de mucha atención, y, además, no se presenta inmediatamente. La ingesta de alimentos necesarios cada vez más se torna en un lujo.  

Por citar un ejemplo, desde hace tres semanas que una conocida mía, que es madre de tres hijos y está divorciada, tuvo que ingresar a laborar debido a que la pensión que recibe para sus hijos no le es suficiente. Al no tener alternativa, buscó un empleo de tarde-noche, para poder atender a los niños por las mañanas. Ahora sacrifica sus horas de dormir, pero no solo eso, también la alimentación de los menores y de ella misma, pues, generalmente cenan solo leche y galletas, y su desayuno es igual. Y de la comida ni hablar, cuando hay más dinero, comen tacos de carne, y cuando no (que es la mayoría de las veces), huevo con algún acompañante, es el común en la mesa. 

Es evidente, el problema no se atendió y ahora ha crecido. Los últimos datos revelan que los niños, adolescentes y jóvenes están contagiándose de covid-19. Hasta el día 6 de julio pasado, las autoridades sanitarias del país informaron que en México habían fallecido 109 niños por complicaciones relacionadas a covid-19, y que había 6 mil 212 casos confirmados de contagios. Del total de menores de edad contagiados, 1,741 eran niños de 0 a 5 años; 1,559 de entre 6 y 11 años, y 2 mil 912 entre 12 y 17 años. A pesar de ello, no se ha hablado de un plan de vacunación para este sector de la población, y a pesar de ello también, sigue en pie la propuesta del gobierno federal de regresar a las clases presenciales.

¡Pero, cuanta insensibilidad gubernamental evidencian estos datos! Nuestros niños, el futuro de México, quienes más nos necesitan, están siendo ignorados totalmente en las políticas públicas, no hay un plan para atender a esos niños que perdieron a sus padres, ni para combatir la desnutrición infantil. Ahora, que no están los padres de esos niños, ¿quién los cuidará, quien los defenderá y protegerá del mundo hostil que los aguarda? Son ellos los que reciben de golpe todos los daños colaterales de un sistema capitalista ambicioso, que se evidencia más en concreto con la insensibilidad gubernamental. 

Por todos los niños y niñas de México, es que debemos organizarnos para combatir este y otros males, que terminarán sin duda con la vida de los más vulnerables. Si los niños son el futuro de México, y estos son sus padecimientos, entonces, ¿qué futuro le espera a nuestra nación?

Luchar por la niñez, es luchar por un nuevo proyecto de país. Hagámoslo ahora que aún estamos a tiempo de poner remedio. Exijamos mejores condiciones para las familias, lo que significa más empleo, mejores salarios, calidad en el servicio de salud y de la educación. El camino ya está definido para los pobres: ¡Antorcha es lucha!

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