MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Julián Assange, la libertad y los derechos humanos

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En los días que corren, el gobierno de Inglaterra aprobó la extradición a los Estados Unidos (EE. UU.), del australiano de 50 años, Julián Paul Assange, activista de Internet que se hizo famoso, en 2010, porque ingresó a los archivos de la NASA y El Pentágono (Sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos) e hizo públicos miles de documentos que evidenciaron los abusos del gobierno de esa nación en las guerras de invasión a Irak y Afganistán, mismas que llevaron a cabo con el pretexto montado sobre mentiras deliberadas y difundidas a nivel mundial sobre supuestas armas de destrucción masiva y agresiones terroristas que nunca existieron.

Esos que hoy mismo se desgarran las vestiduras denunciando los supuestos crímenes cometidos por la acción defensiva implementada por la Federación Rusa en Ucrania para evitar una mayor proliferación de laboratorios que manipulaban virus mortales y peligrosos para el género humano capaces de ser usados como armas biológicas que occidente había venido montando junto con las bases de lanzamiento de misiles balísticos, que amenazaban y comprometían seriamente su seguridad nacional, son los que, violando los derechos humanos de los que se autoproclaman como los principales defensores, así como de la democracia y las libertades.

Esos que se dicen los adalides de la libertad de expresión y del derecho a la información, son los que arrojan a los brazos de sus principales enemigos (que es como echarlo a la jaula de los leones) al valiente defensor, ese sí, de la información, que se atrevió a permitirle a la humanidad entera asomarse a la realidad, a la verdadera naturaleza de las guerras de rapiña emprendidas por la superpotencia imperialista y sus secuaces en contra de las naciones débiles del medio oriente para quedarse con sus riquezas naturales, su mano de obra barata y sus mercados, y seguir haciendo los grandes negocios de siempre, acrecentando sus fortunas a costa de la pobreza, la miseria y la hambruna de las mayorías.

No es difícil imaginar el fin que le depara a Julián Assange por haberse atrevido a correr el velo de las mentiras y la desinformación utilizado por los poderosos a escala planetaria, y es lamentable que después de haber sido acogido en la embajada de Ecuador en Inglaterra como refugiado cuando ese país latinoamericano era gobernado por Rafael Correa, fuera expulsado de ella una vez que la presidencia de esa nación cayó en manos del entonces embozado derechista Lenin Moreno, quién traicionó no sólo a Correa sino al pueblo y al partido que lo llevaron al poder cuando simulando ser partidario decidido y firme de las ideas progresistas que había impulsado aquel, les hizo creer que continuaría con las políticas en pro del desarrollo de su nación.

Esta situación nos permite ver con toda claridad, y eso es lo importante para las masas empobrecidas de nuestro país, que las libertades, la democracia, los derechos humanos, la información objetiva, que se nos presentan como valores sacrosantos universales, en las circunstancias actuales en realidad son utilizados en provecho y de acuerdo a los muy particulares y terrenales intereses de los dueños del poder y del dinero a su conveniencia; por tanto, que aunque así se muestren al mundo, los poderosos no son fieles seguidores, defensores y creyentes de éstos, sino sus beneficiarios.

Para que estos conceptos cobren significado y se conviertan en realidad se necesita una nueva sociedad donde la riqueza producida entre todos se reparta equitativamente entre todos; que en vez de las relaciones de explotación del trabajo ajeno que produce la desigualdad entre los hombres, estos aprendan a colaborar entre sí para reducir la enorme brecha que separa a los muy ricos de los muy pobres haciéndonos distintos a los seres humanos. Es necesaria una sociedad organizada de distinta manera, que al distribuir de manera más justa lo producido impida que el hombre siga siendo el lobo del hombre, una sociedad que al igualar económicamente las condiciones objetivas de existencia de sus miembros, de manera natural estos aprendan a mirar a otros hombres como a sus semejantes, como a sus hermanos de destino; solo así será posible materializar los más altos conceptos elaborados por la sociedad a lo largo de su historia y que imperen los más caros intereses de esta.

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