El motivo que me impulsa a escribir sobre esto es el escuchar a cientos de familias que invaden casas en fraccionamientos, deliberar en sus reuniones semanales sobre la lucha que dan contra el gobierno para encontrar una solución a dicha problemática social, latente y en crecimiento en distintas ciudades sonorenses como Hermosillo, Ciudad Obregón, Guaymas y Empalme.
¿Cuál es el problema principal de las miles de familias hermosillenses que viven invadiendo casas en los fraccionamientos de Villaverde, Terra Nova, Pueblitos, La Cholla, Nuevo Hermosillo, Altares, etcétera? Estas familias viven en la incertidumbre diaria, el temor constante de que en cualquier momento puedan ser desalojadas y ver sus muebles, ropa, enseres electrodomésticos y a su propia familia en la calle por los constantes desalojos que se dan. Es frecuente escuchar a las familias decir desalojaron a fulanita de tal, llegaron licenciados con tantas patrullas y les importó un bledo el dejar en la calle a una señora enferma y de la tercera edad o les valió un comino dejar a una familia de cuatro integrantes sin casa; y cientos de historias similares más.
Otra queja de los vecinos de estas colonias es que el gobierno no los escucha, hace caso omiso a su demanda; que se ve claramente cómo el gobierno, en sus tres niveles, en vez de apoyarlos a ellos vendiéndoles las casas baratas y en abonos, apoya a los vampiros de las inmobiliarias que compran las casas muy baratas, construidas con recursos públicos y las venden caras a los sonorenses, pisoteado el derecho a la vivienda, abusando del poder al utilizar la fuerza pública para desalojar a familias indefensas, mostrándose en cambio, tolerante y accesible con los políticos metidos en las inmobiliarias que lucran con los bolsillos de los mexicanos, lastimando a los más necesitados.
A esto agrego yo, que cuando uno entra a estas colonias nota rápidamente las difíciles condiciones en que viven la mayoría de las familias: son casas pequeñitas, cubiertas sus ventanas con hule negro y cartón; algunas no tienen luz, ni agua; sus calles están en pésimas condiciones, hoyos por todos lados; inseguridad, hambre, vandalismo y suciedad.
Pudiera pensarse que Antorcha Campesina es una organización que alienta las invasiones por el hecho de estar respaldando y encabezando la lucha de cientos de familias que se han acercado a nuestro movimiento en busca de protección y de ayuda para poder conseguir una vivienda para meter en ella a sus hijos. No, la verdad es que nosotros no lo hacemos, somos muy respetuosos de la ley. Hay invasiones, predios o fraccionamientos de miles de gentes donde ni siquiera conocen a nuestra organización y ahí están, con lo cual se demuestra que esto es, más bien un problema social, generado porque el gobierno no atiende un derecho elemental como es el de la vivienda de los sonorenses y mexicanos.
Veamos, el periódico El Imparcial de Hermosillo del 11 de mayo de 2015, en la nota periodística de ángel Lozano, dice: "El 22% de las familias hermosillenses carece de vivienda propia por lo que en algunos casos esta situación lleva a las familias a asentarse en terrenos despoblados ubicados en la periferia de la ciudad. De acuerdo con el censo del Inegi en el 2010, 22 de cada 100 familias de la capital sonorense no cuenta con ningún tipo de derechohabiencia que le permita adquirir casa por lo que se puede interpretar que éstas se ven obligadas a refugiarse en alguna invasión"...De ésta nota se puede deducir fácilmente que la gente pobre, aquella que no tiene trabajo seguro, aquella madre soltera a quien no le alcanza para sostener a sus hijos, aquella persona de la tercera edad, toda esta gente es obligada, forzada por el mismo sistema a invadir. Esta es la verdad. ¿Por qué invaden las familias?, pues porque el gobierno no ha cumplido con su obligación de darles trabajo seguro y bien pagado como para que puedan comprar una casa. Se agrega a esto que el pueblo recurre al gobierno para que le ayude y éste le cierra las puertas, los ve y los trata como criminales cuando la verdad de las cosas es que esta problemática es el resultado de los malos gobiernos a quienes a confiado su voto.
Por eso un grupo importante de estas familias se han unido al Movimiento Antorchista Sonorense y se han agrupado para impedir el desalojo de más familias. La lucha social seguirá hasta lograr que se les resuelva su problema: que se les vendan las casas, a un precio accesible y con facilidades de pago.
El Estado de Sonora, comenzando con su capital, está esperando, pidiendo a gritos una intervención urgente de las autoridades competentes para buscar una salida a este grave problema social.
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