Pobreza, desigualdad y falta de oportunidades siguen siendo el común denominador para las clases trabajadoras en el año que inicia, a pesar de las bondades que el gobierno federal difunde con el incremento al salario mínimo registrado los primeros días de enero.
El incremento al salario mínimo poco ayuda a mejorar la calidad de vida de las familias yucatecas pobres y más si consideramos que un millón 197 mil 459 yucatecos (59.3 %) se emplean en la informalidad.
Pasada la euforia de las festividades, las familias trabajadoras regresaron al día a día, que como sabemos, está lleno de carencias y dificultades para salir adelante, dado que ahora hay que estirar lo que quedó y conseguir lo que hace falta para los gastos más urgentes, comida, transporte y salud, entre muchas otras necesidades.
Si bien el incremento del salario mínimo en 2025 representa un avance en la mejora de las condiciones laborales, el ajuste de precios e inflación en el primer mes del año, hace que las familias mexicanas resientan el incremento en los precios de productos básicos como verduras, carne y servicios como el agua potable y tarifas eléctricas, por lo que es necesario considerar que el aumento en los precios de la canasta básica puede neutralizar este beneficio.
Además, la alta tasa de empleo informal en el país limita el acceso de muchos trabajadores a salarios justos y prestaciones sociales.
Se hace necesario entonces la implementación de políticas integrales que no sólo aumenten los salarios, sino que también controlen la inflación de los productos básicos y promuevan la formalización del empleo para mejorar verdaderamente la calidad de vida de los trabajadores.
Con el salario mínimo de 278.80 pesos diarios, un trabajador percibe aproximadamente ocho mil 364 pesos al mes. Si el costo de la canasta básica se mantiene en alrededor de mil 741.50 pesos, esto representa aproximadamente el 20.8 % del salario mensual de un trabajador que percibe el salario mínimo. Sin embargo, este porcentaje puede variar dependiendo de la región y de los precios locales de los productos básicos.
Yucatán ocupa el segundo lugar nacional en el incremento de precios de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), con un alza del 7.16 %, según estudio realizado por la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC). Este aumento lo ubica sólo detrás de Aguascalientes, que registra un encarecimiento del 12.94 %.
El estudio incluyó los costos promedio de 44 productos esenciales, entre ellos, galletas, jabón de lavandería, botana, frijol y manzana, alcanzando un promedio nacional de mil 935 pesos en enero de este año.
Cuauhtémoc Rivera, presidente de la ANPEC, declaró que uno de los factores que abonó al encarecimiento de la canasta básica a nivel nacional fue la inflación que se registra sobre todo al comienzo del año, al incremento a los hidrocarburos así como a las tarifas de peaje de Caminos y Puentes Federales que van del 6 al 10 % en las principales autopistas del país vigentes desde el 10 de enero, ya que dichas medidas, tienen un impacto directo en el precio de los productos, al encarecer los costos logísticos de abastecimiento y distribución de mercancías hasta los puntos de venta. Todo aumenta, hasta la pobreza.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México fue el segundo país con la mayor inflación anual en la escalada de precios de alimentos al alcanzar el 6 %, cinco veces la media reportada por los países de la organización que fue de 1.2 %.
Así pues, el incremento al salario mínimo, algo positivo sin lugar a dudas, poco ayuda a mejorar la calidad de vida de las familias yucatecas pobres y más todavía si consideramos que un millón 197 mil 459 yucatecos (59.3 %) se emplean en la informalidad, es decir, ni siquiera tienen un ingreso seguro y menos prestaciones de ley. Lo mismo ocurre con los campesinos, que no viven de un salario mínimo pagado por un patrón.
En el estado, igual que en todo el país, no se modificó el régimen fiscal impositivo y sigue prevaleciendo una política fiscal regresiva (proporcionalmente pagan menos quienes más ganan) ya que el gobierno se niega a elevar impuestos a los grandes contribuyentes, trasladando así la carga a los pobres y a las clases medias.
Entonces a pesar de que Yucatán sea referencia oficial de seguridad y bienestar, las familias pobres de la entidad tienen que sortear grandes dificultades para alimentar, vestir, calzar, curar y educar a sus hijos, así como tener una vivienda digna con servicios.
La pobreza y la desigualdad no se van a resolver con un incremento al salario; se hacen necesarias políticas y acciones de gobierno contundentes, encaminadas a incidir verdaderamente en el bienestar de las familias pobres, creación de empleos formales suficientes, bien pagados y con las prestaciones correspondientes, destinar mayor cantidad de recursos en obras y servicios que dignifiquen el medio en el que viven miles de familias pobres: vivienda, agua potable, electrificación, pavimentaciones de calles, hospitales, medicinas, escuelas, apoyo al campo, etcétera, y que los que menos ganan no tengan que cargar sobre sus espaldas altas cargas impositivas que hacen su vida más miserable, es decir que se aplique una política fiscal progresiva.
Pero es precisamente esto lo que no se atiende. Sólo queda, que la mayoría de los yucatecos afectados comprendan y actúen en defensa de sus intereses y no esperen pasivamente ser redimidos por sus gobernantes.
El incremento al salario y los programas sociales son buenos para quienes los tienen, pero no todos gozan de ellos, por tanto, no son la solución. El incremento a los productos de la canasta básica son una pequeña muestra de las muchas carencias que tienen las familias pobres.
La solución sólo puede ser obra de los propios afectados. Para eso hace falta que el pueblo pobre entienda, se organice con sus iguales y luche por tomar las riendas de este país haciéndolo más próspero, más desarrollado y más generoso con todos, en particular con los que hoy carecen prácticamente de todo. ¡Pueblo pobre de Yucatán, organízate y lucha!
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