Recordemos el Aniversario de la Constitución mexicana que fue proclamada el 5 de febrero de 1917, donde reunidos en Querétaro los constituyentes elaboraron la Carta Magna, la ley de leyes, la ley más importante donde se plasmaba cómo va a funcionar el gobierno y cuáles son los derechos y garantías de los ciudadanos.
La Carta Magna es un documento superior que no se puede modificar de buenas a primeras, es la ley suprema de nuestra nación, ninguna ley puede atentar contra la Constitución mexicana que fue promulgada en una realidad muy diferente donde no eran ni 20 millones de habitantes, hoy somos alrededor de 126 millones, y que fue el producto de un proceso revolucionario armado donde el principal actor fue la fuerza campesina representada en el norte del país por Francisco Villa con su División del Norte, y con ejército del sur con Emiliano Zapata.
En ese entonces no se tenía la capacidad, los recursos, la ideología, la proyección histórica, la capacidad real y material de poder llevar a cabo sus ideales plasmados en la Constitución de 1917. No se garantizó el derecho al voto de las mujeres, las mujeres no podían votar. Fue hasta 1953 que se modificó para otorgar derecho al voto, tuvieron que pasar 36 años hasta que se permitió el voto.
Es necesario conocer y reconocer que se promulgó el derecho a la educación laica, y que desde 1993 se modificó para que todos los mexicanos tengamos derecho a la educación y además queda establecido que el Estado tiene la obligación de que se haga realidad. De establecer los programas de nivel básico.
También se establece el derecho a disfrutar de la vivienda digna y decorosa, donde se especifica que la ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios para alcanzar tal objetivo. Sin embargo, vale preguntarnos ¿cuántos no tienen una vivienda decorosa?, ¿cuántos viven en zonas de riesgo?, ¿cuántos carecen de servicios públicos, de calles pavimentadas alumbradas?, ¿cuántos viven en pocilgas construidas en materiales de desecho?
Esto está en la ley, pero no es una realidad. La constitución que tanto nos enorgullece como producto de la Revolución mexicana es papel mojado, porque no se respetan sus artículos.
También está garantizado el derecho a la salud. Y ahora resulta que en instituciones públicas como el ISSSTECALI no hay ni paracetamol, ni ambroxol, no hay el cuadro de medicina más básico. No hay derecho a la salud, sigue siendo de papel.
Tampoco el artículo 123 de la Carta Magna se cumple, donde todos tenemos derecho al trabajo digno y socialmente útil. Donde se debe promover la creación de empleos y la organización social para trabajar conforme a la ley, y un salario remunerador suficiente para cubrir las necesidades de una familia, tampoco esto es una realidad.
Nosotros sabemos bien que tampoco se respeta el derecho a la de asociación y reunión, plasmados en el Artículo 9 de la Constitución, donde los mexicanos podemos organizarnos para protestar cuando vemos algún abuso de la autoridad.
¿Qué es lo que ocurre, cuál es el resultado de que nuestra Carta Magna que para muchos países fue modelo de ley, y hoy ha producido un país con mucha desigualdad e injusticia? En México los ricos ganan 30 veces más que los pobres. Según información de diversos medios en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, de 2018 a 2020 no hay mayor justicia social, ha crecido la injusticia, cada vez más ricos unos, cada vez más miserables otros.
Por eso Antorcha llama a rescatar la Constitución, reconocemos que el problema no es de leyes, el problema es de gobernantes, por ello no proponemos luchar por una nueva constitución, consideramos que la actual sirve para los pasos que queremos dar por una sociedad más justa, la Constitución debe garantizar oportunidades, no más derechos de papel, el problema es que todos los que llegan a un cargo son los primeros en violarla, son lo primeros que rompen la ley. Ni siquiera respetan la principal ley.
Vamos a unirnos, a ser una fuerza de obreros, campesinos, amas de casa, comerciantes, doctores, maestros, gente que se gana su trabajo día a día, vamos a unirnos para poner a gente en puestos de gobierno, gente que esté comprometida con el espíritu de la Constitución de 1917, luchando por justicia social, luchando por un país menos desigual.
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