En la comedia "Los baños de Argel", don Miguel de Cervantes Saavedra señaló: "Trabajar y no comer, bien fácil se hecha de ver, que son pasos de la muerte"; esto, haciendo referencia al desastre de la economía durante los reinados de Felipe II y Felipe III, bajo los que transcurrió su vida entera. Esta cuestión resulta sólo comparable al naufragio de la "invencible armada" (también Grande y Felicísima Armada o Gran Armada), en 1588, en el conducto de la Mancha de las costas inglesas, donde la miseria material en buena parte de los españoles en aquellas décadas condujo a muchos a sobrellevar una vida de privaciones, y entregó a otros al mundo del hambre y de la miseria. Esta es, sin duda, una de las más grandes paradojas del Siglo de Oro español que reside en que, siendo aquél el momento más glorioso de España en tantos aspectos, fue también al mismo tiempo, de hambre.
Hoy, seis siglos después, en México se aprecia un panorama similar al que se relató en "Los baños del Argel", pues tenemos un presidente que mientras su país y por lo tanto sus ciudadanos se enfrentan a males como la inseguridad, insalubridad, desempleo, pobreza, entre otras que surgen como el Covid-19; busca con sus programas asistencialistas y teatros en sus "mañaneras", decir que "México está feliz" y, por lo tanto, no pasa nada, cuando en realidad los mexicanos sufren de hambre.
En Oaxaca, por ejemplo, el 35 por ciento de los 4 millones de habitantes, es decir, 1 millón 400 mil personas, no tienen acceso a alimentación, de acuerdo a la investigación La agricultura y su relación con la pobreza en México, elaborada por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) de la 64 legislatura federal. Donde además se señala que de acuerdo con el último informe del Coneval, Chiapas, Guerrero y Oaxaca son los estados con mayor pobreza y pobreza extrema en el país, pues el 20 por ciento de la población de estos tres estados vive en condiciones de pobreza extrema.
Estas entidades federativas aumentaron de 2008 a 2018 su porcentaje de pobreza: Chiapas de 76.4 por ciento a 77 por ciento, Guerrero de 66.5 por ciento a 68.4 por ciento y Oaxaca de 61.8 por ciento a 66.4 por ciento. Así vemos como los datos del Inegi revelan que los estados con mayor porcentaje de menores con inseguridad alimentaria severa y moderada son: Tabasco con 42.5 por ciento; Oaxaca con el 31.8 por ciento y Guerrero con 28.4 por ciento.
Pero eso no es todo, existe pues, un panorama más preocupante, en el país existen condiciones elevadas de inseguridad alimentaria, lo que implica inclementes efectos para la salud de las personas, particularmente de las niñas y niños, debido a que son quienes se enfrentan a un fenómeno doble: por un lado, la anemia y la desnutrición, y por el otro la obesidad y el sobrepeso.
El Inegi señala también que, en 2018, el 44.5 por ciento de los hogares en México se identificaron con inseguridad alimentaria, de los que el 22.6 por ciento presenta inseguridad alimentaria moderada y severa y el 32.9 por ciento restante, inseguridad leve. Sin embargo, es de señalar, además, que la desnutrición es un elemento fundamental de la pobreza y una violación directa de un derecho humano universalmente reconocido. Ante ello, el aumento de los ingresos es una condición esencial para reducir la desnutrición.
Las investigaciones agregan que, en cuanto al combate a la pobreza e inseguridad alimentaria rural, los aspectos no son halagadoras, pues entre el 72 y 82 por ciento de los hogares maiceros rurales destinan su producción al autoconsumo humano; es decir, no la comercializan. Según estudios recientes, el valor del maíz que estos hogares cosechan para su subsistencia es diez veces mayor que su precio en el mercado. Por lo mismo, los subsidios al precio del maíz no benefician a esta mayoría; por el contrario, generan condiciones adversas, por definición, a su actividad.
Y es que sin duda, el sector campesino fue uno de los más golpeados con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la silla presidencial, pues los recortes al campo fueron sin duda, un golpe fuerte a los campesinos.
La situación en México se agrava, porque el virus del Covid-19 está empezando ya, a cobrar cientos de vidas de mexicanos, y por otro lado, los millones de pobres, incluidos los oaxaqueños, han hecho caso a quedarse en casa sí, pero hasta los mismos datos oficiales señalan que desde antes que atravesáramos la contingencia por el Covid-19, ya millones de mexicanos sufrían de inseguridad alimentaria. Ante esta situación, el Movimiento Antorchista Nacional y por tanto, el oaxaqueño, han iniciado durante esta semana una serie de manifestaciones tanto en redes sociales como presenciales tomando en cuenta las medidas de sanidad indicadas, porque es urgente que el gobierno federal y del estado, en estos tiempos hagan valer que realmente están para brindar el bien a sus gobernados. De no ser así, esa gente que hoy sufre hambre, sabrá que en las próximas elecciones que ya se avecinan, deberá pensar mejor que opción tomar.
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