La historia ha mostrado reiteradamente que el pueblo mexicano no es de derecha, pero que, ciertamente, ante el descrédito de los partidos políticos, fundamentalmente del PRI en el año 2000, favoreció con su voto al PAN y en el 2018 a Morena. Y en estos días borrascosos, en pleno proceso electoral en el país, cuando todos los partidos políticos hacen esfuerzos desesperados por posicionarse en el electorado y ganar o mantenerse en el poder, es ilustrativo recordar la lucha y las ideas de don Benito Juárez en defensa de México, primero por las Leyes de Reforma y luego contra la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano, sostenido hasta la muerte por los conservadores como Miguel Miramón y Tomás Mejía. “Cuando vayan mal las cosas, como a veces suelen ir” (Joseph Rudyard Kipling), y como al pueblo mexicano siglos hace que nos va muy mal, es conveniente reflexionar sobre su vida y su obra y que a los humillados no se nos olviden estos valiosísimos ejemplos que nos dan esperanzas de que las cosas pueden cambiar.
Juárez, de humildísima cuna, ejemplifica que, entre los pobres, indígenas y no indígenas, existe un potencial incalculable de inteligencia y capacidad, al que sólo se requiere despertar y educar. Su vida, su tenacidad para educarse y ponerse a la cabeza de su país en momentos críticos de la historia, como la Guerra de Reforma, e inmediatamente después la Intervención Francesa y el Imperio, son verdaderamente ejemplares y enseñan que entre los pobres de México existe un gran potencial, que con educación y disciplina puede y debe ser despertado.
En su obra Juárez, El Impasible, don Héctor Pérez Martínez nos legó un verdadero homenaje al hombre de Guelatao; en ella nos narra, entre muchos otros pasajes admirables, reveladores del pensamiento juarista, lo siguiente: “Nada con la fuerza: todo con el derecho y la razón; se conseguirá la práctica de este principio con sólo respetar el derecho ajeno”; es decir, la ley debe ser aplicada, pero anteponiendo la razón, no a espaldas de ésta. Razón y ley deben ir tomadas de la mano; nunca la simple ley, irracional y golpeadora. Así razonaba el patricio. Y en materia de justicia social dice: “A cada cual, según su capacidad y a cada capacidad según sus obras y su educación. Así no habrá clases privilegiadas ni preferencias injustas”. Es decir, el Benemérito se oponía a una sociedad de privilegios inmerecidos. Dejaba muy clara su idea de que cada hombre tuviera la oportunidad de forjar su futuro y que el valor de las personas debía ser determinado por sus obras, nunca por su linaje, como era norma en esa época, y por desgracia sigue siendo hasta hoy.
El presidente Juárez pertenece a la pléyade de los grandes hombres que ha engendrado la humanidad, de los constructores de naciones. Instituyó, entre otras grandes reformas, la separación de las funciones de la Iglesia y el Estado, estableciendo la educación laica, ambos cambios de gran trascendencia que actualmente algunos gobiernos han pretendido revertir. Don Benito Juárez estableció el registro civil, dando al Estado esa potestad, y promulgó la desamortización de los bienes de manos muertas. Enfrentaría con ánimo sereno una guerra terrible de resistencia a sus reformas, y luego la intervención francesa, cuando la derecha cavernaria, fue a Europa a traer de Miramar a Maximiliano de Habsburgo, para implantar un imperio de blancos europeos. Juárez supo encarnar a la patria e impedir tal pretensión.
Por todo ello, su figura y su obra deben ser vistos y ponderados en nuestros días como uno de los mejores ejemplos de lealtad al pueblo y honestidad a toda prueba. En este último aspecto, el presidente Juárez fue modelo de hombre probo y austero, que no vio en el poder, como ocurre tan frecuentemente en nuestros días, un botín para provecho propio. Él no buscaba el poder para lucro personal, sino para servir a su patria. Así vivió y así dirigió su gobierno, declarando que todos los funcionarios públicos debían vivir en una honrada medianía, es decir, no hacerse ricos a costa de los recursos públicos.
¡Cuánta falta hacen en el México de hoy, la honradez acrisolada, la lealtad a la patria, el amor al pueblo y el rechazo a los privilegios, cualidades todas que distinguieran en grado sumo a don Benito Juárez! ¿Quiénes de los actuales candidatos tienen presente su ejemplo? ¿Cuáles de los actuales gobernantes se asemeja siquiera un ápice al gran Juárez? Tengamos en mente su ejemplo para seguir porfiando por un México mejor, un pueblo más culto y una patria más justa. Pero para ello, como también lo dijo el poeta “lucha, pues por más que tengas en la brega que sufrir/cuando todo esté peor, más debemos insistir”.
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