Nada nuevo, pero Guerrero pasa en este tiempo, por un período de franca descomposición social, que exterioriza el erróneo ejercicio del poder de los gobernantes en turno del país y del estado. Las expresiones que se difunden, generalizan y tiñen un escenario artificioso muy encontrado con la realidad que viven los ciudadanos y de la que se concluye al ser analizada por quienes desean que los guerrerenses encuentren una ruta sólida que los conduzca hacia el progreso que históricamente han anhelado y merecen. Los propósitos de “construir juntos el camino de la justicia, de la paz, del desarrollo y del bienestar”, expresados en los discursos de la clase política en el gobierno, se fracturan con las circunstancias y acontecimientos cada vez más preocupantes. Datos recientes sobre el empleo, dados a conocer por el organismo “Acción Ciudadana Frente a la Pobreza”, recuerda que la situación de esta actividad que determina la generación de la riqueza no cambia. De acuerdo con su análisis, hasta el mes de mayo del presente año, existen en el estado, 611 mil personas desempleadas, 1.2 millones con trabajo informal, 91 mil con salario insuficiente y 40 mil con salario de sobrevivencia, estas cifras suman casi dos millones de guerrerenses que no alcanzan o no tienen segura la alimentación y que sus magros ingresos no les son suficientes para cubrir sus necesidades básicas. La pobreza en Guerrero, sigue oprimiendo a los trabajadores del campo y de los centros urbanos. Por otra parte, la violencia y la inseguridad, aún y cuando pretenda minimizarse, sigue arrojando macabros acontecimientos en las distintas regiones del estado. El Guerrero convulso y trágico de antaño, está presente en los tiempos de la 4T.
Por eso, resultan también vacías las palabras y expresiones de los dos aspirantes morenistas que pretenden encabezar el próximo gobierno del país y que han visitado en los recientes días estas tierras sureñas. Para ganarse la simpatía de los guerrerenses, Claudia Sheinbaum en su visita a Acapulco, el pasado 28 de junio, dijo que Guerrero es para “México el corazón de la transformación”. Adán Augusto, por su parte, prometió a los guerrerenses que “en la próxima administración hará todo para que Guerrero salga adelante, en la Sierra, en la Montaña, en la Costa Grande, en la Costa Chica, en las colonias marginadas de Acapulco, en todo el estado, junto a todos va a construir una mejor entidad para todos". Ambos promueven la revolución de las conciencias, pero que no explican de que se trata y de que forma su revolución contendrá la violencia, fomentará el empleo y combatirá la pobreza histórica de los guerrerenses.
La solución a la grave problemática de la vida en Guerrero, no es sencilla, fácil y rápida, como la entrevén los políticos morenistas y otros que seguramente aparecerán próximamente en la escena política estatal. Requiere de una voluntad inquebrantable de todos los hombres y mujeres que sufren las necesidades que dificultan el buen desarrollo de la vida, se necesita su unidad en torno a un proyecto político diferente a cuantos hemos visto y conocido en la historia pasada y reciente en nuestro país, y a asimilar pacientemente las ideas científicas que impulsarán la confianza de que es posible construir un país mejor, al servicio de todos los mexicanos. Comprender la consigna de los grandes guías de los trabajadores del mundo, acerca de que la liberación del pueblo solo será obra del pueblo mismo, ayudará a los guerrerenses y a los mexicanos, a no seguir creyendo en las promesas y frases huecas, que hoy saturan la escena pública.
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