MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Fentanilo y AMLO, igual de adictivos y dañinos

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En días recientes, el gobierno de los Estados Unidos (EE. UU.), en voz de su presidente Joe Biden, (entre otros) ha realizado acusaciones al Gobierno mexicano de no emprender acciones contundentes en contra de la compra, almacenamiento, procesamiento, trasiego, e introducción a ese país de la droga que está de moda, que es el fentanilo. Así como de no compartir suficiente información de las acciones que lleva a cabo para combatir a las bandas organizadas, que se dedican a su comercialización, ni tampoco dar a conocer las incautaciones, así como no perseguir y extraditar a los narcotraficantes.

Sólo el año pasado, en EE. UU., murieron 80 mil personas a causa de una sobredosis, sin contabilizar las muertes por el uso, abuso y comercialización del fentanilo.

¿Qué es el fentanilo? Es un opioide que tiene la característica de ser extremadamente potente y que ha desplazado a la heroína y a la morfina. Sus principales consumidores son jóvenes de entre los 15 hasta 30 años.

Sin embargo, el fentanilo tiene un mercado legal y es usado en la industria de la salud, ya que suele ser recetado para pacientes que han sido operados, o bien que, por su enfermedad, presenten dolores de manera crónica. El fentanilo actúa como un bloqueador en los receptores cerebrales e inhibe el dolor, pero también las emociones y, es ahí donde su uso es utilizado de manera desproporcionada, creando una enorme adicción por esta sustancia, haciendo casi imposible dejar de consumirla. Sí, el fentanilo es altamente adictivo y basta una pequeña dosis, para tener los efectos deseados, además debemos de agregar, que es mucho más económico que la heroína o la morfina.

Además, el fentanilo, se distribuye en un sinfín de presentaciones, desde inocentes dulces envueltos en coloridos celofanes, así como en apócrifas cajas de medicamentos legales, o bien disuelto en agua y distribuido como gotas para los ojos, o en rociadores nasales, éstas, son solo algunas de las presentaciones más usadas, pero constantemente buscan nuevas y diversas formas de distribución.

Para desgracia de sus consumidores, su uso es muy peligroso, ya que una dosis normal, recetado legalmente en el sector salud para bloquear el dolor, es de .25 miligramos, que es lo mismo que cuatro dosis extraídas de un gramo y solo basta un gramo para que la dosis sea mortal. Un ser humano puede morir por una dosis de un gramo, esto hace que la mortandad por sobredosis sea tan elevada, más que cualquiera de las otras drogas conocidas juntas y sumadas al consumo del alcohol. Una dosis por encima de lo normal causa pérdida del conocimiento, paro respiratorio y paro cardiaco.

Su elevada preferencia, sobre otras drogas, se debe a que suprime las sensaciones de cansancio, esto hace que su uso, sea muy recurrente entre diversos sectores de la industria de la construcción, de la maquila, así como de la agropecuaria, donde las labores son largas y extenuantes. Así mismo, la sensación de felicidad es muy elevada, lo que hace que los jóvenes adolescentes se hagan adictos al igual que las mujeres amas de casa, que tienen que hacer frente a la responsabilidad de una familia.

Este es el panorama en el que se encuentra nuestros vecinos del norte, México también sufre el flagelo de este opioide, muchos jóvenes han sido atrapados por su consumo, solo que aquí, no tenemos datos certeros de las consecuencias por su consumo. Tampoco se sabe si se combate a las bandas organizadas que se benefician y mucho de su comercialización, ya que un kilo de precursores puede costar en China (su principal productor) alrededor de 5 mil dólares, en México, se fabrica el fentanilo en laboratorios clandestinos y ya elaborada, el valor de un kilo de fentanilo en México, es de 13 mil quinientos dólares y en EE. UU., asciende a 20 millones de dólares (Forbes). Los cárteles en México, le agregan heroína para hacerla más adictiva. Éste es el panorama de la oferta y la demanda de esta droga que al igual que las metanfetaminas, reducen a sus consumidores a ser gente, que no pueda parar de consumir la droga, para poder ser medianamente funcional, pero que por su constante uso lo lleva a incrementar las dosis, hasta convertirse en una estadística más de muerte por sobredosis.

Ante esta realidad tan dolorosa, el discurso desde Palacio Nacional es verdaderamente patético, al declarar una y otra vez, que la razón de su alto consumo en la sociedad norteamericana es por la carencia de valores morales, así como del desapego familiar, “que se queden más tiempo en casa de sus padres” o bien, “les faltan apapachos” dice un día sí y otro también de manera socarrona. Pero de acciones concretas poco, muy poco se sabe. En noviembre pasado, la Fiscalía General de la República, decomisó 2 mil pastillas escondidas en pan en el estado de Sinaloa, así como incautó 300 kilos de fentanilo escondidos en cargamentos de cocos. En realidad, casi nada comparado con las enormes remesas de envíos de la fatal droga.

Se sabe que los mayores productores de fentanilo son los hijos del “Chapo Guzmán”; el día 30 de octubre de 2019, se realizó la captura y después liberación de Ovidio Guzmán hijo de Joaquín Guzmán Loera, a quién el presidente López Obrador le ofreció disculpas en su aburrida mañanera por llamarlo “El Chapo”, Ovidio, nuevamente fue capturado, pero se tiene poca certeza de que en realidad sea él.

La política de “abrazos y no balazos” o sea la inacción, así como el constante confrontamiento con el gobierno de EE. UU., hace que la relación bilateral, se vea dañada y con ello nuestra macroeconomía también, ya que, si consideramos que los EE. UU. son nuestro principal socio comercial, la respuesta provocativa, burlona e innecesaria de AMLO, es igual a darnos un balazo en el pie. Acción muy celebrada por cierto por sus fieles seguidores y apoyada y difundida en las redes sociales por los bots de la Red AMLO, tanto en Twitter como en Facebook, así como en algunas otras. Envuelto en la bandera nacional y alegando que la soberanía no permite el intervencionismo, López Obrador, rechaza cualquier observación, petición o señalización de sus acciones y desempeño en su lucha contra el fentanilo, o también, ¿Por qué no? Complicidad.

Por supuesto que sus fieles “Amlovers” (por cierto, cada vez en menor cantidad) que todo le aceptan, todo le creen y todo le perdonan, lo apoyan hasta el delirio, aunque los lleve a la destrucción, aunque esté la inflación peor que nunca, que la gasolina sea más cara que un litro de leche, que un kilo de huevo valga casi 90 pesos, que no haya medicamentos para enfermedades graves y terminales, que quiera destruir las instituciones, que promueva el odio a sus adversarios; Calderón, Córdoba, Piña, Murayama, que polarice a la sociedad, que condicione los apoyos sociales entre otras muchas acciones más y que aun así lo sigan idolatrando, me parece que es la misma relación destructora que existe entre el adicto y el fentanilo, no lo pueden dejar, defienden su consumo, aunque al final los destruya. Igual que Andrés Manuel López Obrador hace con México y con sus habitantes.

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