MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Facebook: la máquina del odio

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Anarquía total. No terminaba ni siquiera la primera semana del 2020 cuando de pronto todos los focos del mundo se volcaron a lo que sucedía  a plena luz de día en el Capitolio norteamericano, después de tantas horas y días del conteo de votos, en medio de la elección presidencial más polémica en la historia reciente de la “democracia” más grande del mundo, nadie podía creer lo que sucedía. La euforia incontenible del nacionalismo más rancio del mundo se oía entre el coro de las tres letras: “¡U-S-A!, ¡U-S-A!, ¡U-S-A!”.  El terror estaba a la puerta de aquellos quienes con tanto desprecio hicieron crecer el odio a la sombra de su indiferencia. La Casa Blanca, se arropó en penumbras, y esa imagen  ilustró perfectamente todo. El daño ya existía, pero el hecho lo hizo mucho más que evidente.
Desde luego que interpretar el caos del asalto al Capitolio usando como punto de partida la fachada Donald Trump sería un absurdo en el que han caído mucho, y no conviene seguir alimentando, por una razón muy simple, la realidad norteamericana es más compleja de lo que parece a simple vista, y el día a día va aún más allá de lo que el mandatario emanado del Partido Republicano era capaz de fabricar con su rústica oratoria. La explosión descontrolada en el Capitolio tiene bases aún más ondas.
Según Patricia Simón, reportera del medio argentino lamarea.com: “Hoy en Estados Unidos hay 55 millones de personas pobres, ocho millones más que en 2019 como consecuencia de la pérdida de 22 millones de empleos por la COVID-19. Uno de cada cuatro de sus habitantes latinos vive por debajo del umbral de la pobreza, al igual que de los afroamericanos, unos porcentajes que han crecido un 2% durante 2020. En el caso de la población blanca, se ha pasado de un 11,2% a un 12%, según datos de la ONU. Ya antes de esta crisis sociosanitaria, la Oficina del Censo del Gobierno federal estimaba que dos de cada cinco de sus habitantes no podían cubrir un gasto de 400 dólares sin endeudarse. En junio, en pleno hundimiento de la economía mundial, más de un tercio de sus inquilinos no pudieron pagar su alquiler a tiempo. El mismo organismo advierte de que, en enero de 2021, cuando Joe Biden tomó posesión, 12 millones de personas acumulaban una deuda de más de 5.000 euros con sus caseros”.
Este es el escenario de una nación muy lejana a la figura de la potencia hegemónica como hace creer tanta propaganda hollywoodense lanzada al mundo donde se distinguía como la potencia salvadora del planeta entero, esto resultó tan falso, y quedó tan evidenciado, que la tierra de las barras y las estrellas no fue capaz de salvar ni siquiera a su propia población, al ser el país con más muertes por la pandemia del coronavirus al sumar 798 mil 551, seguido muy de cerca de Brasil, India y cerca de ahí también, México, nuestro país, mismo que comparte muy dolorosas similitudes.
Este mes justamente se reporta que la tasa de inflación interanual de  EE.UU. en octubre fue de 6,2%, la cifra más alta registrada en el país desde hace 30 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales estadounidense, ya después del crudo impacto de la pandemia, en medio de tantas muertes, el desastre parece no cesar y muy por el contrario, crecer cada vez más y más… esto es algo impensable en un país tan “próspero” como se ha vendido por tantos años con el mentado “american dream”. Y la cosa empeora, ya que mientras estos datos de terror azotan cada vez más severamente las finanzas de la mayoría de la población norteamericana, los grandes multimillonarios parecieran cohabitar en un mundo completamente distinto y ajeno a los problemas de la mayoría. Ya que más del 60% de los multimillonarios del mundo se hicieron más ricos en 2020 y los cinco que más se enriquecieron vieron sus fortunas combinadas crecer en $310 mil 500 millones. Es decir, esta pandemia agudizó lo que ya el mundo veía reflejado de hace tiempo en la realidad norteamericana, los ricos se hacen cada vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres.
Y es que la desigualdad salarial ha aumentado desde finales de la década de 1970 en EE.UU., a medida que el crecimiento económico posguerra se desaceleró. Desde el cambio de milenio, el crecimiento salarial ha sido más fuerte para los que ganan salarios más altos, según el Instituto de Política Económica, según analiza Anneken Tappe de CNN Business.
Por tanto, una realidad norteamericana donde no hay trabajo, donde la alimentación es cada vez más cara como consecuencia de la inflación, la salud está en un franco colapso y la desigualdad no solo parece ser la tendencia, sino una condena que pesa cada vez más sobre los hombros de las grandes mayorías, pareciera haber una inevitable tendencia a la búsqueda por un modelo económico más justo que busque por todos los medios corregir la tendencia que asfixia a la gran mayoría de EE.UU., pero no es así… y es aquí donde entra Facebook.

Después de un análisis con la cabeza más fría y lejos de los procesos electorales, muchos especialistas han coincidido en el hecho de que sin duda, las redes sociales han contribuido determinantemente en los resultados electorales, por supuesto, pero no solo durante el periodo de promoción electoral, sino con la degradación del tejido social con intereses bien marcados, por un lado, los promotores de las campañas de odio con argumentos aislados han tenido una gran utilidad para la fabricación de enemigos públicos, perfectos, pulidos y calzados a las necesidades de los grupos que aspiran con mantenerse en el poder, y por el otro lado, los algoritmos promotores de este tipo de discursos, y es que podríamos irnos con la inocente y equivocada idea de que las redes sociales, como Facebook, son una plataforma neutra donde los discursos políticos conviven y compiten de manera justa, pero no.
La tendencia de las redes sociales para privilegiar la discusión y polémica en torno a los temas de odio no es más que la consecuencia del modelo de negocio de las redes sociales dominantes, al crear modelos de algoritmos cada vez más alojados en los polos extremos de cualquier discusión la venta de lotes de información y la fragmentación de públicos se convierten en mercancías cada vez más rentables por su potencial activo.
Ustedes se preguntarán, ¿a qué me refiero con esto? Muy fácil, cada vez que un grupo de personas (principalmente miembros de una zona geográfica en común) reaccionamos a un tema similar con una perspectiva similar, por ejemplo: una posición en contra del incremento en el precio de la tortilla y el jitomate, los algoritmos harán lo posible por seguir colocando en nuestra pantalla de inicio de Facebook temas similares a este, o nuevas ramas del problema, estas sin ser necesariamente explicaciones profundas sobre las raíces del tema de interés, sino más bien una simplificación absurda del problema, pueden llegar por ejemplo a tratar de adjudicar la responsabilidad del incremento al precio de la tortilla a una persona, y no a un conjunto de fenómenos o conceptos complejos como la inflación.
Es así como las redes ayudan a esbozar caricaturas de enemigos públicos y burdos donde originalmente hay problemas laberínticos y dignos de un análisis profundo, esto desde luego que no es lo ideal para una "red social", pero es el plan de negocios de Facebook, y así ha salido a la luz en los más recientes informes elaborados por la propia empresa de Zuckerberg, donde no solo se da a conocer que ellos conocen el funcionamiento escabroso de su producto, sino que son los principales promotores de que todo funcione así.
Conviene dejar claro a las audiencias que las redes sociales más allá de ser plataformas neutrales, son herramientas de promoción ideológica comprometidos con los intereses de los grandes capitales, no es su objetivo ser paladines y promotores de discusiones que hagan madurar las democracias, sino plataformas que buscan a toda costa minar las relaciones sociales y por el contrario confrontar a todos los individuos posibles para minar las posibilidades de unirse todos quienes compartan los mismos males, con el mismo sentido y perspectiva de clase. Las redes sociales, en resumen, no tienen como objetivo la promoción de las organizaciones sociales, sino dividir a la sociedad mediante la confrontación llámenle "pueblo bueno" y "conservadores" en México o “good american” y “bad hombres” en Estados Unidos, nuestro objetivo es que la máquina del odio no cumpla sus fines, educarnos, y utilizarla para promover nuestras ideas, no ser utilizados por ella.

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