Esta es la cruda realidad de millones de mexicanos que se dedican al trabajo informal, viviendo con la esperanza de obtener buenas ganancias para poder pagar los gastos de sus necesidades básicas y elementales. Los datos hasta la fecha son de 31.3 millones de personas que trabajan en empleos informales, esto es el 56.2 por ciento de los habitantes que actualmente trabajan en México, dato que respalda el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Esta situación que viven millones de trabajadores es preocupante dado que los ingresos son incluso menores a un salario mínimo, hoy las condiciones se agudizan cada vez más e impiden el trabajo de estas personas, volviendo su situación económica más vulnerable, sumándole a esto la amenaza del contagio del Covid-19 y la falta de atención a este sector con apoyos de primera necesidad que viven en estas condiciones y que sencillamente no han encontrado la seguridad para ellos y sus familias, que garantice por lo menos dos comidas al día para poder quedarse en casa por la contingencia como lo recomienda la Secretaría de Salud.
La realidad en estos momentos sobrepasa el poder de nuestros gobiernos, y desnuda las condiciones que por años ha forjado el abandono del gobierno federal, estatal y municipal con miras al Sector Salud que ni siquiera puede en estos momentos ofrecer sus servicios a los trabajadores, porque los gobiernos no se preocuparon por crear un programa que considere a los trabajadores de empleos informales, porque no han entregado medicamentos para enfermedades tan comunes (dolor de cabeza, tos, gripa. etc.), porque estos ni siquiera estaban inscritos en algún programa de salud y quienes estaban inscritos en el Seguro Popular, según el padrón, superaba la cantidad de 51 millones de mexicanos que quedaron en total abandono por el actual gobierno de la 4T, por el cambio al Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Se hace irrelevante ver las medidas que el gobierno en sus tres niveles está tomando, medidas que no garantizan ni la alimentación diaria, ni la salud de los mexicanos, es decir, se puede ver el trabajo y el desarrollo de nuestro país que se encuentra al acecho de una crisis que sin duda golpea siempre a los estratos más bajos, los más humildes: el pueblo trabajador.
Es tiempo de que los mexicanos analicemos en estos momentos las acciones, las medidas, y sobre todo la solución de las necesidades básicas como la alimentación y la prevención con insumos para evitar la propagación de contagio del virus en cada Estado, pero principalmente poner en tela de juicio las medidas que se está realizando y que dependen del gobierno federal para cuidar la integridad de cada ciudadano. Por otro lado, es preciso analizar detenidamente la solución de los problemas de los miles de familias que están en empleos informales, porque su vida se ve al acecho del hambre, de la desesperación por tener la obligación y la responsabilidad de llevar comida a la boca de sus hijos.
Ante el panorama que actualmente vive México, el Movimiento Antorchista Nacional preocupado por la situación que viven miles de familias, ha solicitado al gobierno federal un programa nacional de distribución de alimentos, al estatal y municipal un programa local para la atención de las familias más vulnerables. Es tiempo de que los mexicanos tomemos la iniciativa y respaldemos la exigencia a nuestro gobierno, para que atienda las necesidades más urgentes que garanticen el derecho a la vida. No podemos esperar a ver como nuestros padres, nuestros hermanos de la clase trabajadora, están al acecho del hambre, del virus y de la muerte inminente, hay que salir para exigir una solución. Es momento de pronunciar nuestro sentir y exigir este tipo de programas que pueden salvar a miles de familias.
Seguramente habrá quienes nos critiquen por este llamado, los que siguen creyendo en el lema del gobierno federal de que para él "primero los pobres", pues cuando se le exige una solución, sólo acierta a decir que está atendiendo a los adultos mayores, que les está adelantado el pago de varios meses y que también está entregando becas para estudiantes, pero olvidándose de la clase trabajadora. Pero estos apoyos no son suficientes, pues solo atiende a una parte de la población y son millones los que no reciben ningún tipo de apoyo. Además, la cantidad que reciben los beneficiados no resuelve el problema de fondo porque ahora los precios se han disparado ante el problema del virus. Por ello es urgente el plan Nacional de distribución de alimentos y el apoyo para reactivar la economía, que entre más lo retrase el presidente López Obrador, más se acerca está el colapso de la economía de nuestro país, y el hambre aumentará cada vez más.
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