AMLO se resiste a dejar de gobernar con el retrovisor. Todo lo negativo de su administración sigue siendo culpa de sus antecesores y quien se atreva a contradecirlo sufre el señalamiento o escarmiento del habitante de Palacio Nacional. Para el presidente de la república la pacificación del país va caminando conforme lo previsto. Según su propio criterio y de quienes susurran a su oído que la 4T se consolida gracias a la creación de la Guardia Nacional (GN) y a las reuniones diarias del gabinete de seguridad, el índice de delincuencia va estabilizándose. Y quien opine lo contrario es opositor o de la mafia del poder.
Estos señalamientos y descargas del presidente y su estructura de redes sociales, o “benditas redes sociales”, como él gusta llamarles, se hacen contra medios de comunicación, partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y hasta contra quienes en su momento fueron parte de su gabinete de gobierno, si no, recordemos cómo le fue al ex secretario de Hacienda Pública, doctor Carlos Urzúa. Lo terriblemente preocupante del tema no es la necedad del presidente en aferrarse a su burbuja de paz y tranquilidad, lo absurdo es que las decisiones que toma van dirigidas a regular la vida pública del tercer país más poblado del continente americano.
Por supuesto, la 4T llegó al poder con una red de pseudo defensores de su ideología y política de gobierno, personajes como John Ackerman, Antonio Attolini, Epigmenio Ibarra, entre otros, que a lo sumo llegan a presentar una bola de justificaciones en su intento por lavar el rostro negruzco de la política cuatrotera. Obviamente, todo con regalías bien pagadas por el gobierno. Pues con todo y estos retazos de defensores la realidad es tan necia y obstinada que siempre termina por rebasar lo que por letra nos quieren imponer.
Por ejemplo, en materia de seguridad y violencia, la realidad termina por imponerse por mucho al discurso presidencial. Con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se observa lo siguiente: en el mes de enero del 2018 hubo un total de 2 mil 563 homicidios dolosos. En enero del 2019 se incrementó a 2 mil 855 víctimas; en el mismo mes de 2020 se llegó a la cifra récord de 2 mil 994 víctimas de homicidio intencional; mientras que en enero de 2021 la cifra se ubicó en 2 mil 831 víctimas de este delito. Todos datos de la actual administración morenista.
¿Cómo defender lo indefendible? No se puede. Para el mexicano de a pie estos datos se quedan incluso cortos con lo que él observa y vive del diario ahí en su comunidad o colonia, donde día tras día, desaparecen inocentes (dicho sea de paso, estos no aparecen en las cifras de gobierno) o mueren víctimas colaterales del crimen organizado. Si esos mismos delincuentes a los que el presidente de la república propuso el sucio lema de “abrazos y no balazos”, o como cuando ante la insistencia de la opinión pública mencionó “los vamos a acusar son sus mamás”, burla tras burla para los cientos de miles de mexicanos que han sufrido pérdidas humanas por el narco o de la delincuencia en camiones o combis camino a su trabajo.
Otros datos que aporta la organización México Social, nos dicen lo siguiente: En lo que va de la presente administración, se ha llegado a la cifra de 76 mil 841 víctimas de homicidio doloso en el país. Esta cifra se obtiene al considerar los 2 mil 842 homicidios intencionales del mes de diciembre de 2018; una suma de 36 mil 661 contabilizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para el 2019; y de 34 mil 515 del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) para el año 2020; y las ya mencionadas 2 mil 831 víctimas del mes de enero del 2021.
Contabilizando de diciembre de 2018 a enero de 2021, la presente administración acumula un total de 792 días de gobierno, por lo que el promedio diario de homicidios dolosos es de al menos 97 víctimas por día, es decir, un promedio de cuatro víctimas de homicidio intencional cada hora.
Y es que además del incremento de 3.8 millones de pobres con datos del Coneval, que por supuestos negó el presidente, digo además de este terrible mal generado por el modelo económico establecido, el tema de la violencia es el segundo azote de los mexicanos históricamente. Los grandes cárteles del narco, lejos de disminuir han venido creciendo con todo y el combate de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF); estamos ante una paradoja como la que afrontó Heracles en su trabajo número dos contra la Hidra de Lerna, famoso monstro de la mitología al cual le cortaban una cabeza y en su lugar brotaban dos más. Al crimen organizado pareciera se le quita una posición y en su lugar avanza dos más, un cuento de nunca acabar.
En la mitología griega, Heracles resuelve la tarea prendiendo fuego a los árboles cercanos de los cuales con las brasas cauterizaba la herida de la cabeza cortada, impidiendo que brotaran más, hasta llegar a la última y así quitarle la vida a la Hidra. Algo se ha estudiado en relación al incremento de la violencia y entre otros factores, la pobreza, la falta de educación y la mala calidad de vida, orillan a cientos de miles de personas a enfilarse en el narco o terminar asaltando a su misma gente. Por tal razón, aunque encarcelen a diez narcos otros 50 los sustituyen.
La realidad nos dice también que un fenómeno social que se ha venido arraigando entre los resquicios más profundos del México moderno, no puede ser erradicado de la noche a la mañana. Pero igual de válido, es decir, que al problema no se le puede entrar ignorándolo con políticas de “no veo, no oigo nada”. Por la salud de la nación y por el bien común, urge que el presidente de la república recapacite su política pública en materia de seguridad, antes que el narco sea amo y señor de nuestro México tan lastimado y maltratado. No hacerlo es el equivalente a contribuir a la continuidad del problema.
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