Guerrero vuelve a estar en la mira de la naturaleza, y como siempre, desprotegido y abandonado. Los pronósticos para la temporada de huracanes 2025 anticipan hasta dieciséis sistemas tropicales en el Pacífico, siete de los cuales podrían convertirse en huracanes. Pero lo verdaderamente alarmante no es lo que viene, sino lo que nunca llegó: prevención, presupuesto y planes reales para proteger a una población que sigue pagando con vidas la negligencia institucional.
El huracán “Otis” (2023) dejó una herida imborrable en Acapulco. En solo doce horas pasó de tormenta tropical a categoría cinco, con vientos de más de 250 km/h, dejando a su paso 52 muertos (según datos oficiales), miles de damnificados y pérdidas por dieciséis mil millones de dólares.
Los huracanes no sólo son desastres naturales, son también tragedias sociales que se agravan por la corrupción y la indiferencia.
Era previsible que un fenómeno así se repetiría. El cambio climático aumenta la intensidad de los ciclones, y Guerrero, con sus tres mil quinientos km de costa expuesta, es el blanco perfecto.
Sin embargo, ¿qué hizo el gobierno federal antes de esta catástrofe? Desmantelar el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) en 2021, bajo el argumento de que era un “barril sin fondo”. Hoy, en plena temporada de huracanes, no hay recursos etiquetados para emergencias, ni protocolos claros, ni infraestructura reforzada.
Peor aún: el Atlas Nacional de Riesgos está desactualizado, y los planes estatales son letra muerta. Como siempre, los más pobres —los que viven en laderas, casas de lámina o zonas inundables— serán los primeros en sufrir las consecuencias. Pero los datos no mienten:
1. Guerrero es el tercer estado más vulnerable a huracanes en el Pacífico, sólo detrás de Oaxaca y Michoacán.
2. El 70 % de sus municipios no cuenta con albergues suficientes.
3. Tras la desaparición del Fonden, el presupuesto para desastres en 2025 se redujo un 40 % respecto a 2020.
Mientras, el gobierno federal insiste en que las dependencias actuarán “de manera coordinada”. Pero la realidad es que, sin fondos específicos, las ayudas llegan tarde, son insuficientes o se politizan.
Basta recordar que, tras “Otis”, toneladas de despensas se pudrieron en bodegas por la logística caótica, mientras la gente saqueaba supermercados para comer.
El Movimiento Antorchista Nacional ha realizado diversas acciones de ayuda durante temporadas de huracanes, destacando su ayuda humanitaria en emergencias como los huracanes Otis (2023) y John (2024). ¿Qué hizo todo el antorchismo nacional para estos huracanes (los más recientes en Guerrero)?:
4. Se organizaron campañas para recolectar toneladas de víveres (aproximadamente cuarenta por ambos huracanes).
5. Los víveres se entregaron en comunidades rurales y zonas urbanas afectadas, como Acapulco, Chilpancingo y la Montaña y la Costa Grande.
6. Se movilizaron brigadistas para ayudar en la limpieza de escombros, retiro de lodo y rehabilitación de viviendas dañadas, todo esto con ayuda del Centro Universitario Tlacaélel (CUT) y varios compañeros más.
7. Donación de medicamentos y atención médica en las zonas vulnerables.
8. Comedores comunitarios donde la ayuda nunca llegó por parte del gobierno.
El Movimiento Antorchista denunció desde 2021 que eliminar el Fonden era un acto criminal contra los pobres. Hoy, sus palabras resuenan con amarga claridad: Morena gobierna con ocurrencias, no con políticas. Hablan de “austeridad republicana”, pero recortan lo único que salvaba vidas: los fondos para emergencias. ¿O acaso un huracán avisa cuándo llegará? La solidaridad no se decreta, se organiza.
Guerrero enfrenta una temporada de huracanes con las manos vacías. No hay Fonden, no hay alertas tempranas eficaces, y los programas de reconstrucción post-“Otis” y post-“John” aún están incompletos.
Mientras, las constructoras privilegian hoteles sobre viviendas seguras, y los discursos oficiales repiten que “lo importante es prevenir”, pero sin invertir en drenajes, cortinas rompevientos o sistemas de comunicación rural.
El mensaje es claro compañeros: a este gobierno no le importan los pobres. Los huracanes no sólo son desastres naturales, son también tragedias sociales que se agravan por la corrupción y la indiferencia. La temporada apenas comienza.
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