Un México con un sistema de salud igual al de Dinamarca, dijo López Obrador. Y ahora, con los últimos datos que dio a conocer el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, un país con porcentajes de pobreza similares a los de los países europeos. De ese tamaño es el cuento.
Menos de la tercera parte de los mexicanos se encuentra en situación de pobreza, según el Inegi y el Gobierno de la República. Un cuento de hadas para niños y, además, dijo el respetado investigador Julio Boltvinik, “un cuento de hadas para niños tontos” (Buzos de la noticia, 30 de agosto de 2025).
Sólo reorganizando la sociedad sobre nuevas bases, en las que los trabajadores puedan disfrutar de las riquezas que producen, se irán atenuando hasta eliminarse las injustas desigualdades actuales.
Pues así, como a “niños tontos”, nos quieren engañar con esas mentiras que más tardan en expresarlas que en ser desmentidas por la realidad, esa que es tan terca y no se deja engatusar. Parafraseando a Lenin: “Los hechos, amigos, son testarudos”, y la pobreza en México es un hecho. Es un hecho objetivo que está más allá de que cada uno de nosotros se sienta o no pobre, se diga o se reconozca o no como pobre. (Entre paréntesis diré que a muchos les duele asumir su insuficiencia de recursos y prefieren catalogarse como “clase media”).
Pero los hechos en México saltan a la vista. Basta recorrer las colonias populares y veremos la falta de servicios, las casas humildes levantadas muchas veces con madera de segunda; nos encontraremos con los “mercados sobre ruedas” a los que muchos acuden a ofertar ropa o artículos de segunda o de tercera mano para lograr unos pesos para completar la comida o resolver una urgencia.
Si nos acercamos a los hospitales generales o a los del IMSS, será imposible no ver el descontento de enfermeras, doctores y demás trabajadores de la salud por las malas condiciones laborales y los bajos salarios, así como por la criminal carencia de medicamentos e insumos diversos para atender a los enfermos.
Es suficiente con ver la portada de un periódico o los primeros segundos de un noticiero en televisión para enfrentarnos a la realidad de que muchos de nuestros hijos, los de todos los mexicanos, mueren tempranamente víctimas de las drogas o del trasiego de estas, al mismo tiempo que aumenta la violencia en todos los órdenes, como una manifestación más de la crispación social ocasionada por las múltiples carencias que enfrentan las familias de nuestra patria.
Falta de vivienda, de salud, de vestido digno, de servicios, de buena educación, de acceso a una dieta saludable (“Familias enteras padecen carencias crónicas de hierro, proteínas y micronutrientes que repercuten directamente en la salud, el crecimiento y el aprendizaje de niñas y niños” México Social, 7 de septiembre de 2025), desempleo, bajos salarios, precarización del empleo, inseguridad y violencia son algunos de los múltiples flagelos que siguen atormentando, cada vez con mayor rudeza, a los trabajadores mexicanos, más allá de que el gobierno diga que ya menos de la tercera parte es pobre o de que diga que ya acabó con la pobreza, al igual que presumieron en su momento que habían acabado con el huachicol (en 2019 dijo López Obrador: “Ya tenemos el control, se acabó el huachicol”) y con la corrupción (Lector MX, 11 de marzo de 2021).
Pero la pobreza, al igual que todos los problemas y catástrofes que sufre el pueblo, tiene una sola madre, un solo tronco; no es posible acabar con uno de ellos mientras los demás sigan vivos y mordiendo al trabajador y a sus familias. Como a la Hidra de Lerna, ese monstruo mitológico con cuerpo de serpiente y múltiples cabezas, si sólo le cortamos una cabeza le surgirán dos en su lugar; es preciso cortar de raíz.
En la mitología griega sólo la pudo derrotar el gran Hércules, el héroe más cercano al pueblo por su fuerza, su valor y su lucha contra la injusticia, con la ayuda —en la versión más conocida— de Yolao, quien con una antorcha cauterizaba los cuellos de las cabezas que iba cortando Hércules, hasta que logró acabarla de raíz.
La tarea del pueblo trabajador mexicano, el Hércules de nuestra nación, es acabar con la desigual distribución de la riqueza que surge de que unos cuantos tienen acaparados los medios de producción, obligando a los trabajadores, que sólo cuentan con su capacidad de trabajar pero que carecen de materias primas, herramientas, fábricas, tierra, etcétera, a resignarse a recibir salarios de hambre por su fuerza de trabajo, con lo cual la clase de los propietarios incrementa cada día más su riqueza con el inmenso arsenal de mercancías que surge de la producción moderna.
Sólo así, reorganizando la sociedad sobre nuevas bases, en las que los trabajadores puedan disfrutar de las riquezas que producen, se irán atenuando hasta eliminarse las injustas desigualdades actuales, con lo que se logrará desterrar a la pobreza y demás desgracias afines.
Esa, ni más ni menos, es la lucha de fondo, la razón profunda de la existencia del Movimiento Antorchista Nacional: poner de pie la fuerza gigantesca, hercúlea, de los trabajadores mexicanos conscientes y organizados para acabar con ese monstruo descomunal que nos atormenta, la explotación económica y la desigualdad que genera.
En la lucha por la vivienda, por los servicios, por la salud, la educación o algunos programas de apoyo, aprendemos a organizarnos, a coordinarnos, a mantenernos unidos y a movernos como un solo hombre con un ideal común. No importa si exigimos agua, electricidad, caminos o lotes de interés social o cualquier otra necesidad; en todos los casos resistimos ante los embates de los que quisieran ver al pueblo más hambriento, desnudo e indefenso.
En la lucha de todos los días, en los mítines, las marchas o los plantones, buscamos defendernos de sus agravios y abusos, pero al mismo tiempo también adquirimos habilidades para la lucha primordial, que es la de cambiar este sistema. Nuestras reuniones, asambleas generales o de comités coordinadores, nuestras lecturas, conferencias, actos culturales y consignas a voz en cuello son muestra de resistencia; son, principalmente, nuestra escuela de lucha.
¡Unidos, organizados, conscientes y combativos en la lucha por una patria justa y digna para todos!
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