MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En México no manda de verdad el pueblo sabio

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Sobre todo los mexicanos que escuchan todos los días las mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, es probable que estén totalmente seguros y convencidos que efectivamente en el Gobierno de la llamada Cuarta Transformación el que “ya manda es el pueblo” y todos los beneficios son para la población, que ahora hay “una nueva realidad”. Esto no sería extraño pues, el titular del Poder Ejecutivo durante tres años ha estado repitiendo, una y otra vez, que cuando inició su mandato se pensó que se mantendrían los privilegios para unos cuantos, sin embargo, su gobierno no iba a tolerar la corrupción ni a continuar una política económica en beneficio de las minorías, dándole la espalda al pueblo como anteriormente lo hacían en el periodo neoliberal.

Así como los inicios de sexenios anteriores, los mandatarios para legitimar sus gobiernos anunciaban ruidosos programas y emprendían alguna acción espectacular. Para el caso de la actual administración federal, como parte del “cambio de régimen” emprendido por la Cuarta Transformación, anunció la separación del poder económico y político. La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) fue una de sus acciones espectaculares, además, de la cancelación del Seguro Popular, investigación de empresas sospechosas de fraude o evasión fiscal; cancelación de las reformas energética y educativa, precedidas por una desacreditación obsesiva del “modelo neoliberal”.

Como para de su estrategia de gobierno, escuchamos que el mandatario afirma “Con todo respeto, nosotros no vamos a continuar con más de lo mismo, no van a haber rescates para los potentados”. Pero politólogos y académicos señalan, la peligrosidad de esta decisión no consiste en desatender a un grupo de empresarios, sino a muchos más considerando que las empresas implican a trabajadores al por mayor, a las cadenas de producción y comercialización y terminan por impactar a toda la sociedad, es decir, el que resulta más perjudicado es el pueblo.

Personas mejor informadas dan cuenta: si los golpes de timón han subordinado algunos intereses, el presidente ha encumbrado a otros capitalistas al rango de asesores personales. A fines de 2018 AMLO anunció su Consejo Asesor Empresarial. Grandes empresarios figuran en él y algunas de sus empresas son beneficiarias de nuevas inversiones y gastos. Por ejemplo, Banco Azteca (transferencias de programas sociales), Grupo Banorte (seguros, Ferrocarril del Istmo), Grupo Carso (Tren Maya y otros) o empresas privadas de telecomunicaciones a las cuales se les hizo la “devolución” de tiempo oficial del Estado.

Con esto va quedando claro que en la Cuarta Transformación manda el poder económico y no el pueblo sabio y bueno. Veamos otro poco de esto: El periodista de El Financiero Enrique Quintana en su columna Coordenadas del 12 de diciembre dice: el pasado 9 de diciembre, los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios, presidido por Antonio del Valle, tuvieron una reunión con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, según algunos medios se llevó a cabo en un ambiente de cordialidad y colaboración.  En ese encuentro, promovido entre otros por Alfonso Romo, se estableció que existiría un diálogo tanto en torno al tema de la reforma eléctrica como respecto al llamado ‘decretazo’ es decir, al acuerdo a través del cual el ejecutivo exentó a la obra pública de todos los requisitos informativos y regulatorios que deben cumplir las obras de infraestructura, de acuerdo con los términos legales vigentes.

En el caso de la reforma eléctrica es la preocupación principal del sector privado en este momento, y existe la versión de que bien podría llegar otra iniciativa diferente a la que originalmente se envió, incorporando en ésta algunas de las preocupaciones del sector privado, Morena podría hacer algunas modificaciones a la iniciativa que ya se encuentra en la Cámara, para quitar los temas que más preocupación causan al sector empresarial. Esto no significa que el gobierno federal vaya a renunciar a la expectativa de fortalecer a la CFE a costa de las empresas privadas.

Enrique Quintana en su colaboración asegura, ni Tatiana Clouthier ni Rogelio Ramírez de la O son defensores fervorosos de esa reforma. Han tenido que expresar su respaldo, pero cuando lo han hecho, claramente ha sido de una manera forzada y no suenan nada convencidos. Sin embargo ni los titulares de Economía ni de Hacienda van a hacer nada en contra de la visión expresa planteada por el presidente de la República. López Obrador no entiende de elementos técnicos que tienen que ver con la industria energética, pero sí percibe su significado político. El riesgo que existe es que considere, dado que de acuerdo con las encuestas, una mayoría respalda la reforma, insista en tratar de realizarla para dar satisfacción a quienes apoyan ese cambio constitucional. O sea, a un grupo de empresarios, agrego yo.

El pueblo no manda, ya que no puede. En México la pobreza y la pobreza extrema son los rostros del sistema de desigualdad diseñado por los que concentran el poder económico y político. A lo largo de las últimas tres décadas se han creado diversos programas de subsidio a los pobres, pequeñas aspirinas para abatir la "neumonía” causada por las malas políticas públicas. Pero no se han generado estrategias sólidas de mediano y largo plazo que haga autosuficiente a la población para que no dependa de las dádivas del gobierno, ni del crimen organizado. Los pobres han sido rehenes del Ejecutivo en turno, clientela política inagotable y carne de cañón.

Sí es cierto que la crisis por la pandemia ha causado desastres generales en el mundo, pero lo que indican las estadísticas en México habla claramente de otra cosa. Una negligencia con los más pobres y vulnerables, quienes no revivirán con las promesas de amor presidencial, ni con los pocos pesos mensuales, mientras todo el sistema de salud, educación y cultura colapsa sobre ellos. Urge pues, un verdadero cambio social, pero esta tarea solo puede ser llevada a cabo por un pueblo que se decida en primer lugar organizarse y educarse para llegar a tener la capacidad de poder tomar el poder de la nación en sus manos. Volver a votar por iluminados, remedos de mesías no es la solución.

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