MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

En Hidalgo: lo inadmisible para el gobierno, lo inadmisible para el pueblo

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Es “inadmisible”, fue la respuesta que recibieron en días pasados los humildes integrantes de una numerosa comisión de diversas comunidades indígenas de la huasteca hidalguense al acercarse a la oficina regional del gobierno del estado de Hidalgo en Huejutla, en búsqueda de respuesta a sus añejas peticiones de obras, servicios y apoyos diversos. Sólo esa respuesta tajante: es “inadmisible” adornada con hipócritas llamados “al diálogo” que el gobierno encabezado por el licenciado Omar Fayad nunca ha concedido y a “privilegiar los canales de comunicación” que tampoco nunca ha tendido.

¿Qué pedían, qué piden los indígenas de la Sierra y la Huasteca y junto con ellos -cada quien en su región- los de la zona Otomí-Tepehua, los habitantes del Valle del Mezquital, los del Valle de Tulancingo, los de la comarca minera, los de la región de Tizayuca, los de la capital del estado, como para merecer una respuesta tan tajante y grosera? Nada extraordinario ni nada fuera del derecho que le asiste a todo ciudadano mexicano: ser escuchados y atendidos en sus apremiantes necesidades y soluciones serias y verdaderas. Nada más.

Solicitan que se programen y lleven a cabo por parte del gobierno del estado diversas obras sociales de elemental necesidad en las colonias y comunidades más marginadas de gran rezago; obras de agua potable, drenajes, caminos, electrificaciones, etc., que a estas alturas y después de varios gobiernos de continuidad, ya deberían de estar atendidas y resueltas desde hace mucho tiempo. Y en segundo lugar que se otorguen por parte del gobierno del estado, apoyos diversos, y ahora urgentemente necesarios, como consecuencia de la pandemia, tales como programas de apoyo a la vivienda (para combatir el amontonamiento en las humildes viviendas de los más pobres) y el programa alimentario, que siempre ha hecho falta porque en Hidalgo siempre ha habido pobreza, hambre y desnutrición, pero que ahora es en extremo urgente por la carestía y el desempleo que se han agudizado con la pandemia. Eso, nada más.

Pero esto que es de una necesidad tan elemental y plenamente apegado a derecho, ha despertado una cerrazón irracional en las altas esferas del gobierno del estado que en más de una ocasión ha pasado de la indiferencia y sordera, a la represión selectiva (amenazas y detención de dirigentes) y masiva, al violentar los más elementales derechos constitucionales como impedir el libre derecho de manifestación a decenas de miles de ciudadanos, tal como ocurrió en abril de 2019 cuando bloqueó con piquetes de policías y granaderos todos las carreteras que conducen a la capital para impedir una multitudinaria pero pacífica manifestación.

Esta conducta es a todas luces la de un gobierno insensible, funcionarios de palacio que desprecian con un “es inadmisible”, su obligación legal de escuchar y atender las peticiones ciudadanas, que olvidan que gobiernan un estado inundado de pobreza y de carencias, donde la gran mayoría, casi el 70% de la población carece de un empleo formal, que por lo mismo no tiene un ingreso estable y seguro ni tampoco derecho a seguridad social y atención médica, que no se alimenta como debiera y que no puede tampoco asegurar la educación de sus hijos. 

Por eso el pueblo humilde, trabajador y desamparado bien puede responder a la afirmación del gobierno:

Para el pueblo es inadmisible no tener un empleo seguro y un justo salario.

Para el pueblo es inadmisible no poder saciar su hambre.

Para el pueblo es inadmisible no tener acceso a una buena atención médica.

Para el pueblo es inadmisible no tener agua potable, luz eléctrica, buenos caminos.

Para el pueblo es inadmisible no tener escuelas dignas para sus hijos.

Para el pueblo es inadmisible que haya un gobierno sordo y prepotente.

Para el pueblo es inadmisible que no se escuchen y atiendan sus peticiones

Y porque todo eso es lo verdaderamente inadmisible para el pueblo, es que no dejaremos de reclamar atención y soluciones y de no encontrarlas, estará quedando claro que el pueblo no necesita ni le convienen gobiernos de este tipo, que los tiene que cambiar y para eso debe tomar conciencia de la causa de sus graves problemas, unirse y organizarse para establecer nuevos y buenos gobiernos.

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