MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El verdadero reto, este 6 de junio, es despertar y liberar conciencias

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Este 6 de junio de 2021, viviremos las elecciones más grandes de la historia de nuestro país; las 32 entidades federativas tendrán elecciones locales concurrentes con la federal. Se trata de un total de 21 mil 368 cargos de elección popular, donde debieran participar 92.4 millones de ciudadanas y ciudadanos.  

Los mexicanos ejerceremos nuestro derecho a elegir a 300 diputaciones de mayoría relativa y 200 de representación proporcional (500 diputados federales en total), así como 15 gubernaturas, 1 mil 063 diputados en 30 congresos locales, además de 1 mil 926 presidencias municipales, regidurías, sindicaturas y juntas municipales. En todo el territorio nacional, se instalarán 163 mil 244 casillas que requerirán la participación de más de 1.4 millones de ciudadanos y la contratación de casi 7 mil supervisores electorales y 41 mil capacitadores electorales.

Los ciudadanos afrontarán una de las elecciones más confusas de la historia ¿Se estará haciendo lo necesario para que el ciudadano pueda decidir correctamente, sin confusión, ante las múltiples boletas que recibirá en unas semanas y decidir con plena conciencia? Hay partidos que resultaron ser grandes aliados en la búsqueda de una curul en la Cámara de Diputados, pero que a nivel municipal son recios adversarios.

Es la misma historia de siempre para la mayoría de los mexicanos, durante la campaña electoral se realiza una pasarela de candidatos y candidatas, a los distintos cargos de elección popular, de los 12 partidos políticos que actualmente participan, quienes se desviven con discursos bonitos y elocuentes, que prometen a sus seguidores y hasta quienes no lo son, la luna y las estrellas y más, si son favorecidos con los votos de la ciudadanía, abrazan y apapachan a sus entusiasmadas audiencias; pero cuando llegan (los que llegan) a los ansiados puestos de poder, ya no regresan a las casas, calles y lugares públicos que recorrieron durante su campaña y, si por casualidad se encuentran o son visitados por algunos de sus entusiasmados seguidores, fingen amnesia y dicen no conocer a la persona que seguramente lo visita o intercepta para solicitar algún apoyo o el cumplimiento a una promesa de campaña y a la cual seguramente no recibirá una respuesta concreta ni favorable.

Debido a lo anterior, más del 42% de los mexicanos no votan, se abstienen de ejercer este derecho civil y político (que en 1997 fue del 42.33% de un padrón 52 millones 945 mil 654 electores), no participan en estos procesos electorales, pues consideran que se trata de una pérdida de tiempo y se justifican diciendo que son apolíticos, apartidistas y que su participación no es importante pues de antemano ya está acordado y decidido quiénes serán los ganadores.

Sabemos que mucho hay de razón, pues, sobre todo en los partidos grandes, la elección de sus candidatos no se realiza a través de métodos transparentes y claros, sino a través de “acuerdos de las cúpulas partidistas en lo oscurito”, de “ventas de candidaturas al mejor postor” de los dirigentes de los partidos, y para muestra un botón, ahí están los escándalos mediáticos en los que se han vistos inmersos partidos como Morena, PVEM, PAN, PRI, etc., etc.; donde los reclamos e impugnaciones de los auténticos militantes o fundadores de dichos partidos, ante las autoridades electorales, no se hicieron esperar.  Y en el mejor de los casos, donde los partidos son nuevos o están a punto de desaparecer, tuvieron que ofrecer candidaturas al público, a la ciudadanía, para participar en dicho proceso y sacar una votación mínima, aunque sea para no perder el registro del partido.

Visto así el panorama electoral nacional, pareciera que tienen razón los que afirman que se trata de una pérdida de tiempo, que la ciudadanía es utilizada para “legitimar y legalizar” la imposición de candidatos que no representan ni trabajarán por los intereses del pueblo, sino que han estado, en su gran mayoría, al servicio de quienes tienen el poder político y económico, al grado tal que nuestros legisladores federales (senadores y diputados federales) aprobaron leyes que permiten la reelección de los actuales presidentes municipales, diputados locales y federales, quienes no han entregado resultados concretos y cuentas claras de su actual administración, sin una evaluación seria de su gestión y ya están realizando proselitismo para continuar en el poder.

De esto, cientos de casos se están presentando a nivel nacional y Quintana Roo no es la excepción.

Para muestra otro botón, de los más sonados, están los casos de los presidentes municipales de Benito Juárez, María Elena Hermelinda Lezama; de Solidaridad, Laura Beristaín Navarrete, de Cozumel, Pedro Joaquín Delbois, de Lázaro Cárdenas, Josué Nivardo Mena Villanueva, de José María Morelos, Sofía Alcocer,  de Tulum, Víctor Mass Tah y otros que quieren ser Diputados federales como los Presidentes Municipales con licencia, Juan Carrillo de Isla Mujeres (que por cierto era del PRI y ahora va por MORENA, Laura Lynn Fernández Piña de Puerto Morelos), etc. 

Todos ellos cuestionados seriamente por un mal desempeño en su administración municipal, señalados de caer en nepotismo, casos graves de corrupción (principalmente las alcaldesas morenistas y de su aliado estratégico el PVEM) y de alcaldes como Josué Nivardo Mena que, empecinado por ser gobernador del estado, empleó recursos y tiempo en hacer proselitismo anticipado en municipios como Benito Juárez, Puerto Morelos, Solidaridad, Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, por mencionar algunos. 

Prueba de ello son las múltiples notas periodísticas y videos publicados en medios escritos, digitales y en las “benditas redes sociales”, pero en la otra cara de la moneda, durante más de dos años, el abandono en que tuvo a la cabecera municipal y a todas las localidades de Lázaro Cárdenas.

Ya en tiempos electorales, ahora que es candidato del PAN en busca de la reelección, Josué Nivardo Mena Villanueva trata de subsanar sus hierros e intenta tapar el sol con un dedo; pretende embaucar a ingenuos y de nuevo convencerlos de que vuelvan a votar por él y darle continuidad a su administración y seguramente a su proyecto personal.

Lo preocupante es que se están empleando viejos y nuevos métodos para presionar y “convencer” a los ciudadanos para que vuelvan a votar de él. 

Estimados posibles lectores, de éste y otros aspectos relacionados, nos ocuparemos en nuestra siguiente colaboración. 

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