MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Elegir y decidir el futuro de México

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Las operaciones de la clase política mexicana en vísperas, muy adelantadas, al proceso electoral que vivirá México en el siguiente año, dominan la agenda en los medios de opinión y comunicación, y no es para menos, pues es un hecho que lo que se defina en ellos y resulte al final, definirá el futuro del país por lo menos en lo que al sexenio siguiente se refiere.

La semana pasada fue la reunión del consejo de Morena y el proceso interno del seudo partido y sus aliados en el poder y el aparente acuerdo para elegir a su candidato a la presidencia de México, mañosamente llamado coordinador de los comités de defensa de la Cuarta Transformación, para evitar las probables sanciones del INE y el TEPJF por hacer campañas adelantadas, pues, en efecto, las marionetas de Morena (por eso digo que no es un partido) que solamente validan las desquiciadas alucinaciones de su líder, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), están violando las leyes electorales, y lo saben pero no les importa, se burlan de quienes les quieren hacer ver la flagrancia con que lo hacen, como si no se dieran cuenta, con tal soberbia y desvergüenza, que dejarán material de sobra para que las posteriores generaciones de demócratas auténticos, puedan examinarlas, analizar y sacar enseñanzas verdaderas para las futuras generaciones de mexicanos que sí sean verdaderos nacionalistas.

Esta semana, se trató de la definición del proceso para elegir el candidato del frente de partidos y organizaciones civiles, al que se le ha llamado frente opositor. La sola formación de este frente (a mí me parece que sí lo es) proporciona mucho para analizar y entresacar enseñanzas, seguramente muy interesantes y útiles, pero por lo pronto quisiera referirme a los procesos que ya expusieron para la elección de sus correspondientes candidatos.

Destacan dos diferencias, primero, habrá que reconocer que la alianza opositora ha mostrado más decoro para respetar las leyes y los tiempos, a diferencia de lo que hacen los comparsas de AMLO, cosa que no es menor, independientemente de que se proceda o no a sancionar a Morena y a sus suspirantes, o que se pudiera solo intentar, pues el nuevo INE ya tuvo la oportunidad de mostrar su vocación, y lo que demostró es que también se ha convertido en tapete del partido en el poder, por lo que no se puede esperar por ese lado sino más bajezas y canalladas que no solamente los desprestigian a ellos, sino a toda nuestra democracia.

Todos los mexicanos deberían observar el comportamiento de una y otra fuerzas, pues esto sí es una muestra clara de principios e integridad, y el honor no es poca cosa, las personas sin honor y sin principios terminan siempre traicionando a sus seguidores, si la conveniencia política se los exige, de manera que no se puede confiar en esa gente. Esta falta de principios, de la que la vieja clase política era y es ejemplo, no sorprende en Morena, pues habrá que recordar y admitir que quienes están ahora en ese grupo político no son sino lo más sucio y corrupto de todos los demás partidos, que han ido a esconderse bajo la cobertura del partido en el poder (y del presupuesto, claro), mientras que, a diferencia de ellos, las fuerzas de la alianza opositora han mostrado, como ya dije, más principios y más decoro.

La otra diferencia, también muy clara, aunque más difícil de demostrar, está en la legitimidad de los procesos, pues en el caso de las criaturas de Andrés Manuel López Obrador ya se sabe que el proceso es solamente una faramalla, para validar lo que en la cabeza del líder ya está definido.

La democracia de AMLO no es tal, es solo el discurso y la cobertura para validar su voluntad absoluta y caprichosa. En cambio, o sorpresa, en el caso de la alianza opositora, a pesar de algunas dificultades y diferencias que se han apresurado a criticar (unos con buenas y otros con malas o muy malas artes e intenciones) vemos cómo los aún poderosos partidos han cedido, ante la necesidad histórica de hacerlo, su acostumbrado dominio, y en vez de componendas y acuerdos para definir a niveles cupulares al elegido o a la elegida, se han adherido a un mecanismo que no garantiza que queden sus propuestas, sino las que del mismo proceso resulten.

Sí, es cierto que muchos se adelantan y aseguran que la supresión de una votación directa, razón por la que el grupo de expertos electorales llamado mini INE se disolviera (y algunos abandonaran el frente), esconde en realidad la intención de convertir el proceso, también, en una pantalla para ocultar la imposición o los acuerdos a nivel cupular para conformar la candidatura y la repartición de carteras. Inmediatamente AMLO ya sacó del baúl al enemigo número uno, al innombrable Carlos Salinas, asegurando que él será quien imponga al candidato de la oposición.

Aquí también se deja ver con claridad la desmedida ambición de poder de AMLO y su deseo de acumular y ejercer el poder aún después de todo el proceso electoral e independientemente de sus resultados.

Pero ambos procesos tienen algunos defectos en común, y yo quiero destacar dos, a cuál más demoledor, que hace casi imposible esperar algún resultado favorable para el pueblo trabajador, quienes, otra vez, se han quedado marginados del proceso y sin esperanzas de influir en él y darle el carácter que realmente le hace falta, quedando reducidos como siempre a simples votantes. No se ve por ningún lado al pueblo ni se ve por donde se pueda colar para definir ni al candidato ni a las propuestas y posturas en relación con los problemas más urgentes que el nuevo jefe del ejecutivo debería aceptar y comprometerse a defender.

En el primer caso, Morena ya tiene definidos a los seis candidatos (también los definió él sin ningún desparpajo ni vergüenza) y ya sabemos que será AMLO quien elija al definitivo. En el caso de la oposición, aunque es más laxo el mecanismo, tampoco hay modo de que se cuele un candidato independiente o uno del pueblo, ya que tampoco hay una convocatoria más abierta a las organizaciones de la sociedad civil y a las de los más pobres para participar.

Pero es más grave el segundo defecto, según mi humilde opinión, que consiste en que ambas fuerzas están más preocupadas por descubrir el mecanismo para ganarse el voto de los mexicanos, pero no mediante propuestas y compromisos claros, mediante la exposición y defensa de un proyecto de nación que realmente reivindique las deudas históricas del poder público hacia las grandes masas trabajadoras, sino, como siempre, mediante la manipulación de la comunicación, mediante el engaño y la promesa falsa, hipócrita, que solamente pretende atrapar, sea mediante el engaño o mediante la compra de voluntades, momentáneamente (tanto como dure su ida a la casilla de votación), la aprobación del votante.

No se ve en la oposición (¡ni hablar de Morena y el oportunista de AMLO!), la intención de acceder al poder para corregir los grandes males del país, tan claros como clara es su solución, pero que no les conviene pues son los grupos de poder los beneficiarios de esos problemas, de esas diferencias y su intención es llegar al poder para mantenerlas y profundizarlas.

Es la manipulación y la corrupción, como siempre ha sido desde que existe la democracia, pero que habremos de reconocer que Morena y AMLO han destilado y llevado a su quintaesencia con su ejercicio del poder.

En este 2024, otra vez, el ausente en candidaturas y propuestas será el pueblo. Pero el pueblo debe aprender que no podía ser de otro modo, que esta democracia no será suya, sino hasta que se organice y se convierta en fuerza política, ya no para elegir entre las diferentes opciones que le presenten, sino para decidirse a tomar, por sí y ante sí, con los instrumentos que le da nuestra carta magna, y poner en sus propias manos el poder de la nación.

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