La política de salud implementada en México ha demostrado ser un fracaso rotundo. En 2018, el 16.19 % de los mexicanos carecían de dicho servicio; para 2024, el porcentaje aumentó a 39.1 %, lo que significó que 50.4 millones de personas en nuestra patria carecen de acceso a servicios de salud dignos.
La política de salud implementada en México ha demostrado ser un fracaso rotundo, dejando a millones sin acceso a servicios médicos dignos y recurriendo a alternativas como los consultorios de farmacias.
Todas las entidades del país están siendo afectadas. Las cifras mencionadas no son meros datos estadísticos, sino vidas en riesgo, mamás desesperadas porque no pueden cubrir un servicio médico particular de calidad, niños que se mueren por piquetes de alacrán en pleno siglo XXI, médicos y enfermeras que improvisan equipos para atender a sus pacientes, entre otras situaciones preocupantes.
Los resultados del sistema público de salud han llevado a la población a adaptarse a sus circunstancias y acudir a cualquier consultorio que les brinde medianamente “seguridad” para poder curarse.
Dos notas, en lo que va del año, sintetizan los resultados del sistema de salud en el país. La primera, “Gobernador de Durango admite que Hospital de Gómez Palacio usó vasos de unicel y frasco de café como insumo”.
Dichos materiales funcionaron como mascarilla de oxígeno y humidificador. La cosa no termina ahí, y se pone más tétrica: en el mismo hospital, familiares de un paciente de 59 años con un riñón recién extirpado por cáncer solicitaron dicho órgano al departamento de patología con el fin de realizar una biopsia en un hospital externo. Lo increíble fue que se les entregó en un vaso de yogur.
La segunda, “Hospital de Oaxaca suspende cirugías por falta de insumos; no hay ni agua de garrafón”. Los médicos y enfermeras han tenido que suspender el servicio de comedor para pacientes y se utiliza el agua de las cisternas para consumo humano. Si usted tiene alguna duda, hay suficientes pruebas gráficas que demostrarán lo dicho, pero si no fuera suficiente, está la realidad que siempre se puede comprobar. Hasta aquí las referencias.
Vemos que no se cuenta ni con lo indispensable en los hospitales públicos del país. La situación del sistema de salud es alarmante, y casi por sentido común se debiera de actuar de inmediato; sin embargo, se actúa en un contrasentido infame: se mantiene el recorte del 12.2 % al presupuesto de salud a nivel federal para el 2025.
Ante la nula aplicación de recursos y con las circunstancias descritas, se genera un clima de desconfianza entre la población para acudir a las instituciones públicas para poder curarse; prefieren acudir a cualquier otro centro médico privado, y es en ese contexto en el que se han popularizado los “consultorios de farmacias”.
Existen 19 mil consultorios en todo el territorio nacional, en donde atienden a 10 millones de mexicanos al mes. La salud de una gran parte de la población depende de estos establecimientos.
Según las estadísticas del Coneval, el 25 % de los mexicanos que tuvieron un malestar se atendieron en el consultorio de farmacia más cercano. Eso quiere decir que una de cada cuatro personas en todo el país depende del Dr. Simi y sus primos.
Otra cifra para destacar es la atención en los consultorios de las farmacias. Estos atendieron en 2023 a 27 millones y medio de mexicanos, casi lo mismo que atendió el IMSS, que fueron 32 millones de pacientes.
Dichos servicios han servido para liberar presión a nuestro gran deficiente sistema de salud para atender las necesidades de millones de individuos. Los datos nos dicen que es necesario intervenir urgentemente para mejorar el sistema de salud en México. Una de las primeras preocupaciones que debieran asumir los gobiernos del mundo es la salud y bienestar de sus habitantes, ya que, sin esa premisa, es imposible garantizar un desarrollo integral de su sociedad.
Imaginen la calidad que tienen los gobiernos en donde se tiene más confianza a un consultorio de farmacia promocionado por una botarga que a toda una institución pública; eso sí debe de preocuparnos, pero, sobre todo, ocuparnos.
Los que padecemos los malos servicios médicos debemos darnos cuenta de que la única manera en que se corrija esta situación es que el gobierno mexicano destine más presupuesto en mejorar el sistema de salud nacional, que deje de seguir engañando a la sociedad con las tarjetas del “bienestar” que reparte a diestra y siniestra, pero a costo de la vida de muchas personas.
Nuevamente la realidad nos vuelve a tocar a la puerta; en este caso, nos señala que los consultorios de farmacia han jugado, desde hace mucho tiempo, el verdadero papel de sistema de salud mexicano, dejando por debajo a las instituciones públicas.
Necesitamos una sociedad mexicana vigorosa, sana, fuerte, y para lograrlo debemos empezar con cambiar el enfoque de las políticas públicas que instrumenta el gobierno en turno, en el caso de la salud; si no lo hacemos hoy, mañana puede ser muy tarde. Que conste.
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