MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El Teatro de Shakespeare

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Sin salirse de la escuela de Shakespeare, esta vez, la Compañía Estatal Potosina de Teatro Antorchista, presenta la tragedia de Tito Andrónico que, al igual que Macbeth, es del autor inglés a quién llegó a conocérsele, también como el príncipe de los ingenios de la lengua inglesa.

En la temporada de teatro de este año, organizada por la Comisión Cultural Nacional del Movimiento Antorchista, la Compañía Potosina estará dirigida por la maestra Martha Morales, quien, con más de 40 años de experiencia como directora, ya ha sido galardonada en anteriores encuentros en el Teatro de la Paz y es reconocida como autora de libros, como el titulado "Desamores y Otras Yerbas", en el cual testimonia su trayectoria y su sólida preparación literaria y artística, libro elogiado por escritores colombianos y mexicanos, por su espontaneidad, brevedad y entretenida narrativa, pero sobre todo, por su sencillez y permeabilidad, sin dejar de ser tercamente crítica.

En nuestra compañía, sobresale el talento de semiprofesionales en los papeles estelares, el de varios jóvenes activistas que, al mismo tiempo, han decidido incursionar en el quehacer teatral, así como el de brillantes jóvenes universitarios y estudiantes de teatro, que han coincidido en la idea de cultivar y propagar los elevados valores que plantea la tragedia de Shakespeare, Titus Andronicus, que será presentada el día viernes 21 de octubre, a partir de las 12 horas en el Coloso de Villerías.

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Shakespeare nació el 26 de abril de 1564, en el sexto año de la reina Isabel I de Inglaterra, por lo cual se le conoce a su obra como parte de lo que se llamó el teatro Isabelino, lo que no significa que esta circunstancia tenga alguna influencia en su autor.

En 1593 fue escrita la tragedia Tito Andrónico y representada en 1594 en el teatro londinense de la rosa, se trata de una tragedia de venganzas que se originan con la guerra, pero cuyo realismo le otorga una actualidad y vigencia asombrosas; sin embargo, los críticos light hacen referencia a ella, como una obra sangrienta, a tal punto, que en la época victoriana la representación de esta obra fue prohibida, solo por esa circunstancia.

Sin embargo, la obra no es biográfica ni histórica, es una composición trágica para ser representada, según dicen los especialistas, en alusión al mito de Filomela, de Ovidio, que fue violada por su cuñado el rey Tereo, quien le cortó a ella la lengua para que no lo contara y su crimen quedará impune.

Sin embargo, a quien presencie atentamente la obra, le quedará claro que, cuando Tito Andrónico renuncia al poder, lo hace llevado por el buen deseo de que en su patria reine la paz y la prosperidad, afirmando que él no quiere el poder para oprimir a su pueblo y por eso prefiere que gobiernen otros, cuando esto afirma Andrónico, es porque ha vuelto de su última campaña guerrera como triunfador, y porque sabe que tiene el apoyo del pueblo y del senado para gobernar a Roma; pero es increpado por el príncipe heredero Saturnino, ante lo cual Andrónico responde, que aunque el pueblo y el senado lo hayan nombrado, él le da sus votos del pueblo y del senado al príncipe heredero, para que gobierne, y en ese mismo acto, es nombrado emperador, sin que el príncipe hubiera librado ninguna batalla, ni mucho menos se hubiera preparado para asumir el gobierno de Roma; lo anterior se ve, cuando Saturnino desdeña a Lavinia, después de haberla pedido a Tito, núbil joven hija de Andrónico y prefiere a Tamora, la reina goda, como su esposa y emperatriz de Roma, no inspirado por otro afán que el de superar su propia inseguridad como gobernante y la ambición por el poder mismo; lo cual le hace caer en manos de Tamora, representante de los vicios del poder y los crímenes de los opresores del pueblo. A partir de aquí, el nuevo emperador de Roma no detiene a Tamora ya como emperatriz, en la trama de las más pérfidas y crueles venganzas, en contra del prometido de Lavinia misma, de los hijos de Tito Andrónico etc.. Y alrededor de estos acontecimientos se van desarrollando los vicios, las traiciones, la hipocresía, los engaños y la bestialidad homicida, que son los signos inequívocos de toda tiranía.

Así se convierte Saturnino en un tirano, sin intentar detener en lo más mínimo, las venganzas de Tamora, sino más bien, asintiendo implícitamente a sus maquinaciones al grado de que, al final de la tragedia, se ve enredado en sus propias atrocidades, dando con ello la oportunidad, a Tito Andrónico, -quien por su parte ya había enviado en muestra de lealtad al emperador su propia mano cortada-, de vengar la muerte de sus hijos y, al pueblo Romano, la de encumbrar a otro guerrero tan valioso para Roma, como lo fue Tito Andrónico, es decir, al hijo de éste Lucio Andrónico, quien es nombrado por el senado y aclamado como emperador por el pueblo.

Toda obra artística admite siempre distintas valoraciones y lecturas, despierta diferentes emociones, estimula la fantasía y la creatividad de quienes son espectadores, independientemente de la cultura que tengamos, pero una cosa es indiscutible, en esta obra: Tito Andrónico como todos los grandes guerreros, representa a los soldados romanos y al pueblo que, luchando contra los opresores y los invasores, saben dedicar su vida a la defensa de su patria, sin buscar recompensas, ni el poder como un fin en sí mismo, por eso renunció al trono que le ofrecía el senado romano y dio sus votos a Saturnino. Y Saturnino, que es la negación absoluta del buen soldado romano -representado por Andrónico-, asume el trono, pero al asumirlo, da lugar a la tiranía y los crímenes urdidos por Tamora, dándole a ésta su consentimiento y hasta participando él mismo, directamente en los crímenes.

Ningún intento descriptivo, ni siquiera el más esforzado podrá sustituir a la riqueza y al impacto de la representación en el teatro de esta gran obra de Shakespeare, pues aún y cuando se diga que nos causan horrores la violencia y la sangre, no olvidemos que el mundo está lleno todavía de violencia y de crímenes inimaginados ante los que la tragedia de Shakespeare se queda corta. En este aspecto cobran vigencia las palabras que dijo Marco Andrónico a Tito: ¡domina tu dolor! (por la traición del emperador y sus crímenes) y ¡razona!, (o sea rebélate ante las injusticias a través de tu capacidad de pensar y no dejes que el dolor te consuma).

Nos puede horrorizar una obra de teatro; pero las guerras y las atrocidades en que vive el mundo capitalista, deberían rebelarnos contra el.

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