Una sociedad con características capitalistas, tiene por consecuencia a una clase de la que se sirven los dueños del dinero, para obtener de ella todo lo necesario, para posibilitar una vida desahogada y llena de extraordinarios lujos que conlleva a una vida de placer: en la alimentación, en el estudio, en la tecnología, viajes de placer, etc. La clase adinerada, que no tiene la necesidad de producir lo que requiere para alimentarse, dispone de suficiente tiempo para dedicarse a la ciencia, a los negocios, a la investigación para producir ciencia y generar tecnología.
Mientras, la clase dominada, la clase explotada, vive abrumada por sus penurias, en la oscuridad de la ignorancia, sin empleo, sin vivienda, sin atención médica y sometida al vaivén de la pandemia que asuela al mundo entero. En este contexto, la clase trabajadora, no encuentra explicaciones de esta realidad que le mata paulatinamente porque vive encadenado a sus necesidades inmediatas y por si la desgracia fuera poca los medios masivos de enajenación todos los días se la pasan machacando su cerebro con mensajes carentes de contenido científico, con basura mediática que le conducen a un consumismo feroz, cerrando definitivamente las puertas de acceso a una educación de calidad y además crítica para garantizar que las nuevas generaciones sean masas sumisas, dóciles y fáciles de manipular, a los antojos de las grandes empresas nacionales y trasnacionales, dejando en libertad absoluta a los dueños de estas grandes empresas de explotar las riquezas de nuestro país, pagando salarios de hambre a los trabajadores, además de dejarlos sin prestaciones sociales como vivienda y atención médica.
Esta realidad, explicada bajo la filosofía marxista, es consecuencia del modo de producción que impera en nuestro país y que debemos, en un primer momento, hacerla menos inhumana y, paulatinamente, revertirla completamente para beneficio de millones de desvalidos. Para ello es necesario educar al pueblo, obra titánica que se antoja difícil pero no imposible y sea la masa quien lleva a cabo esta lucha ideológica para sacudirse este dominio de años que lo tiene postrado.
Antorcha, conocedora de esta realidad material, ha llevado desde su génesis, un trabajo descomunal para explicarle a la masa empobrecida, las causas de la situación que vivimos; el sustento científico es fundamental para dar certeza al contenido que se da a conocer. Además, Antorcha proyecta e instrumenta actividades culturales en las comunidades; eventos de oratoria, de baile y danza, declamación, canto y música; Antorcha, ¡acerca el arte al pueblo!, lleva el arte al pueblo, para que la gente se solase en el arte, encuentre el mensaje que conlleva observar y escuchar un poema, en la voz de un hijo de su mismo pueblo. La sensibilidad que despierta en el individuo el contenido de una canción de protesta, el contenido de un poema en voz de un campesino, ama de casa o de un estudiante, abre grandes posibilidades para interrogar y encontrar respuestas sobre el estado de cosas que nos hacen la vida casi imposible de vivirla dignamente. Entonces, el pueblo comprende que una vida más digna sí es posible, pero hay que estudiar, organizarse y trabajar en colectivo para tener muchas posibilidades de alcanzar los objetivos que nos tracemos.
El arte, entonces, es un instrumento sensibilizador que educa, que redirecciona nuestros pensamientos hacia la lucha, hacia el progreso del pueblo trabajador. De esta manera, el arte le da las herramientas al pueblo para que rompa.
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