Los partidos políticos nuevamente acaparan la atención del público, con el anuncio de sus procesos internos para elegir a sus candidatos a la Presidencia de la República, faltan 11 meses para la elección y como ya sabemos llamarán a votar, que llegando al cargo, se convertirán en los mejores defensores de los más desprotegidos, pero ya sabemos que esas promesas, que escucharemos machaconamente no se cumplirán y no las van a cumplir porque no están decididos a romper los fuertes compromisos que tienen con los poderosos, y no sólo eso, se convierten en los vigilantes de que nada cambie, que nada se mueva, aplacar cualquier protesta, calumniar a los que señalan las promesas incumplidas, porque su verdadera tarea es apoyar a los grandes capitalistas.

 Así ha sucedido con los gobernantes anteriores, pero también con el actual gobierno, vamos con algunos ejemplos: los magros aumentos salariales no mejoran sustancialmente el poder adquisitivo de los trabajadores; el desempleo no disminuye; los servicios de salud no sólo no mejoran, hoy tenemos desabasto de medicamentos, mala atención y la infraestructura hospitalaria es totalmente insuficiente; la inseguridad está imparable, a pesar de la creación de la guardia nacional; el sistema educativo está en un franco deterioro, falta de equipamiento en escuelas, y la situación laboral del magisterio no mejora y así le podemos seguir, nada ha cambiado, bueno, sí ha cambiado, hoy estamos peor.

Esperar la llegada de un gobernante salvador de los pobres, es una ilusión, y la única salida es la participación de las mayorías, conformar una fuerza política capaz de obligar a los gobernantes a trabajar en beneficio de todos y no solo que se preocupe de los grupos de poder.

Que los trabajadores comprendan que renunciar al derecho de organizarse, es renunciar a la única herramienta política para defenderse de los abusos de los enemigos del progreso, de los que se aprovechan del indefenso.

En el Movimiento Antorchista sabemos de la cruda realidad para los trabajadores, tanto del campo como de la ciudad, que la única salida es consolidar una fuerza política, mientras más grande y desarrollada sea, más peso político tendrá para ser tomada en cuenta.

Pero no sólo se trata de lanzarnos a la lucha por nuestras demandas más apremiantes, nuestra organización ha entendido que no basta la acción, también debemos educar políticamente a todos los nuestros agremiados, en hacerlos conscientes de sus derechos, necesitamos activistas conscientes, educados, porque deben actuar por convicción para que nadie se sienta obligado.

 Se trata de crear una organización de gente educada, que comprenda por qué está haciendo las cosas, que sea gente honesta y que participe por convencimiento, que sepa que lo hace por su familia y por todos los de su clase social.

 En estos tiempos difíciles que atraviesa nuestra nación, la organización es una necesidad, el pueblo organizado será la palanca de su propio desarrollo, tenemos que luchar, exigir y dedicar el tiempo necesario para convertir a cada miembro de nuestra organización en luchadores sociales. Debemos combatir el individualismo que nos ha impregnado la sociedad capitalista, hacer a un lado el egoísmo y fomentar la solidaridad en nuestras filas y luchar en unidad por el bien común.

 Ir a los pueblos, a las colonias y escuelas para organizar no sólo es una acción generosa, es también una necesidad para acumular más fuerza, el antorchismo crece y se multiplica por todo el territorio nacional.

Si todos nos empeñamos en cumplir la tarea, el Movimiento Antorchista se convertirá en la fuerza que necesita el pueblo de México.