MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El pueblo depositario del poder y la propuesta de Antorcha

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Muchos se preguntan quién tiene la razón en la discusión acerca de los intentos del presidente Andrés Manuel López Obrador para reformar el sistema electoral mexicano y sus pretensiones de adelgazar al Instituto Nacional Electoral (INE), pues quienes lo defienden y hablan de la mafia electoral, de quitar privilegios y de abaratar las elecciones, mientras que quienes defienden al INE acusan a AMLO de intentar controlar al órgano y, por esa vía, a la democracia, para conservar el poder a pesar y hasta por encima de la verdadera voluntad popular.

En una colaboración anterior, me atreví a sostener que quienes han tenido el poder (todos los que lo han tenido y los que lo tienen) siempre han intentado con malas artes conservarlo, para lo cual una verdadera democracia no les sirve, sino que les estorba, mientras que a quienes no tienen el poder les interesa exactamente lo contrario, y que eso explicaba la notable diferencia entre el AMLO candidato con respecto al AMLO presidente, pues, ahora que lo tiene, le interesa afinar los mecanismos para conservar el poder, aún en contra de la voluntad popular sobre todo cuando sabe que está ya no le favorece, como resultado de un mal desempeño y hasta fracaso de su gobierno.

Para esto se requieren dos cosas, y las dos las consigue con su propuesta de reforma, que no pudo imponer, pues no cuenta con la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, pero que está intentando pasar con su llamado Plan B (contra el cual se manifestaron cientos de miles de mexicanos), que sí puede imponer, pues sí cuenta con la mayoría relativa, gracias a la apostasía y el oportunismo de los diputados, quienes confiesan con orgullo, y hasta lo gritan, que no representan al pueblo sino a Obrador.

Estas dos cosas son: la primera, quitarles recursos a las diferentes fuerzas políticas para impedir su promoción (poniéndolos en manos de los dueños del dinero), dejando irremediablemente fuera de toda posibilidad a los más pobres, cosa que a ellos, a los personeros del partido en el poder llamado Morena y a todos sus satélites y lambiscones, no les importa, pues tienen el poder de la nación con todos sus recursos públicos para promocionarse, ni sienten ninguna vergüenza para usarlos aunque la ley lo prohíba, además de ser bastante hábiles en la obtención y el manejo de recurso en efectivo (cash) de dudosa procedencia.

La segunda, quitarle independencia al INE, para dejarlo totalmente bajo el control del ejecutivo, como en los más viejos y tenebrosos tiempos de los caudillos, de manera que, de este modo, ya no importe la verdadera voluntad del electorado, pues los resultados se pueden manejar y de este modo se coloca él, en efecto, por encima de la democracia.

¿Es esto posible?, tan lo es, que así había sido antes, y los que lo hacían lo saben, aunque lo nieguen, muchos de los cuales siguen en el poder (nunca han dejado de vivir del erario), pero ahora con camiseta guinda. Todo esto le permite el sistema democrático mexicano, y para asegurarlo, es necesario, precisamente, hacer lo que está intentando el presidente: controlar política y económicamente las elecciones.

Para entenderlo claramente, citaré al Maestro Aquiles Córdoba Morán, quien ha estado atento a los acontecimientos nacionales y, motivado por un acendrado compromiso social, ha intentado una y otra vez hacernos ver la verdad. Él escribió, el 12 de agosto de 2022: “… Las atribuciones legales de los partidos implican la posibilidad de que un mismo partido conquiste en las urnas tanto el poder Ejecutivo como el Legislativo. Si, además, como sucede en México, en estos dos poderes recae la facultad de elegir y conformar el poder Judicial, el resultado final es la anulación de facto de la división de poderes, es decir, que los tres poderes acaban funcionando como uno solo. Y si este partido, a su vez, está sometido a la voluntad de un solo hombre, lo que tenemos realmente es una autocracia velada con el ropaje de la teoría democrática… El autoritarismo y el irreductible dogmatismo del actual Presidente de la República, ponen de relieve, como nunca antes, la supresión real de la división de poderes en favor de uno solo: el Poder Ejecutivo…”.

El control del dinero y de las instituciones en manos de un solo hombre, no hay peor enemigo de la verdadera democracia que ese y, en oposición, el mejor modo de defenderla es la descentralización e independencia de los poderes, de los órganos y de las instituciones. Un verdadero demócrata abogará, así, por repartir el poder, en vez de concentrarlo.

No hay más remedio que aceptarlo, AMLO no es demócrata y su Plan B es antidemocrático a todas luces y le convierte en dictador de facto, alejando al pueblo del poder y atándolo de pies y manos para salvar a la democracia que tanto sacrificio y sangre le ha costado a nuestro mejores compatriotas y héroes nacionales… ¿a cambio de qué?

Urge salvar a nuestra débil democracia, pues solamente con esta podremos evitar que el desastre que vive el país se convierta en un problema insalvable. Por eso, la alternativa que le queda al pueblo trabajador es pelear por su derecho a ejercer el poder y entender que eso solo lo puede hacer si se decide a unirse, a organizarse, a convertirse en fuerza política real y afectiva, capaz de pelear, ganar y conservar en buena ley el poder; pero eso solo será posible si esa democracia no está secuestrada por los nuevos tiranos políticos que hoy, en nombre del mismísimo pueblo trabajador, le quitan a éste su única vía pacífica para construirse un mejor destino como patria.

Este papel del pueblo en la democracia es, precisamente, lo que siempre ha propuesto y por lo que siempre ha luchado Antorcha Campesina, lo que la convierte, de este modo, en la única organización del pueblo que representa una verdadera esperanza, es el pueblo, depositario del poder, organizado y en lucha, defendiendo a su modo la democracia y el futuro.

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