Es noticia pública que ya desde hace muchos años el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) maneja una política de "izquierda”; es decir, que la izquierda es el sector del espectro político que defiende la igualdad social y el igualitarismo, frecuentemente en contraposición a las jerarquías entre individuos. En pocas palabras, ser de izquierda quiere decir estar con el pueblo trabajador y con todos los marginados del país.
Los orígenes del término izquierda política, como el de derecha política surgieron en una votación que tuvo lugar el 28 de agosto de 1789 en la Asamblea Nacional Constituyente surgida de la Revolución Francesa en la que se discutía la propuesta de un artículo de la nueva Constitución en la que se establecía el veto absoluto del rey a las leyes aprobadas por la futura Asamblea Legislativa. Los diputados que estaban a favor de la propuesta, que suponía el mantenimiento de hecho del poder absoluto del monarca, se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea. Los que estaban en contra, y defendían que el rey solo tuviera derecho a un veto suspensivo y limitado en el tiempo, poniendo por tanto la soberanía nacional por encima de la autoridad real, se situaron a la izquierda del presidente.
Esta manera de sentarse se trasladó a la Asamblea Legislativa, que se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791. Los diputados sentados a la derecha pertenecían al Club de los "amigos de la Constitución” y al grupo de los girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesía. En el centro figuraban diputados independientes, carentes de programa político definido. A la izquierda diputados inscritos en el club de los miembros del grupo político de la Revolución Francesa, que representaban a la pequeña burguesía y el Club de los Cordeliers, que representaban al pueblo llano parisino.
Así, el término "izquierda” quedó asociado a las opciones políticas que propugnaban el cambio político y social, mientras que el término "derecha" quedó asociado a las que se oponían a dichos cambios. Teniendo en cuenta el panorama anterior, no se necesita ser un polímata para entender cómo se manejan las posturas políticas en los partidos. Siendo así, se entendería que el mandatario nacional actual maneja una teoría izquierdista, debido a que su discurso ha estado orientado hacia los más desvalidos.
En 1988 López Obrador se unió a la Corriente Democrática, una facción del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que se opuso al tradicional método de selección de la candidatura presidencial, a la eventual candidatura de Carlos Salinas de Gortari para las elecciones de 1988 y la nueva política económica neoliberal adoptada por el gobierno de Miguel de la Madrid, y desde ahí ya se veía que su postura estaba en favor del pueblo. Pero en 1988 el partido sufrió su mayor escisión, con la separación de la Corriente Democrática, que derivó en la creación de uno nuevo en el cual López obrador sería partícipe de éste.
En 1989 se unió al Frente Democrático Nacional formando el Partido de la Revolución Democrática (PRD) con una ideología política de izquierda y López Obrador se convierte en presidente del partido en el estado de Tabasco. Fue en este partido donde en diciembre de 2000 a julio de 2005 fue jefe de Gobierno de la CDMX, convirtiéndose en el primer mandatario en asumir el cargo por cinco años.
Fue tres veces candidato a la presidencia de la República en las elecciones de 2006, 2012 y 2018, y en su tercera postulación para el cargo ganó la elección con el 53.19% de los votos, lo que le dio una ventaja de 17 millones 503 mil 363 votos frente a su contrincante más cercano. Asumió el cargo de presidente constitucional de los Estados Unidos mexicanos el 1 de diciembre de 2018, día en el que inició un "cambio de régimen&rdquo, la Cuarta Transformación de México. Pero no nos engañemos, ya el pueblo para las elecciones del 2018 estaba harto de los partidos anteriores, y claro que AMLO se aprovechó de ello y se propuso, de nuevo, a pelear por la candidatura de presidente.
No cabe duda de que le mandatario nacional buscó todas las posibilidades para hacerse con el poder político, ya sea con su discurso izquierdista o con su oportunismo de la situación actual, pero toda la teoría que venía manejando desde sus inicios no ha ido ligada con la práctica, puesto que los resultados reales están al alcance de la opinión pública y de los mismos hechos, pues aunque cada día en sus mañaneras informe que todo va bien y trate de tapar la crisis por la que está atravesando el país, agudizada a raíz de la pandemia, cada vez queda más claro que su discurso en favor de los pobres, sólo queda ahí, en el discurso, alejándose con ello de los principio de un verdadero líder de izquierda. Los cambios en favor de las masas trabajadoras más empobrecidas no ocurren únicamente con palabrerías, se necesitan acciones, y aunque López Obrador ha hecho cambios, éstos siguen sin favorecer el pueblo. ¿Queda duda entonces de que nuestro presidente no es de izquierda?
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