MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El PAN y Beltrán Cota dimitieron antes de tiempo

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Desde su nacimiento el antorchismo nacional se propuso llevar al poder a la clase proletaria de nuestro país, a los humildes, nunca hemos ocultado nuestras pretensiones, nunca hemos negado ni mucho menos traicionado este principio que, incluso en nuestro himno se canta con profunda emoción: Antorcha con el pueblo triunfará, gobernará nuestra nación. Pero, antes de pensar en la idea de gobernar ya se sabía exactamente para qué gobernar, a saber, para distribuir de manera equitativa la gran riqueza de nuestra patria entre todos los mexicanos; para crear a un hombre nuevo, más sabio, más bueno y más talentoso; para hacer de nuestra patria la nación justa y solidaria para con todos sus hijos y; para elevar la productividad, mediante el desarrollo científico y tecnológico y hacer de nuestro país una nación fuerte y progresista al nivel de las mejores del mundo.

No hemos abandonado nuestras metas, por el contrario, hoy más que nunca las vemos justas y de apremiante aplicación. Ahora bien. Para aplicarlas hemos identificado que el método más efectivo es y ha sido: educar y organizar al pueblo. Educar al pueblo implica despertar en ellos la convicción profunda sobre la fuerza que tiene el colectivo, sobre los derechos naturales y jurídicos que los respaldan y sobre la importancia de sembrar la semilla de la curiosidad y por ende profundizar en los materiales de estudio político y científico; por otra parte, organizar al pueblo quiere decir poner en marcha, en acción toda la caterva de conocimientos, experiencias y estrategias para aglutinar a los pobres y, luchar con inteligencia y con mucha fuerza en defensa de sus intereses contra la clase social opuesta y que ostenta el poder.

En Baja California Sur estamos en este proceso, organizando y educando al pueblo humilde. Hemos encontrado una gran mescolanza de idiosincrasias (si se nos permite la expresión), pero, a pesar de las diferencias culturales que pueda haber en una misma colonia entre personas de Guerrero y las de Chihuahua, por ejemplo, existe un algo en común, la pobreza. Si la costumbre los hace divergentes, la economía los hace convergentes, si aquello las divide, esto las emparenta.

Ahora, permítame una digresión, lector carísimo.

Un día de estos, de cuya fecha no he podido acordarme, caminaba en la col. Ampliación Villas de Guadalupe: tocaba las puertas de algunos domicilios, la mayoría de madera y de materiales de desecho en cuyas entrañas pernoctan, a veces, hasta dos o tres familias; dialogaba con la gente, para no decir que los empujaba a hablar, muchos de ellos son albañiles, obreros, jornaleros que están más acostumbrados a “hablar con las manos”; anotaba nombres, orientaba sobre algunos programas del gobierno, explicaba algunos de sus derechos, mientras la gente atendía mis palabras como quien está escuchando algo nuevo; y todo esto lo hacía bajo un sol abrazador digno de una penitencia, pero con el humor y la emoción más profunda.

Seguí andando, buscaba a alguien, no la encontraba, por ahí la había visto alguna vez, solo recordaba que su inicial era “C”, pero, ¿cuántos nombres pueden iniciar con la letra “C”?: Carla, Cindy, Cecilia ¡Baaa! No lo sabía, pero seguro estaba que al verla la reconocería.

Finalmente, vimos la necesidad de poner manos a la obra, exigiendo al gobierno del estado solución a varios de los temas que interesan en una colonia humilde como la susodicha, y como otras más: Las demandas son básicas, elementales, cuya necesidad nadie pone en tela de juicio: Agua, luz, drenaje, apoyos de vivienda, lotes, ¡trámites administrativos mismos que no les cuestan nada!, etcétera. Acudimos a las oficinas en busca de respuesta y de solución y, ¡oh! ¡cuál fue nuestra sorpresa! Una y otra vez comprometieron su palabra y, una y otra vez la traicionaron, la denigraron, a grado tal que se perdió la confianza. El causante de todo ello fue el interlocutor, maestro Esteban Beltrán Cota, Subsecretario de Gobierno quien, no sabemos a ciencia cierta si por malicia o incompetencia, pero, aún no resuelve, no queremos ni somos quien, para enjuiciar, preferimos tomar partido como Sor Juana Inés quien preconiza, “no atribuyas a la maldad, lo que puede ser bien explicado por la estupidez”.

Finalmente, como quien conoce el lugar exacto donde debe llegar no se desespera por la brecha, nosotros no desesperamos por unas cuantas minucias. Despediremos, como solo ellos se lo merecen, el gobierno que encabeza el Lic. Carlos Mendoza Davis, y los doce años de gobierno panista, mismos que están acabando de la peor manera, haciendo agua por doquier. Ya veremos como pinta el futuro, pero por el momento, como decía Lenin, “nosotros tenemos que marchar por nuestro camino, llevar a cabo sin desfallecimiento nuestro trabajo sistemático y, cuanto menos contemos con lo inesperado tanto más probable será que no nos agarre desprevenidos ningún ´viraje histórico´”. Por cierto, ya recuerdo, se llamaba Constancia.

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