Por sociedades como la Rusa, donde la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) consiguió crear un sistema educativo que hizo posible un programa de modernización que convirtió a Moscú en una de las dos superpotencias mundiales, y la China cuyas características en su sistema educativo, económico, tecnológico, social y cultural, hacen al gigante asiático único en el mundo, sociedades ambas que tuvieron que pasar por miles de años para lograr el resultado actual, vale la pena hablar sobre las carencias educativas en nuestro país que desencadenan en algunos de los problemas sociales más puntuales en México.
Decía Antonio Gramsci que el viejo mundo se muere; el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos. En México, al aparecer en la silla gubernamental un nuevo partido cuyas autoridades han venido arrastrando las concepciones dogmáticas y erradas de la izquierda mexicana que, repitiendo frases revolucionarias de los distintos representantes de las revoluciones sociales a nivel nacional, se han quedado estancados sin saber ejecutar el cambio que requiere una nación como la nuestro, los mexicanos esperaban encontrar en hechos el eco de sus consignas sobre “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”, pero en este “proceso de transformación”, ni se termina de ir la vieja forma de gobierno, las viejas mañas de los gobernantes, ni termina de llegar el cambio prometido.
Antes de la revolución de 1917, en Rusia apenas existían algunas docenas de guarderías en todo el imperio ruso, durante la guerra tuvieron muchísimas complicaciones económicas, pero a pesar de todo, el aspecto educativo no fue relegado ni olvidado. Los bolcheviques hicieron realidad sus consignas sobre la igualdad de la mujer que desarrolló una red de instalaciones preescolares como las guarderías y jardines infantiles en zonas rurales y urbanas, desde los que empezaron a abolir la desigualdad de género. Para esto, el Estado se hacía cargo de los niños desde los dos meses hasta los siete años, edad en la que acudían ya a la escuela.
A finales del siglo XX, el estado lanzó una campaña llamada “Likbez” (Liquidación del Analfabetismo) gracias a la cual, 40 millones de personas adquirieron habilidades básicas de lectura y para 1940 se resolvió el problema del analfabetismo masivo a pesar de las complicaciones de infraestructura y densidad poblacional, ocupando horarios de 8 de la mañana para los más jóvenes, hasta las 11 de la noche para los de edad avanzada. En estas pruebas y experimentos educativos, unas de las características más importantes, fue que la historia era una de las enseñanzas que por ninguna razón dejaban de impartir, y la otra fue que el apoyo hacia los centros educativos, tanto para los alumnos como para los docentes, jamás se discutió.
La atención prestada por el estado soviético hacia las ciencias exactas como las matemáticas, era de alto rango, por eso en 1950 se crearon escuelas especiales de matemáticas que funcionan hasta el día de hoy; se invirtieron cuantiosas sumas de recursos para el desarrollo de centros universitarios en las cuales más de 5 millones de estudiantes, entre extranjeros y locales, se educaban, pero además, recibían no solo conocimientos académicos, sino que los aplicaban formando brigadas de construcción que participaron en la edificación de obras importantes para la economía soviética; además de la educación escolar, contaban con clubes especiales gratuitos de un gran número de materias, desde fotografía hasta diseño aeronáutico, se adquiría experiencia en la administración de las tareas de uno mismo y se ayudaba a los ancianos; en horarios extraescolares los maestros daban clases de refuerzo a los alumnos con más problemas y en ocasiones, los propios estudiantes se encargaban de ayudar a sus compañeros más rezagados. Es precisamente este sistema de estudios lo que les ayudaba a sacar adelante asignaturas como Física, Matemáticas o Química, (Russia Beyond).
La educación soviética, pues, estaba asentada en la ideología imperante en todo el sistema, permitiendo así su desarrollo, superación y ejemplo para el mundo entero. Logrando hasta el día de hoy ser uno de los países más competitivos en el ámbito académico, político, económico y social, porque aquellos niños y niñas que se formaron en los tiempos de la URSS son hoy los que aportan a este desarrollo, aplicando sus conocimientos y principios.
En China, el otro país cuyo ejemplo ha puesto al mundo entero a voltear la mirada, el desarrollo económico, cultural, tecnológico y educativo, se remonta a 5 mil años atrás. Se basaba esta educación en el sacrificio de los intereses individuales en nombre de los colectivos, educando a los niños a identificarse con la pertenencia y el respeto a un grupo o comunidad, con el objetivo de priorizar la educación moral, sustentada en el respeto al colectivismo, educación que se basó en la Unión Soviética, especialmente en la superior. El Partido Popular Chino controló las escuelas y expandió la educación a todo el pueblo chino: unión ideológica y unidad de acción.
Mientras tanto, en México se olvidaron de las consignas: hay más de 22.3 millones de niños, jóvenes y adolescentes que estaban estudiando pero que no se inscribieron en el ciclo escolar 2021-2022, donde además más del 59 por ciento no piensa retomar la escuela (Inegi, 2022); el 78.2 por ciento de niños y el 89.4 por ciento de niñas de 3 a 5 años de edad, no ingresaron a la escuela con el argumento de que es pequeño, pero en total, 976 mil hombres y 870 mil mujeres de entre 3 a 29 años, no asistieron a la escuela por discapacidad física o mental, por tener que trabajar o por falta de dinero o recursos, siendo esta última la razón del 41.6 por ciento de la población (Inegi, 2022); de la población de 3 a 29 años que se inscribió en los ciclos escolares 2020-2021 y 2021-2022, 1.5 por ciento (444.3 mil) cambió de tipo de sostenimiento de escuela: 54.1 por ciento lo hizo de escuela pública a privada y 45.9 por ciento de privada a pública.
En el primer caso, 40.3 por ciento señaló que su principal motivo fue la búsqueda de educación con mejor calidad. Siguió la población que lo hizo por motivos personales, con 26.9 por ciento. De la población que cambió de escuela privada a pública, 33.0 por ciento fue por motivos personales y 30.8 por ciento por el alto costo de la escuela o por estar pagando sin aprovechar la totalidad de las actividades (Inegi, 2022).
En resumen, la situación actual le impide al pueblo de bajos recursos acceder a la educación, y debido a que el estado no ha suplido de forma efectiva el programa de Escuelas de Tiempo Completo, deciden sacar a sus niños, jóvenes y adolescentes de las aulas para que entren al trabajo informal; los enfermos o discapacitados, no encuentran otra opción más que salirse de las aulas debido a que no se proyecta un sistema educativo incluyente; aquellos que han logrado terminar una carrera, contándoles esfuerzos individuales porque el Estado no los apoyó con becas o programas, no encuentran empleo acorde a su preparación académica o no encuentran ningún tipo de empleo (33.4 por ciento), (El Economista, 2022).
En fin, este supuesto y tan esperado cambio no tiene bases ni puntos fijos, como barco en altamar, con un gran volumen corporal y un pequeño timón que lo dirija, navega sin rumbo fijo, cobrándose la vida y esperanza de los pobres tripulantes.
El claroscuro mexicano, que en realidad no es una transformación como la que tuvo Rusia y China en su etapa de cambio, si no lo mismo que sexenios y proyectos anteriores pero potencializado, ha creado monstruos en todos los ámbitos, tanto políticos, como los que ahora nos gobiernan y aquellos que se están postulando, como sociales, mismos que podemos sentir, sin ver con claridad, en la creciente ola de violencia y delincuencia que azota al país.
Pero el pueblo mexicano, como lo hizo el ruso y el chino, educado y organizado puede detectarlo y atacarlo de raíz para impedir su resurgimiento. Solo hay una cosa en este claroscuro, el pueblo educado y organizado puede lograr su objetivo solo si persevera en su lucha, si no se cansa. Solo entendiendo su meta, sabrá que la paciencia y la perseverancia son sus mejores aliadas. De perder de vista este punto, caerá en aquello que intenta eliminar y su desdicha e infelicidad serán eternas, pues el camino que se labra será por el que caminen sus hijos y nietos. ¿Eso queremos? Yo espero que no.
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