MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El fracaso de la política de seguridad se torna amenaza política

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Según datos de organismos especializados, incluidas las dependencias gubernamentales respectivas, no hay duda de que el Plan Nacional de Paz y Seguridad del gobierno actual ha fracasado hasta ahora.

Las opiniones sobre esto se dividen en dos grupos: 1) los que dicen que nunca hubo un plan sino puras ocurrencias e improvisaciones y 2) los que dicen que sí hubo plan, pero que estuvo mal diseñado, porque no se construyó sobre certezas previamente investigadas y demostradas, sino sobre preceptos morales y religiosos y suposiciones psicológicas intuitivas. En consecuencia, la eficacia de los remedios propuestos tampoco estaba fundada ni procedía de expertos en el diseño de este tipo de planes. Yo concuerdo con este último punto de vista.

Hay bastantes indicios de que sí hubo un plan, y que éste se apoyó en bases deleznables. El 15 de febrero de 2017, la página web lopezobrador.org.mx publicó una extensa nota, fechada en Huixquilucan, Estado de México, de la cual extraigo algunos puntos que creo esenciales para lo que acabo de decir.

1. “Cuando triunfe Morena en el 2018, no habrá masacres en México, se va a terminar con la guerra: AMLO”. Nos topamos de entrada con una opinión personal convertida en axioma y con una meta esencial del proyecto de pacificación. El axioma, según lo explicita más abajo el presidente, consiste en sostener que solo son masacres (asesinatos masivos donde no hay sobrevivientes, según su definición) las que comete el gobierno, no las que comete el crimen organizado. ¿Por qué? Esto, como cualquier axioma, no necesita demostración, según su autor. La parte programática es la promesa rotunda de que “se va a terminar la guerra”. La terquedad presidencial en sostenerla sin importar los resultados, es lo que ha llevado a muchos comentaristas a concluir que se trata de un compromiso de campaña con la delincuencia organizada, no con los ciudadanos, que son los que ponen los muertos. 

2. A quienes preguntaron cómo frenaría los asesinatos, les contestó que “estamos absolutamente convencidos de que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”. Y explicó: si se rescata al campo del abandono, si hay empleos en el país, si se atiende a los jóvenes, si les garantiza el derecho al estudio y al trabajo, se va a serenar a México, esa es la propuesta que tiene Morena. “Vamos a garantizar la paz y la tranquilidad pública sin el uso de la fuerza”. Aquí vemos “remedios” de eficacia no demostrada, porque de su innegable necesidad y bondad como políticas sociales, no se sigue necesariamente su idoneidad como armas contra la delincuencia organizada. Y hay más. AMLO habla de “justicia” a secas, pero al desenvolver su plan se ve que piensa solo en la justicia social, haciendo a un lado la que brota de una legislación sabia, correctamente aplicada por un verdadero Estado de Derecho, por un Poder Judicial íntegro y respetado. Y este olvido es inadmisible tratándose del crimen organizado. Asesinatos, secuestros, desapariciones forzadas, etc., son cosa de todos los días, y el castigo a los culpables es lo que reclama el indignado clamor nacional. Nadie puede ignorarlo. 

Además, vemos otra razón del fracaso del Plan: el incumplimiento de las promesas que propone como premisas de su éxito. En efecto, el campo está más abandonado que nunca, como lo prueba el disparo de las importaciones de granos básicos y de sus precios de mercado; el desempleo también es hoy mayor que antes, por efecto de la pandemia y por el mal manejo de la economía, que viene desde 2019; la educación de los jóvenes nunca había estado tan mal: baja del aprovechamiento escolar; carácter discriminatorio de la educación virtual; deserción creciente por la caída del ingreso familiar; aumento acelerado de la emigración y de los que buscan un empleo sin hallarlo. Urge el regreso a clases presenciales, pero el gobierno no se preocupa por inmunizar a los estudiantes ni por remediar la insalubridad de sus escuelas y del transporte que usan. En suma, no se están creando las condiciones para “serenar a México”.

3. Criticando a sus predecesores, López Obrador dijo: “están muy enajenados los del PRIAN, los de la mafia del poder, porque piensan, ése es el fondo del asunto, que se puede apagar el fuego con el fuego. Piensan que se puede enfrentar el problema de la inseguridad y la violencia con masacres, con violencia”. Aquí se patentiza el empleo arbitrario de pre-juicios (juicios previos a la racionalidad causal) y de trivialidades con apariencia de filosofemas, para fundamentar decisiones de gran trascendencia social. Quien se mete en estos berenjenales debe saber que los conceptos “puros”, “absolutos”, no existen en la realidad, sino solo en la mente humana, que solo son abstracciones del pensamiento humano. En la realidad no existe, por ejemplo, lo absolutamente frío; el hielo puede seguirse enfriando; es decir, puede todavía perder calor. Luego en el hielo hay calor.

 Cuando se entienden con alguna seriedad estas cosas, es fácil ver que el fuego sí se puede combatir con el fuego, solo que no a la manera pedestre que pide el presidente, no apagando un incendio con un lanzallamas. Pero Rusia, ¿no apagó el fuego de la Segunda Guerra Mundial con el fuego superior del Ejército Rojo? Y en 1812, ¿no derrotó a Napoleón con el desalojo y el incendio de Moscú? Y al hacer uso del fuego en ambos casos, ¿no combatían el mal que agrede con el “mal” que solo se defiende del agresor, convirtiendo, por tanto, el “mal” en bien? ¿A qué viene, pues, para efectos prácticos, esa moralina abstracta, idealista, de contraponer al mal “absoluto” con el bien “absoluto”? Pero de este disparate hilarante nace un error trágico: “abrazos, no balazos”, que es la causa fundamental de la actual tragedia en la seguridad de la población. 

AMLO reta orgulloso: “lo que yo sostengo y voy a sostener siempre es que no se debe de matar así a los seres humanos, es más, no se debe matar así a nadie, (…) son masacres, no resuelve nada una masacre, llevan 10 años aplicando esa misma política y no han dado resultados”. A pregunta de los reporteros aclaró: “… el gobierno está masacrando y hay pruebas, no quedan vivos, no hay heridos en las masacres, ¿a dónde está la inteligencia?”. Y remata: “¿por qué no aplican operativos donde agarren vivos a los presuntos delincuentes? ¿Por qué no queda ningún testigo?”.

Lo primero es un “humanismo” útil para ganar simpatías fáciles y votos, pero está lejos de ser una verdad incontestable. Si es un crimen sin atenuantes del gobierno masacrar a los criminales (o a los demonios), ¿por qué no habrían de serlo también las masacres de los sicarios al servicio del crimen organizado? ¿Por qué ellos sí pueden matar, descuartizar, decapitar, masacrar a familias enteras en la más completa impunidad?  Si usted lee la nota que vengo citando, verá que López Obrador no dice ni una palabra acerca de esto. Estamos ante una absurda doble vara para medir a víctimas y victimarios. Y respecto al sermón sobre la aplicación de la inteligencia en lugar de la fuerza, ¿dónde están las pruebas de su aplicación y de su éxito bajo la “Cuarta Transformación (4T)”?, ¿dónde están las decenas de capos, o de simples sicarios, que han aprehendido sin disparar un tiro? La inteligencia de la 4T, si la hay, se emplea en manipular y cuadrar cifras para esconder el trágico fracaso de su plan de pacificación.

 En la mañanera del 1º de septiembre de 2020, el presidente dijo que en México, la delincuencia ya no manda y que en el país ya no hay masacres, tortura y desapariciones. Pero EXPANSIÓN política del 25 de junio informó: “México suma al menos 24 masacres en lo que va del gobierno de AMLO”. Y VANGUARDIA MX del 1º de septiembre de 2020, escribió: “«Ya no hay masacres en México: AMLO», pero en 7 meses de 2020 se cometieron 429”. Añade que la organización civil Causa Común, encontró que Guanajuato es el número uno en masacres, con 235 atrocidades cometidas, y en el último párrafo afirma: “Entre enero y julio de este año hubo al menos 2 mil 582 atrocidades a nivel nacional, desde asesinatos a personas con discapacidad y linchamientos hasta el homicidio de menores de edad y la profanación de cadáveres”. Ésta es la horrible verdad, sin maquillaje, muy distinta de la moralina de “abrazos, no balazos”.

Como ya dije, plan sí hubo. El 15 de noviembre de 2018, BBC NEWS publicó: “Presidencia de AMLO en México: 5 puntos clave del Plan Nacional de Paz y Seguridad de López Obrador para combatir la violencia y pacificar el país”. Los 5 puntos son: 1) Amnistía y desarme de cárteles. El orador oficial, Alfonso Durazo, dijo en ese acto que “…resulta imperativo hacer un alto para emprender un proceso de pacificación con las organizaciones delictivas… La idea es promover leyes especiales «para promover el fin de las confrontaciones armadas, posibilitar el desarme y la entrega de los infractores»” “Los derechos de quienes acepten la propuesta serán respetados e incluso se pretende ofrecer reducciones de pena por los delitos cometidos”. ¡Cuánta generosidad para los delincuentes destiló Durazo! A pesar de eso, lo único que se ha concretado es lo que depende del gobierno; todo lo que se confió a la buena voluntad o a la “racionalidad” de los narcos, base de la ciega confianza del “plan”, ha quedado en buenas intenciones. Hoy se habla de un “plan secreto de AMLO” para pactar un acuerdo nacional de paz con los principales capos del país; pero, como se ve aquí, es lo mismo que Durazo les ofreció en noviembre de 2018, solo que con el triunfo de Morena en los estados con gran influencia de los cárteles, ven mejores condiciones de concretarlo. 2) Drogas legales. Es decir, legalizar la producción y el tráfico de enervantes para despenalizar esa actividad. Solo se ha avanzado una micra en el caso de la marihuana, una “droga blanda”, dicen sus defensores; en el resto, hay una severa oposición social. 3) Guardia Nacional. Este punto incluye la división del territorio nacional en 266 regiones donde se aplicarían planes específicos de seguridad. La guardia tendría 50 mil elementos y mando civil. Hoy es ya una realidad, pero ni tiene 50 mil miembros (cuenta con casi 100 mil) ni tiene mando civil (depende del ejército) ni se siente su efecto sobre la seguridad ciudadana. Esto se debe a dos razones: se la trae desempeñando tareas ajenas a la seguridad y, como lo afirma el portal Deutsche Welle del 25 de junio: “La orden sigue siendo no combatir al narco”. La decepción social es universal. 4) Combate a la corrupción. Durazo dijo: “El tamaño de las organizaciones criminales solo puede entenderse con la corrupción en oficinas públicas, especialmente las instituciones de combate a la criminalidad”. Si eso es cierto, resulta obvio que la corrupción actual es igual o mayor que antes, a juzgar por el tamaño y el poderío de los cárteles. 5) Impunidad, desparecidos y derechos humanos. Los comentarios sobran, pues la impunidad y los desaparecidos son un escándalo nacional, y la actual titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos es la nulidad personificada.

 Así pues, hubo y hay Plan, que no funciona por las razones dichas y otras que quedaron en el tintero. Lejos de eso, el país sufre, sin esperanza de un próximo final, de  un espeluznante baño de sangre que, con su repetición casi diaria, está a punto de volvernos cínicos e insensibles al dolor y la tragedia ajenas. De eso a la animalidad hay un solo paso. Los cárteles, además, se han convertido en una fuerza política que rebasa a los partidos políticos; no se conforman ya con presidencias municipales o regidores claves en los ayuntamientos; ahora aspiran a controlar gobernadores y estados completos. Según politólogos y comentaristas respetados, toda la costa del Pacífico la ganó el narco con Morena como pantalla, y “de pilón” se llevó Veracruz, Zacatecas y San Luis Potosí. Dicen, además, que si se concreta la Pax Narca del presidente, el proceso se acelerará bajo una cobertura semi legal.   

El gobernador de Michoacán, ingeniero Silvano Aureoles, ha sido el primero de su jerarquía en sacar la conclusión correcta y dar la voz de alarma a todo el país: lo que sigue es la imposición del presidente de la República en 2024; Morena es ya el partido del narco, es un narcopartido. Le han llovido las críticas, las ofensas y las amenazas al gobernador michoacano, acusándolo de montar un melodrama, una farsa, para salvarse de la cárcel que con toda seguridad le espera, dicen. Creo que olvidan que Silvano Aureoles no es el único ni el primero que hace tales afirmaciones; es solo el más encumbrado, como acabo de decir. Y tampoco es la primera vez que se lanza públicamente contra políticas incorrectas de la 4T. Pero los hechos, que en este caso abundan, hablan y hablarán más alto y claro cada vez, opacando la batahola mediática de chairos y supuestos opositores a la 4T.  

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