México es el país en el que las luchas históricas de clase se han llevado a términos no decisivos, pues son las clases dominantes las que han permanecido en el poder y se han hecho de las formas políticas necesarias para la defensa de sus intereses, incluidas ahí las políticas relacionadas con la educación, a pesar de ser la clase popular la que ha empeñado y sacrificado su vida para el cambio de una sociedad a otra. Y mientras esto no cambie, la educación en nuestro país seguirá dando los mimos resultados, peor aún, irá en retroceso.
¿Pero esto cambiará? Lo que vemos ahora es un regreso a clases marcado por el aumento de precios de los artículos escolares con mayor demanda. Los padres de familia tendrán que hacer un mayor sacrificio apretándose el cinturón ante el retorno a las aulas más complicado de los últimos 25 años porque los materiales escolares como mochilas incrementaron el 48 por ciento de su precio; mientras que los cuadernos, el 123 por ciento; tenis y zapatos, un 35 por ciento; la lonchera, 44 por ciento; y pantalón o falda, el 64 por ciento (Forbes México, 2022).
Las familias mexicanas gastarán más de la mitad de sus ingresos este año, para quienes cuentan con un trabajo estable y un ingreso seguro, pero será aún más difícil para quienes no cuentan con esta estabilidad laboral y menos con un ingreso económico suficiente para cubrir los gastos de alimentación.
En promedio, de acuerdo con datos difundidos por Forbes México, las familias desembolsarán entre 700 y mil 300 pesos, por cada hijo, para los útiles escolares, mientras que, para el uniforme y otros accesorios, el gasto será de hasta 3 mil pesos.
Es decir, este regreso a clases será de los más caros y difíciles para las familias en situación económica desfavorable, pues gastarán más de 3 mil pesos por estudiante, considerando que el ingreso promedio ronda los 10 mil 540 pesos, según datos de WorldRemit, citado por el medio en digital Reforma.
Ya en 2019, antes de la pandemia, se vivía una profunda crisis de aprendizaje: niños que terminaban la escuela primaria sin poder leer ni entender un texto simple, sin los conocimientos básicos necesarios para su buen desarrollo emocional y teórico. Ahora, luego del cierre de las escuelas durante casi dos años académicos, en este panorama económico, el resultado no será favorable, se prevé una crisis mayor de aprendizaje por más esfuerzos que haga la Secretaría de Educación Pública (SEP) para implementar un nuevo modelo educativo, como la famosa Nueva Escuela Mexicana (NEM), implementado por el gobierno actual, el cual también es muy cuestionado por la falta de enfoque pedagógico, pero que será tema de otro escrito.
La pandemia aumentó las desigualdades educativas drásticamente. Los estudiantes vuelven a las escuelas, en algo parecido a la normalidad, pero en medio de un panorama económico desfavorable, con una inflación económica que se refleja en el aumento de los precios de los útiles escolares, por mencionar una parte de las afectaciones (pues se da en la mayoría de los bienes y servicios), en donde las familias se dan cuenta que el dinero que venían administrando tiempos atrás, ya no alcanza para comprar lo mismo que antes.
Sin embargo, no es el alza de los precios de los artículos escolares a lo único que se enfrentarán los padres de familia, está también el alza de los precios de los productos de la canasta básica y el de los servicios básicos, por mencionar algunos; lo que los pone en una situación mucho más difícil, pues se encuentran en el dilema de llevar el pan a la casa o mandar a la escuela a sus hijos, o endeudarse para poder cubrir ambas necesidades.
Y aunque las becas insignias del Gobierno federal pretendan atender esta parte del problema, es insuficiente ante las múltiples necesidades que se enfrentan en estos tiempos las familias mexicanas.
El problema no termina ahí, pues resulta preocupante que la crisis educativa que se manifiesta en la falta de acceso a las escuelas, deficiencia de aprendizaje, deserción, menores tasas educativas; llevan a una menor participación de la juventud en las instituciones políticas y sociales, en la lucha por transformar (palabra que se repite constantemente en el nuevo Marco Curricular Común) este país, además de propiciar un incremento en el índice de delincuencia y violencia.
Lamentablemente, las escuelas públicas de México, hasta ahora, siguen generando una brecha entre grupos de distinto nivel socioeconómico, cuando estas deberían ser un espacio de oportunidades, donde se priorice el aprendizaje de la ciencia y la tecnología, de las humanidades y ciencias sociales, que respondan a las necesidades históricas de la sociedad mexicana, no a los intereses económicos e ideológicos de un grupo minoritario en el poder.
Los resultados de hoy, en el ámbito educativo, son que los estudiantes tendrán mayor dificultad económica para continuar con sus estudios favorablemente, problema económico que enfrentarán directamente los padres de familia, cuando el gobierno está más preocupado por invertir en obras emblemas de la 4T que han dejado mucho que desear en lugar de invertir en la educación.
Por supuesto que sí se puede pagar una escuela que te exigen erogar una cantidad de más de 3 mil pesos, si los ingresos fueran mayores y el gobierno se preocupara realmente por invertir en infraestructura educativa, en generación de empleos, salarios bien remunerados, ofreciendo en los hechos una educación gratuita y de calidad.
Por todo lo anterior y respondiendo a la pregunta inicial, si queremos que haya un verdadero cambio en nuestro país es necesario que los padres de familia y la población en general tomen cartas en el asunto y se decidan, de una vez por todas, a organizarse para defender el derecho a la educación que la misma constitución mexicana garantiza para todos los que están en edad de estudiar. De lo contrario, nuestro atraso educativo será nuestro propio sepulturero.
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