El cambio climático que padecemos actualmente de manera drástica, con terribles sequías en gran parte del territorio nacional, así como la ola de calor que azota al mundo con temperaturas que no se habían registrado antes en algunas partes y que ya han cobrado incluso vidas humanas en Europa; con los huracanes, tormentas, inundaciones, la alteración de los periodos de lluvias y el consecuente desequilibrio en las temporadas de siembra que conlleva la baja productividad de los campos, son producto del calentamiento global, consecuencia a su vez del efecto invernadero provocado por la destrucción de la capa de ozono que cubre la tierra por contaminantes que permiten la entrada de la luz solar, pero no su salida, con lo cual el calor se encierra y está calentando la atmósfera terrestre que sigue elevando su temperatura promedio, poniendo en riesgo la vida total del planeta.
Este problema debe importarnos a los pobres no sólo porque sufrimos las consecuencias directas e inmediatas con cada desastre natural que ocurre por la falta de prevención del gobierno que es el encargado de salvaguardar la integridad de las personas, sino también porque la 4T desapareció el Fondo Nacional Para Desastres Naturales (Fonden) y no hay recursos para atender las emergencias; también porque los pobres no tenemos los recursos para vivir en terrenos propicios, construir nuestras viviendas con los materiales apropiados, ni contamos con la posibilidad de recibir atención médica adecuada y oportuna, pues ya no hay seguro popular ni INSABI, ni nada; pero sobre todo, por instinto de supervivencia, porque somos parte de la especie humana que hoy se encuentra amenazada con la extinción total.
La concepción del mundo científica, que preconiza como lo primario el ser, demuestra que es éste el que, en última instancia, determina el pensar, la conciencia (individual o social), y que en el terreno de la sociedad, son, precisamente las relaciones sociales de producción (indispensables siempre para la existencia de la sociedad), la base material de la existencia social, la que sostiene y de la que parte todo el sistema de relaciones sociales restantes (jurídicas, morales, académicas, políticas, diplomáticas, de convivencia), que ya establecidas en la sociedad conforme ésta se desarrolla, no dejan de influir de manera decisiva a su vez, sobre su base material. Esto quiere decir que para que la realidad cambie no depende solo de la comprensión y capacidad de razonamiento de los hombres, sino de su práctica concreta, de su acción en el mundo material, que en el ámbito social está constituido por las relaciones sociales de producción, sin embargo, la conciencia y la razón son necesarias sobre todo para aquellos interesados en que la realidad cambie para bien; pues es necesario comprender, por ejemplo, que las relaciones sociales de producción actuales encuentran su expresión, como reflejo en la conciencia social, en las relaciones jurídicas de propiedad y que para que puedan éstas ser modificadas, se necesita tener el poder político en las manos.
Me explico: para que se pueda cambiar este sistema de relaciones de producción que favorecen la concentración de la riqueza en pocas manos sólo porque jurídicamente éstas son las dueñas de los medios con que se produce la riqueza social por las manos trabajadoras, es necesario que el poder político lo obtenga, con su voto, realmente el pueblo pobre, y para que esto suceda necesita el pueblo organizarse y luchar democráticamente para ello.
Por ejemplo, en el tema que me ocupa, aunque se diga que la contaminación la causamos todos y que su solución está en que hagamos conciencia y no usemos transporte motorizado, o no usemos desechables, etc., no es cierto. La responsabilidad del deterioro del planeta es la forma en cómo se produce actualmente, pues es el capital, -valor que se revaloriza con la extracción constante de plus valor mediante el trabajo vivo de los obreros, sin importar el agotamiento de los recursos naturales que se transforman en mercancías mediante el trabajo del hombre con los medios de producción, el que se niegan a parar sus industrias que emiten miles de toneladas de contaminantes con la quema de combustibles fósiles o cambiar a energías limpias, porque se ralentiza el crecimiento de sus cuentas bancarias.
Es el capital y sus representantes políticos materializados en los gobiernos que les cuidan sus intereses, quienes están provocando este cambio climático que amenaza con destruirnos a todos. Por eso la solución está en manos del pueblo, que debe buscar nuevas formas de organizarse para producir, y el primer paso, es poner en el gobierno a quien realmente, en los hechos, represente y defienda sus intereses.
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