MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El agua y las políticas públicas (I/II)

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Si bien el caso de Monterrey es el más conocido y difundido por los medios informativos, cuando se habla de escasez de agua, la realidad es que este es un problema para el resto del país. Las inundaciones, tornados, huracanes, temperaturas récord y la sequía que afecta ya, a 15 de las 32 entidades de México, rinden razón a quienes pronosticaron los efectos devastadores del cambio climático en el mundo.

Es un panorama catastrófico. El 97 por ciento de los cuerpos de agua están contaminados, en algún grado, con metales pesados, químicos, descargas de petróleo, plásticos, desperdicios. 

El 70 por ciento de las fuentes acuíferas han disminuido sus niveles, las lluvias también han decrecido en un 20 por ciento en promedio y rellenar algo que a la naturaleza le llevo millones de años formar es muy difícil.

El esfuerzo para administrar, mantener, bombear y dotar del servicio de agua para los usos industriales, domésticos y agrícolas es cada vez más complejo, costoso y demandante, una verdadera pesadilla. 

Todavía peor, el tema del agua está lleno de corrupción, malos manejos y toda una maraña de complicidades que la hacen más escasa, cara; propicia su acaparamiento, desperdicio, concentración y ninguna autoridad se hace cargo de las enfermedades infecciosas, gastrointestinales u óseas ligadas al consumo de agua; mejor se oculta y se quiere hacer ver como parte de la normalidad.

La sequía extrema actual que sufre México ha puesto de manifiesto la falta de políticas públicas efectivas; evidencia la falta de capacidad del gobierno para frenar el ‘huachicoleo’ del agua, a las mafias de los piperos, a toda la parafernalia de negocios ilegales que ofrecen el servicio del agua, las concesiones, las cuotas, las autorizaciones de explotación, las compras de químicos y materiales, el mantenimiento de las redes y las instalaciones siempre sujetas al moche; son el paraíso del soborno.

Se estima que ocho grandes usuarios son dueños del 80 por ciento del agua concesionada. Ese acaparamiento impide que el líquido esté disponible para una cantidad importante de municipios y ecosistemas. Si a las crisis provocadas por la aridez y el cambio climático se añade la falta de acceso de la gente al recurso, el problema es tremendo. Basta el ejemplo de la minera ArcelorMittal, la siderúrgica más grande del mundo, explota cada año en México el agua que llenaría 100 y medio estadio Azteca.

Instituciones bancarias como BBVA, Santander, Banorte, Citibanamex, Banco Azteca, Invex, HSBC, Mifel, Autofin, Banco del Bajío, Monex, Bansí, CI Banco, Deutsche Bank y Scotiabank tienen concesiones que les permiten usar miles y hasta millones de metros cúbicos de agua anualmente. No conformes con dominar el sistema financiero, los grandes bancos que operan en el país han comenzado a extender su poder de alcance a un recurso esencial: el agua.

La creciente participación de bancos como usuarios de grandes concesiones del vital líquido es preocupante porque responde a la creación de un mercado internacional del agua y a su control como un bien que cada vez toma más importancia, ante un futuro de inminente degradación.

Para abordar la agenda del agua, se requiere un impecable manejo, una nueva moral y un alto grado de conocimiento y especialización, no de un populismo como el de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que con sus llamados a las empresas a detener la producción solo muestra la falta de conciencia de los costos y los problemas públicos que genera su falta de visión al respecto.

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