A propósito de educación, hoy en estas líneas quiero resaltar la invitación a todos mis compañeros y amigos a que no se pierdan la conferencia que tenemos en puerta, el 16 de febrero en Los Cabos, BCS, que tendrá como ponente a nuestro muy querido compañero del Comité Ejecutivo Nacional y, además, vocero nacional de Antorcha, Homero Aguirre Enríquez.
La educación ha sido utilizada por las clases explotadoras para mantener su dominio, pero al romper con la ideología impuesta y educarnos políticamente, podemos transformar la sociedad.
Por lo tanto, insisto en que nadie se pierda esta gran conferencia titulada Movimiento Antorchista: ¡50 años luchando contra la pobreza y la desigualdad!, a realizarse en el Teatro Pabellón Cultural de la República “Nabor García”, ubicado en el boulevard Paseo de la Marina, en el centro de San Lucas.
Pasando al tema en cuestión, es sabido por todos los compañeros y amigos que el Movimiento Antorchista, en cada acto de lucha por sus demandas, por los derechos elementales de sus integrantes, en cada asamblea campesina, popular, estudiantil, obrera, magisterial, transportista, en cada evento cultural, etcétera, pone de manifiesto que tenemos que educarnos políticamente.
Quiero seguir insistiendo en que estamos en lo correcto, en que tenemos que seguir colmando de argumentos a nuestras bases, que las hagan tener una conciencia sólida, que las hagan ver más allá de los objetivos inmediatos por los cuales se organizaron para luchar por demandas de vivienda, escuelas, agua, luz, drenaje, pavimento, etcétera.
La educación antorchista también tiene que servir para luchar contra la enajenación capitalista, educándonos a profundidad con la teoría y las acciones que nos lleven a cambiar nuestra realidad concreta, que nos lleven a cambiar de raíz este sistema injusto que nos tiene enajenados y que nos mantiene como los esclavos modernos, de los cuales están sacando el mayor provecho las clases dominantes.
Algunos consideran que la palabra alienación, sinónimo de enajenación, es un término jurídico derivado del latín alienus: ajeno, o que pertenece a otro, y que se aplica en las ventas o cesiones.
En este sentido, alienar un objeto equivale a regalarlo o a venderlo, es decir, ceder algo que era propio. Otros consideran que el significado más antiguo con el que era empleada la palabra alienación servía para definir a la persona insana, es decir, como sinónimo de pérdida de juicio.
La enajenación para Karl Marx, quien elaboró su propio concepto y lo expresó en sus primeros escritos, en sus Manuscritos económico-filosóficos en París en el año de 1844, en su análisis del capitalismo, queda alienada o fetichizada. El fetichismo de la mercancía refiere entonces que el producto de la práctica humana, cuando se convierte en mercancía, es decir, cuando se vende en un mercado, esconde su origen humano y se contrapone al hombre como objeto natural con leyes propias. Descubre que es el capitalismo el principal origen de la enajenación.
Como un efecto del capitalismo, el ser humano se encuentra no solo ajeno de sí mismo, sino también de los demás hombres y del mundo que él mismo ha creado y transformado.
A partir de esto podría entonces surgir la siguiente pregunta: ¿cómo podría ser superada la enajenación? La respuesta parece obvia: educándonos políticamente. Sin embargo, para esto hay que salvar algunas desventajas, como el hecho de que las grandes masas trabajadoras viven sumidas en la injusticia y en la pobreza y la miseria más sobrecogedoras.
Para argumentar esto último, enumeraré un extracto de un artículo muy elocuente del doctor en economía Abel Pérez Zamorano. Menciona que:
“…El capital moldea a los hombres como los necesita. De hecho, en toda sociedad la estructura económica determina la correspondiente superestructura: ideología, filosofía, Estado, arte, moral, política, etcétera, que actúa como blindaje del orden económico y social imperante y que cambia al cambiar este. Por eso, en cada época se piensa de una forma determinada y en cada clase social también, aunque, como dijo Marx, la ideología dominante en cada sociedad será la ideología de la clase dominante. El capital modela el pensamiento de todos a su imagen y semejanza. Y los explotados mismos terminan imbuidos de una ideología que les es ajena, es decir, enajenados…”
Y efectivamente, cuando la humanidad se dividió en clases sociales, se originó un sacudimiento equiparable a un gran terremoto, dando origen a grandes cambios en todos los ámbitos de la vida humana.
Es cierto que fue un proceso gradual de muchos miles de años, pero, al final, una vez desaparecida la primera formación social que existió sobre la Tierra, llamada comunidad primitiva, surgieron como dos polos opuestos dos clases sociales: una fue la de los poseedores o explotadores, otra la de los desposeídos o explotados.
Por ejemplo, en el terreno de la educación, las cosas ya no fueron iguales después de que se extinguió la comunidad primitiva; se dice que en esta primera sociedad los nuevos miembros de la comunidad eran educados por la comunidad misma.
Todo el colectivo humano se hacía cargo de enseñar a los niños lo que necesitaban saber para subsistir y para preservar a la propia comunidad. Las relaciones entre los individuos eran de colaboración recíproca y ayuda mutua, todos trabajaban en la pesca, la caza y la recolección, y el fruto de estas actividades era distribuido equitativamente entre todos los miembros del colectivo.
En aquellos tiempos no había propiedad privada, pero esta poco a poco fue apareciendo y se consolidó gracias al desarrollo de las fuerzas productivas y al paso de los siglos. Junto con la propiedad privada aparecieron nuevas formas de comportamiento humano.
Por ejemplo, apareció el individualismo y el deseo de acumular, de atesorar bienes. Surgieron así hombres que fueron acaparando y se fueron enriqueciendo y hombres que se fueron quedando en la pobreza y tuvieron que someterse a la voluntad de los económicamente poderosos.
Desde el esclavismo hasta la época actual, la educación ha sido controlada por las clases explotadoras; esclavistas, señores feudales y burgueses o capitalistas han utilizado la educación en favor de sus intereses de clase. Y esto se manifiesta en el terreno ideológico, que ha llevado a las clases explotadas a la pérdida de sus propias ideas: la enajenación del pensamiento.
A lo largo de la historia, los enemigos del progreso, incluidos los actuales, han pretendido justificar su dominio con una batería de ideas cuyo propósito es convencer a las masas de que no intenten cambiar su realidad, y contra esto, Antorcha está en desacuerdo, y por eso la insistencia en que las masas de trabajadores se eduquen políticamente.
Mi llamado, pues, es a que rompamos con esos argumentos de la economía capitalista, que sólo sirven para mantener una sociedad conformista y obediente, consumidora desenfrenada (salvo que no tenga para comprar) y legitimar un orden social injusto. Que sólo sirven para adormecer la conciencia de los pueblos y les hacen pensar que este es el único mundo posible.
La realidad mundial nos está diciendo que esto es falso, que al destruir este cerco de argumentos del sistema capitalista actual y educándonos políticamente, emulando lo que están haciendo otras naciones en favor de sus pueblos, es posible que en México, con unidad y organización, construyamos una sociedad, una patria más justa y equitativa para todos. Manos a la obra.
Como diría el poeta Bertolt Brecht:
… Por eso, únete a los tuyos, hijo mío,
juntos hagan polvo sus dementes sueños de poder.
Tú y yo, y aquellos que son como nosotros,
tenemos que lograr de una vez por todas
que no haya en el mundo dos clases de personas.
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