La pandemia trajo consigo dolor y muerte. También, la indiferencia de las grandes corporaciones, como las farmacéuticas y las empresas tecnológicas, por un lado, y la insensibilidad de los gobiernos y funcionarios, por otro.
La crisis sanitaria nos enseñó varias lecciones dolorosas. En lo que se refiere a la educación a distancia, aprendimos que la tecnología no es un beneficio para todos, depende de la capacidad económica de cada persona. En un inicio, tanto autoridades como maestros, supusieron que “todos” contaban con un celular o computadora, y que tomar clases en línea sería muy simple, condiciones que no se cumplieron. Lo que más sufrieron los alumnos fue experimentar un proceso de enseñanza aprendizaje de mala calidad. Pero no se me malinterprete, eso no es responsabilidad de los maestros, muchos de ellos ni siquiera tenían idea de cómo utilizar las plataformas Classroom, G-Drive, Google Meet o Zoom. Es más, ni siquiera eran hábiles creando una presentación en PowerPoint.
Podemos decir que, para dar el beneficio de la duda a las autoridades de los tres niveles de gobierno en México, la pandemia “nos agarró” desprevenidos a todos. Sin embargo, eso no elimina el problema de la deficiencia del Sistema educativo mexicano. La adaptación fue dolorosa para todos: autoridades, maestros y alumnos, quienes fueron los que más sufrieron.
De acuerdo con el 17° Estudio sobre los Ha?bitos de los Usuarios de Internet en México 2021 (Asociación Mexicana de Internet, 2021), al 2020 existen 84.1 millones de internautas en México, lo que representa 72.0% de la población de 6 años o ma?s. Durante el 2020 y como consecuencia del confinamiento, los usuarios de internet tuvieron el mayor crecimiento observado en los últimos 5 años. Estos números no son lo que aparentan, pues parece que la mayor parte de los mexicanos están conectados a Internet, lo cual es cierto, pero ese dato es engañoso cuando se trata de evaluar la educación a distancia. Ese mismo estudio nos dice algunas de las razones de porqué los mexicanos no usan internet: No lo se? usar, dijo el 41.6% de los encuestados. Es cara/no me alcanza: 25.6%. No me interesa: 16% y No tengo dispositivo: 11.2%.
Seis de cada 10 personas no pueden estudiar por falta de solvencia económica, de acuerdo con la Encuesta Nacional Educación en Línea de la Asociación Mexicana de Internet. Igualmente, 54% de los estudiantes pausó sus estudios por motivos económicos. Para poder estudiar en línea un estudiante requiere invertir desde 600 pesos mensuales hasta 1,500, en el caso de las escuelas públicas.
Si a eso sumamos colegiaturas -que varían dependiendo de la institución y el tipo de carrera elegida-, lo que el estudiante debe pagar rebasa fácilmente los 20 mil pesos mensuales, lo que levanta una barrera muy poco democrática para la población: tienes dinero: puedes estudiar; no tienes dinero, ni modo, a trabajar. Además de las becas morenistas para asegurar el voto ¿qué ayuda recibieron los mexicanos? Ninguna.
Según el INEGI para 2020, 91.8% de los usuarios de teléfono celular tiene un equipo inteligente (smarthphone) y 78.3% de la población urbana es usuaria de internet, pero en la zona rural apenas 5 de cada 10 personas (50.4%) tiene acceso al servicio y el problema se agudiza. Tener internet y conocimiento de cómo usar los aparatos no significa, en automático, que los usuarios podrían abrazar con facilidad el esquema de educación en línea.
De acuerdo con la encuesta para la Medición del impacto covid-19 en la educación del Inegi, 33.6 millones de personas entre los 3 y 29 años estuvieron inscritas en el ciclo escolar 2019- 2020 (62.0% del total). De ellas, 740 mil (2.2%) no concluyeron el ciclo escolar: 58.9% por alguna razón asociada a la covid-19 y 8.9% por falta de dinero o recursos. Por motivos asociados a la covid-19 o por falta de dinero o recursos, no se inscribieron 5.2 millones de personas (9.6% del total de 3 a 29 años) al ciclo escolar 2020-2021.
La educación virtual en México me provoca sentimientos encontrados. La parte tecnológica, por supuesto, siempre me fascinará, pero eestá claro que la condición económica importa e importa mucho. Aquí es donde un gobierno humano hubiese ayudado a la población, pero el de López Obrador, claramente, no lo es. Entregar “ayudas económicas directas” a la gente no es suficiente. Por ejemplo, se suspendió el programa de Internet gratuito que empezó en el sexenio de Peña Nieto y que hubiese solucionado el problema de muchos padres de familia, sobre todo en las zonas más aisladas de México. De acuerdo con datos del Gobierno federal (Secretaría de Comunicaciones y Transportes, 2021), eentre 2017 y 2019, los usuarios en la zona urbana pasaron de 71.2% a 76.6%, mientras que en la zona rural el incremento fue de 39.2% a 47.7% de usuarios, de 6 años o más. Es decir, fuera de las grandes urbes del país que son sólo tres: ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, cuatro de cada 10 personas pueden conectarse a Internet, ¿y los demás?
En mi opinión, la educación a distancia y el teletrabajo llegaron para quedarse, y aunque no pueden sustituir la educación y trabajo presenciales, los empresarios y los gobiernos deben trabajar, en conjunto con la sociedad, para democratizar la tecnología y hacerla más accesible para todos. Está claro que el internet no puede ser gratuito para todos, pero sí para quienes más lo necesitan, especialmente si se trata de educar a la gente. Igualmente, si el gobierno de López Obrador estuviese interesado en la gente, gestionaría empleos verdaderos y no nos entregaría cuentas alegres cada mañanera. Y eso es algo que debemos pelear, que todos puedan educarse con calidad. La parte tecnológica siempre será fascinante, pero sin un ser humano del otro lado de la máquina no tiene ningún sentido.
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