MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Desempleo y pobreza en Quintana Roo, consecuencia de gobiernos ineficientes

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La contingencia sanitaria ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2 y la falta de respuesta gubernamental eficiente generaron pérdidas de ingreso para las familias que incrementaron la pobreza laboral durante 2020 situación que se está haciendo más grave en lo que va del 2021, de tal forma que hoy estamos peor que a finales de 2019 y no se vislumbra una recuperación pronta.

Al respecto, el desempleo en México no es un problema nuevo y único de esta administración, pero es evidente que este se ha intensificado en los últimos años y parece muy lejana la capacidad y la posibilidad de disminuirla, debido a que las erradas políticas públicas en materia laboral implementadas por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, parecieran tener el objetivo de incrementar la desigualad y la pobreza en vez que resarcirla.

En relación con lo anterior la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) visualiza el nivel de la problemática, ubicando a México como el país con la brecha de desigualdad económica más amplia entre los países integrantes del organismo. Cabe resaltar que en 2020 en México se registraron 3.8 millones de personas más en pobreza y 2.1 millones de personas más en pobreza extrema de las que había en 2018, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en donde resalta que Quintana Roo aumentó su porcentaje de población en situación de pobreza en 17.3 por ciento, y ha sido la entidad con mayor aumento en el porcentaje de población en pobreza extrema.

Según resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señala que en Quintana Roo de 811 mil personas que están ocupadas 607 mil, es decir, el 74.8 por ciento, cuentan con un trabajo precario, lo anterior significa que carecen de seguro social y/o de ingreso suficiente para adquirir productos de la canasta básica, entre estos se especifica que 438 mil carecen de seguridad social y 325 mil no sólo carecen de seguro social, sino de ingresos suficientes para la canasta familiar. Ahora bien, es relevante que solamente 181 mil personas, que equivalen al 15.3 por ciento cuentan con trabajo formal, o sea con un ingreso suficiente para cubrir la adquisición de la canasta básica y seguro social.

Asimismo, según el corte del segundo trimestre de este año de la ENOE, Quintana Roo se coloca en segundo lugar a nivel nacional con mayor tasa de desempleo, ya que de enero a junio del 2021 se registraron 57 mil 162 personas desocupadas, es decir, personas que forman pate de la población económicamente activa, pero que carecen de empleo.

Ante estas cifras contundentes y las dificultades que resulta sobrevivir a la pandemia para la población desempleada, es evidente la incapacidad de las autoridades gubernamentales para hacer frente a esta problemática y garantizar una calidad de vida para los mexicanos, principalmente de los más pobres y vulnerables, pese a los cuentos y engaños con que se pretende maquillar la realidad con otros supuestos datos, y con informes tendenciosos instrumentados desde las mañaneras del presidente López Obrador.

Pero esta situación tiene un fondo más profundo, al que nuestro presidente no ha puesto la atención debida, por ello nos damos la tarea de reflexionar sobre la tesis que indica que un país que genera crecimiento económico, es decir, un país cuya productividad va creciendo, es un país que genera empleos, y no solo eso, ya que los salarios tienden a crecer cuando el país tiene alto crecimiento económico por varios periodos, de tal forma que estos empleos y el ingreso laboral que llega a los hogares se traducen en menos personas en la pobreza, de tal forma que, si al empleo le va bien, la pobreza se reduce.

Por lo tanto, se deduce que el mejor programa social para reducir la pobreza sería la generación de empleo, es decir que, si bien los programas sociales asistencialistas pueden ayudar a las familias a la satisfacción momentánea de algunas necesidades básicas, pueden incluso incidir en la reducción efímera de la pobreza; pero si no se garantiza el crecimiento económico y no hay generación de empleo, los programas sociales no serán suficientes para reducir la pobreza de manera sustantiva. Por otro lado, cuando al empleo en su conjunto le va mal, así como al ingreso que reciben las familias por su trabajo, es señal de que el país no va bien económicamente y una de sus manifestaciones es que la pobreza aumenta. Esto nos pasó durante 2020, y seguirá agravando cada vez más durante el 2021.

Derivado de lo anterior podemos argumentar que esto es resultado del modelo de desarrollo económico capitalista, mismo que ha sido fuertemente impulsado en México desde principios de la década de 1990, y que, aunque no lo reconozca, lo continúa impulsando veladamente López Obrador, encubriéndolo con argucias, pese a que esta verificado que en los efectos de este modelo en México un elemento fundamental es la agudización del desempleo, de la desigualdad y de la pobreza del país. Al respecto, cabe resaltar que la desigualdad es un factor resultante de la acumulación de las riquezas en ciertos grupos que limita la distribución del capital de forma equitativa, donde el modelo económico forma parte fundamental de ese efecto, por lo cual el capitalismo en México parece ser un impulsor de esa desigualdad, situación que se vislumbra en su historia y que se sigue reproduciendo en la actualidad, con la administración federal de morena.

La desigualdad en México es inducida por el modelo económico capitalista mediante un esquema que facilita la creación de instituciones permisivas de acumulación de riquezas y de políticas clientelares y patrimonialistas que causan una retroalimentación negativa principalmente entre la esfera de relaciones laborales y la educación, así como entre otros aspectos.

Al respecto, en pleno apogeo del sexenio reformador de la “Cuarta Transformación” encontramos una continua y desmesurada concentración de la riqueza en casos concretos como el de Carlos Slim Helú, y Emilio Azcárraga Jean, quienes siguen monopolizado gran parte de la actividad económica del país; mientras que por otro lado vemos como se patentizan desmedidos apoyos clientelares que han funcionado como placebos económicos con fines electorales, pero que no han hecho posible la reactivación económica que necesita urgentemente la población más vulnerable y desprotegida del país, esta población que está incrementando cada vez más, mientras que el presidente de la república parece no tomar conciencia de la catástrofe que se avecina, toda vez que mientras más pobres se produzcan en México, resultado de las políticas económicas deficientes implementadas por la actual administración, menos oportunidad de que la gente trabajadora y emprendedora pueda incorporarse a la fuerza laboral activa del país, única capaz de revertir y cambiar el rumbo de esta debacle, y única con el potencial de transformar nuestra realidad social. Quién tenga ojos para ver, que vea. 

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