La frase “enfermarse sale caro” resulta cierta, un ligero malestar de garganta, en estos tiempos en los que el clima cambia a cada rato, si queremos curarlo de manera rápida, nos cuesta no menos de 300 pesos en una farmacia que cuenta con servicio médico, y si esto lo llevamos a un tratamiento más delicado, ni pensar en los altísimos costos que representa mantener la salud.
El derecho a la protección de la salud se encuentra consagrado en el cuarto párrafo del artículo 4 de nuestra Constitución política y éste se debe procurar a través de servicios de atención integral para todas las personas que se encuentren en el territorio nacional, cuenten o no con seguridad social, pero ya sabemos que mucho de lo que está en nuestra constitución, está en discusión si se cumple o no, situación que no debería ser así.
Hoy, vemos que nuestro sistema de salud está en decadencia debido a las políticas de la 4T, de enero a mayo de este 2023, el gasto público en el sector de la salud en México sufrió una disminución, en comparación con años anteriores, de acuerdo con los datos de la propia Secretaría de Hacienda. Esto sucede en medio de una debilidad en los ingresos públicos y reportes de subejercicios en la Secretaría de Salud.
De acuerdo con información de El Financiero, la Secretaría de Hacienda Y Crédito Público (SHCP), señala que el gobierno encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador ejerció un gasto de 240,027 millones de pesos en el rubro de la salud entre enero y mayo de este año, lo que representa una caída del 10.8 por ciento en comparación con el mismo período del año anterior, aunque otras fuentes señalan que fue un 35 por ciento, esta disminución se da desde que, en 2007, Hacienda informa del gasto según la clasificación funcional; es decir en los cinco meses de este año el gasto público en salud fue del 11 por ciento de los más de 2.1 billones de pesos utilizados en ese período, quedando muy por debajo de otros rubros de gasto, como los 397,416 millones de pesos destinados a combustibles y energía.
Como sucede con los políticos, desde su campaña, Andrés Manuel López Obrador aseguró que uno de sus propósitos como presidente, era que nuestro sistema de salud fuera uno de los mejores del mundo incluso comparándolo con el de Dinamarca y luego así lo ha estado mencionando en sus mañaneras durante cinco años y aunque él sabe que para obtener un sistema así se necesita contratación de personal para atender hospitales, mejora de centros de salud y hospitales rurales, resolución del déficit de especialistas y abasto de medicamentos; esto ha sido todo lo contrario.
Recientemente, vemos médicos de 30 hospitales incorporados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) protestaron en distintas vialidades de la capital y del Estado de México en contra del programa federal IMSS - Bienestar, ya que, de acuerdo con los inconformes, la Secretaría de Salud (Sedesa) no respeta las prestaciones salariales que poseen y se niega a aumentar el sueldo que perciben, tragedias como la muerte de una niña en un elevador en el Hospital No. 18 del IMSS en Playa del Carmen, Quintana Roo el cual enciende las alertas sobre más accidentes por corrupción de titular del IMSS, desabasto de medicamentos ya que en México se invierte el 2.91 por ciento del PIB en salud, cuando lo que recomienda la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) es al menos el seis por ciento lo que da como resultado que durante los cinco años de este gobierno ha habido 45 millones de recetas sin surtir en el sector público.
Hoy, un parto por cesárea va desde 15 hasta 30 mil pesos, ya es de pensar tener familia, considerando que esto no es una enfermedad y si hablamos de las enfermedades, los mexicanos pobres, que somos mayoría, no podemos enfermarnos, ya que para el gobierno esto no es prioridad; que absurdo es, que ellos dicen ser “la esperanza de México”, pero han condenado a perder la esperanza de vivir a muchos enfermos porque no tienen recursos para un tratamiento que prolongue su vida.
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