MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Desastre educativo con PEF 2023

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En el contexto de un país profundamente afectado en el ámbito educativo por la pandemia y la recesión económica, nos encontramos ante un panorama que pronóstica un esfuerzo, cuando menos insuficiente, para subsanar las lamentables condiciones en que los docentes y alumnado se desenvuelven, cotidianamente, para tratar de recuperar los aprendizajes fundamentales perdidos que los expertos diagnostican desde tres años a 1.5 años escolares, en la cifra más optimista.

De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) la inversión en educación se proyecta con una asignación de recursos por 945 mil 11 mdp, lo que representará un aumento de 6.5 por ciento en términos reales en comparación con el monto que fue aprobado para 2022, pero dos por ciento menor en términos reales al monto aprobado en 2019, previo a la pandemia y mucho menor a la inversión histórica más alta del PEF 2015. Este dato inicial demuestra la tendencia negativa en el suministro de recursos para atender la educación, el mecanismo más efectivo de superación del país.

A pesar de que, en teoría, se habla mucho de la equidad educativa, los datos nos demuestran que en el presente ciclo un millón 698 mil estudiantes de educación básica y media superior abandonaron sus estudios y se observa la tendencia del doble de abandono educativo en varones que en mujeres.

A pesar de las múltiples discusiones y pronunciamientos en contra de las evaluaciones estandarizadas que la 4T ha impulsado desde diferentes foros, observamos que MEJOREDU, una evaluación estandarizada, se ha impulsado como el mecanismo para diagnosticar el estado actual del conocimiento de los alumnos en educación básica, pero sin recursos, son los estados los que han tenido que asumir los costos del proceso, solo en teoría, porque quienes finalmente asumieron dicho gasto han sido los padres de familia y escuelas con sus propios recursos; esto simboliza la poca importancia que se le da a este proceso que es prioritario para subsanar el rezago educativo galopante. En el PEF 2023 se observa una disminución del 23 por ciento del presupuesto para MEJOREDU, en un momento en que es urgente la atención a este rubro.

Lo mismo sucede con la profesionalización docente, que en la búsqueda de la excelencia educativa, que pregona la Nueva Escuela Mexicana, debería estarse impulsando desde el presupuesto federal, no obstante, el recurso destinado será casi exclusivamente para gastos operativos y en general los estados deberán asumir los costos de su preparación para enfrentar un tortuoso proceso de evaluación, donde miles se quedan en el camino por la exhaustiva tramitología que implica poder obtener una clave presupuestal o un incentivo.

Otro grave problema es la desigualdad educativa, que se ha agravado por la eliminación del Programa Escuelas de Tiempo Completo, el abandono de las estancias infantiles y, ahora, se plantea en el PEF 2023 que sean atendidas las necesidades que estos resolvían mediante el Programa La Escuela Es Nuestra, sin lineamientos precisos del cómo, cuándo y en qué cantidad precisa se atenderán. Además de que los recursos para el Fortalecimiento para los Servicios de la Educación Especial (FSEE), de los cuales, hasta la fecha, existe un subejercicio de al menos 433 mil mdp, solo recibe un incremento del 2 por ciento. y solo 0.25 por ciento del gasto público se destinará a la atención de las primeras infancias.

Y como es de esperarse, la mayor cantidad de recursos que se pretende aprobar serán para los programas estrella de la presidencia de México: Beca Universal para estudiantes de Educación Media Superior Benito Juárez (37 mil 554 mdp), Programa de Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez (34 mil 922 mdp), las cuales han sido fuertemente criticadas por emplearse como mecanismos clientelares para afianzar la permanencia de la 4T en el gobierno. Además de la Escuela es Nuestra, con 27 mil millones de pesos, el cual hasta la fecha no cuenta con lineamientos precisos de operación  que eviten la corrupción y la opacidad en el empleo de los recursos. 

La conclusión resultante de este desolador paisaje destaca lo poco prioritario que es para la cuarta transformación, la educación de los mexicanos, ¿Tal vez porque un pueblo educado es más difícil de manipular?, respecto a la inversión del PIB, México destina 3.6 veces menos por alumno en educación primaria y 3.9 menos en nivel secundaria, que el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Para todo ciudadano mexicano, esto debe despertar las alertas e impulsarnos a protestar por la inconsecuente y dañina aplicación de los recursos de la nación, debemos involucrarnos en el análisis y discusión de las condiciones educativas para exigir a este gobierno, que se decía diferente, a demostrar en los hechos que el impulso al desarrollo de nuestra niñez y juventud, así como la formación de los futuros profesionistas es una prioridad. 

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