Lo que ocurre en el mundo, un hecho gravísimo de intentar, mediante un plumazo, borrar de la mente de los pueblos el conocimiento de la cultura rusa, que es productora de científicos como Mendeleiev, creador de la tabla periódica de los elementos químicos; Lomonosov, uno de los descubridores de la ley de la conservación de la materia, o el matemático Lovachevsky.
También aportadores como Iván Pavlov creador de la corriente psicológica del condicionamiento clásico, o aquellos que hicieron posible el lanzamiento de la primera nave espacial y del primer hombre fuera de la atmósfera terrestre; de grandes músicos como Tchaitkovsky, o de literatos como Gógol, Dostoievsky y Gorky; genios políticos y filosóficos como Lenin, creador del primer Estado moderno (después del experimento de la Comuna de París) en manos del pueblo trabajador, un estado socialista.
Hay quienes intentan borrar a la cultura rusa mediante los monopolistas poseedores de inmensos recursos económicos y, por tanto, dueños prácticamente de todos los medios de comunicación disponibles en el mundo occidental, proscribiendo de hecho, no de derecho, todas las publicaciones rusas de las plataformas digitales, medios informativos e incluso de la Internet; obligando a países enteros a la toma de decisiones gubernamentales que constituyen verdaderas agresiones en contra de esa nación, así como la presión a organismos internacionales financieros, deportivos, culturales y hasta utilizando perversamente de manera política eventos de entretenimiento como los festivales de música para concretar la satanización y expulsión de todo lo que huela a Rusia, con el pretexto de que ésta invadió a Ucrania.
Pero este hecho, como queda claro para cualquier mente sana y desprejuiciada, no se trató de una invasión, de una ocupación del territorio como las que se vivieron en Irak, Afganistán, Yugoslavia o Libia por las fuerzas norteamericanas, sino de la realización, sí por la vía armada, pero con todo derecho o cuando menos con el mismo esgrimido por los Estados Unidos (EE. UU.) durante la crisis de los misiles en la década de los 60 del siglo pasado, de una acción defensiva para garantizar cuando menos la existencia física de su país ante la amenaza de expansión de la OTAN hasta la misma Ucrania que conllevaba, con toda seguridad, la colocación de bases misilísticas nucleares en las propias fronteras rusas.
Además, se trató de una operación especial de desnazificación de Ucrania necesaria para pacificar y acabar con la violencia desatada por el gobierno neonazi de ese país en contra la población rusoparlante que representa cuando menos el 40 por ciento del total, que habita fundamentalmente en la región del Donbas, denominados por aquel, según las propias palabras del presidente Bolodimir Zelensky, como una subespecie de la raza humana (eufemismo empleado para designarle la categoría de raza inferior, término empleado durante la segunda guerra mundial por Hitler y los supremasistas nazis), violencia desbordada desde 2014 cuando mediante un golpe de estado o revolución de colores, impulsado por occidente, derrocaron al presidente democráticamente electo por ser neutral militarmente y amigo de Rusia.
El fondo del asunto, a todas luces, es acabar con cualquier intento de formar un polo de desarrollo económico o de cualquier tipo de contrapeso a la pretensión de un único poder que domine a todo el mundo, del auto asignado papel de juez, ministerio público y policía mundial, que rija a su antojo y capricho sobre el resto de la población del planeta. Y un aspecto importante para poder lograrlo es evitar la identificación y hermanamiento de los pueblos, tanto al interior de sus fronteras como al exterior, con relación a otros pueblos, a través de su cultura.
Por eso es tan importante, diríase de vital importancia la cultura de los pueblos, pues es ella la que puede evitar, en un momento dado, ser desaparecidos del mapa, o esclavizados sin remedio. Por eso en Antorcha, se cultiva, promueva, difunde y masifica la cultura siempre, y cada año se realiza el evento más importante de su tipo, que es la Espartaqueda Cultural Nacional, que en días pasados fue clausurada.
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