En enero se da la llamada “cuesta de enero”, el periodo del año de mayor dificultad económica por la que atraviesan las familias. Se juntan, por un lado, gastos ineludibles de las familias y, por otro lado, falta de dinero suficiente en los bolsillos para afrontar dichos gastos, como los que implica el retorno de los hijos a la escuela, las deudas contraídas, el pago de servicios, de renta, de tenencia vehicular, de predial, etc., etc. La falta de dinero provocada por falta de empleo (y si lo hay, mal remunerado) y por los gastos de la época decembrina. Muchos especialistas aseguran que esta cuesta de enero es la peor en dos décadas. Las dos causas: por un lado, la inflación, o sea el incremento sostenido de los precios de productos y servicios, por otro, la alta tasa de desempleo formal de la Población Económicamente Activa (PEA).
El año que terminó, 2021, no fue para millones de familias humildes una época de felicidad, de descanso; aunque los medios de comunicación nos pintaron cuadros donde se ven a familias festejando entre comida en abundancia y regalos a los pies del arbolito de navidad. La realidad, la cruda realidad para las familias humildes es otra muy distinta: muchas se fueron el 24 y 31 de diciembre a dormir o sin cenar o con una cena frugal, sin regalos... Y esto, por la sencilla razón de que la situación de crisis económica que atraviesa el país, ocasionada por el régimen neoliberal de la 4T, golpea a las familias humildes deteriorando cada día su nivel de vida.
El ama de casa ve que todo lo que necesita para el hogar sube día a día, sube la tortilla, el huevo, el frijol, el tomate, objetos de limpieza, ropa, útiles escolares, etc. Y dicha observación, es correcta: El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó la inflación anual se ubicó en 7.36 por ciento. Lo que quiere decir, que el dinero, debido a esta alza de precios, ha perdido valor, poder adquisitivo. Este incremento sostenido en los precios de las mercancías es el más alto en los últimos 20 años. Ahora hay que esperar la inflación de este año que comienza, por lo que se pronostica será más alta aún que la del año viejo.
En cuanto a los salarios, diremos que la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASIM), el pasado primero de diciembre del 2021, anunció para este año un incremento a los salarios mínimos de un 22%, el cual pasará del actual 141.70 pesos a 172.87 pesos, lo que representa un aumento de 31.17 pesos. Y el salario mínimo en la zona fronteriza que solo incluye a 43 municipios, los cuales pasarán de 213.39 a 260.34 pesos. El incremento al salario mínimo es raquítico e insuficiente y será contrarrestado por la inflación del año que terminó y la de este 2022. Además de que este salario mínimo solo “beneficia” a una porción pequeña de los trabajadores, ya que la inmensa mayoría de los trabajadores tendrá que esperar a las revisiones salariales que se darán en enero y febrero de este año.
El desempleo, según el INEGI, alcanzó en octubre una taza de 3.9% de la PEA. Es decir, 2.3 millones de personas que no cuentan con empleo. Desafortunadamente esta cifra es muy discutible, ya que en ella no se incluye a millones de personas que trabajan en la llamada economía informal, lo que implica que no tienen un salario estable ni remunerativo y tampoco tienen prestaciones de ley. Este gobierno no ha sido capaz de desarrollar la economía para generar suficientes empleos formales.
A todo lo anterior debemos considerar la crisis de la pandemia por Covid-19, ahora con la variante Ómicron, altamente transmisible, no disminuye en nuestro país. No se ha terminado de vacunar a toda la población y la tercera dosis, de refuerzo, va lenta. López Obrador, pues, no hace nada serio por afrontar esta crisis pandémica y sólo se limitó a recomendar para la pasada época decembrina de que las familias se cuiden. Ahora vemos un importante repunte de contagios y una saturación de Hospitales.
Este año podemos decir que, debido al mal manejo del actual gobierno, nuestro país está en una triple crisis: la inflación económica, la falta de empleo y los bajos salarios. Las familias inician este año con la peor “cuesta de enero” en más de cuatro lustros. Es necesario un cambio de rumbo en el país. Se necesita un gobierno de los pobres y para los pobres que impulse la economía y garantice el bienestar de las familias de la clase trabajadora.
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