MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

CRÓNICA | La lucha por leche para Loma de San Miguel

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Dormitando aún en los asientos del camión, todavía con los pijamas de lagarto y los cabellos revueltos, recién lavados, acurrucados unos con otros para aprovechar el calor. Envueltos en las extensas faldas del vestuario femenino, esperan los puntuales.

Otras parejitas solicitan permiso para correr al puesto de tamales de la esquina y comprar la guajolota y su inseparable compañero, el champurrado, que permita romper el ayuno que provoca ya, a esta temprana hora, algunos apremios. Pero ya están listos, para su jornada de hoy, los bailarines y cantantes de los grupos culturales del Movimiento Antorchista.

El pueblo tiene una gran fortaleza y un gran poder, pero si ese pueblo es polvo social, partículas dispersas, no va a hacer nada nunca, sólo se la pasará quejándose, pero no hará nada para evitar la situación. 

En punto de las siete de la mañana, el camión inicia su recorrido; sin embargo, tiene que detenerse dos o tres veces porque el chofer, a lo lejos, ve correr, con vestuario en mano, a los rezagados con la angustia reflejada en el rostro, tratando de alcanzar el transporte.

No importa que, al abordar, la burla y la sonora rechifla de sus compañeros los haga sentirse un poco avergonzados, saben que hay una misión que cumplir y están dispuestos a soportarlo. En el fondo, tienen presente que su esfuerzo es necesario y vienen a hacer lo que les corresponde. Se deja entrever un germen de conciencia.

Loma de San Miguel es una pequeña comunidad enclavada en lo que es catalogada como la zona verde, en San José El Vidrio, municipio de Nicolás Romero, Estado de México.

Se sabe que la parte central y sus rancherías cercanas tienen por lo menos 136 años de antigüedad, aunque en algunos documentos históricos, como un plano de la región que data del año 1712, se menciona la existencia de un rancho llamado Joseph del Vidrio, posiblemente llamado así por la instalación de una fábrica de ese material en su territorio.

A pesar de su antigüedad, la comunidad continúa padeciendo las calamidades características de la mayoría de los asentamientos tradicionales: falta de servicios que ofrezcan a un pueblo milenario las oportunidades para desarrollarse plenamente, lo que refleja los efectos de una desigualdad económica y social propia de un sistema capitalista anárquico.

Producto de esas condiciones económicas y sociales y de la necesidad de la población, aunada a la toma de conciencia de algunos de los miembros de la comunidad, surge la inquietud de suministrar a las familias, generalmente humildes, una dotación de leche que en algo ayude a la alimentación de sus hijos.

Cierto es que en el centro estaba una lechería; sin embargo, por algunos impedimentos supuestamente burocráticos, esta no funcionaba.

Héctor Javier Álvarez Ortiz, dirigente del Movimiento en la zona, detalla en su participación la historia de este logro comunitario que primero tuvo que vencer el recelo natural de los campesinos:

“La construcción de esta lechería no fue nada fácil. Sabemos que el gobierno nunca nos va a regalar nada. Hoy estamos celebrando un aniversario. Debemos recordar que este logro significó mucho trabajo y esfuerzo de mucha gente, de muchas personas. 

La lechería del centro de El Vidrio ya se había construido, pero llevaba muchos años sin funcionar. Comenzamos a impulsar esta lechería y resulta que las autoridades tampoco la querían abrir; aquí llegamos a repartir leche sin tener lechería porque nos ponían muchas trabas.

Decían que no se juntaba la gente, que tenían que ir a El Vidrio centro, que ahí estaba su dotación… trabas y trabas. Pero decidimos unirnos y organizarnos, y a muchos de ustedes les consta que frecuentemente nos trasladamos a las oficinas centrales de Liconsa, allá en San Antonio.

Ahí hicimos un mitin para exigir a la autoridad la apertura de la lechería y de inmediato salieron a atendernos; pero no cumplieron lo que nos dijeron, y fuimos otra vez. El pueblo se unió, se organizó y fue a luchar para conseguir esta lechería. 

Y lo que conseguimos no fue nada más esta lechería; de inmediato, gracias a nosotros, a los que fuimos, a los que creyeron en nuestro proyecto, también se abrió la del centro del pueblo. Ese también es un logro nuestro.

Después, con mucho esfuerzo y sacrificio, compramos un terreno para ubicarla en la comunidad; después, vinieron a hacer los registros. Vale la pena recordar que ésta y también la de El Vidrio las logramos gracias a la unidad, a la lucha, al esfuerzo del pueblo organizado en el Movimiento Antorchista”.

Llegó el momento de la participación de los grupos culturales y de inmediato, ante los presentes, familias enteras de campesinos, se despliega toda la capacidad expresiva de la cantante y los bailarines, quienes, a ras del suelo, sin importarles las condiciones físicas ni climáticas, comparten con todos los presentes los frutos de sus horas de ensayos y preparación.

Es el momento en que los chicos comprenden que vale la pena comprometerse con la lucha de los humildes; entregan el esfuerzo contenido, almacenado pacientemente, y se recibe la satisfacción de observar las sonrisas y las miradas alegres de los asistentes.

El reconocimiento a su labor viene de inmediato de parte del orador principal del evento, acompañado de la recomendación que deben tomar en cuenta los presentes para resolver sus carencias:

“Los grupos culturales están aquí en un día de vacaciones y además en un sábado, y están para compartir con el pueblo lo que hacen. El pueblo paga la construcción de escuelas, los maestros, los directores, por lo tanto, los alumnos que estudian en escuelas públicas deben retribuirle a la sociedad lo que el pueblo hace por ellos. Nosotros fomentamos el arte y la cultura, hay talleres en nuestras escuelas. Si ustedes quieren, metan a sus hijos y así los alejan de los vicios. Nosotros ponemos el vestuario y a los maestros; ustedes ponen las ganas de sumar a sus hijos, primos, sobrinos, a estos grupos.

Tienen que seguir unidos y organizados; el pueblo tiene una gran fortaleza y un gran poder, pero si ese pueblo es polvo social, partículas dispersas, no va a hacer nada nunca, sólo se la pasará quejándose, pero no hará nada para evitar la situación. Si el pueblo quiere tener mejores condiciones de vida, tiene que organizarse y tiene que luchar, y aquí está el ejemplo”.

Al término del evento, después de haber compartido también el alimento, se reconoce que por hoy esta noble tarea ha concluido, que ahora es necesario continuar con la preparación disciplinada de cada uno en su área porque se requiere de su trabajo en las futuras celebraciones, en las necesarias movilizaciones de gestión o de defensa de los derechos del pueblo. Regresan sobre el viejo camino sin pavimento, pero acompañados por las palabras finales del evento:

“A seguir la lucha, lo que sea, por una pavimentación, otro centro de salud o si no hay médicos, hay que juntarnos, hay que organizarse y solicitar lo que se necesite. Aquí estamos nosotros para encabezar la lucha, siempre pacíficamente, porque eso dice la Constitución, pero también dice que el pueblo puede luchar, pelear y exigir lo que por derecho le corresponde”.

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