En las últimas fechas, la contaminación generada por Petróleos Mexicanos (Pemex) ha ocupado los titulares en los principales diarios del estado de Tabasco, e incluso en los medios nacionales, aunque por motivos relacionados más a su desempeño productivo como empresa paraestatal. Sin embargo, lo más preocupante para los tabasqueños es que, con ganancias económicas o sin ellas, la producción de desechos tóxicos que se fusionan con el aire que respiramos, el agua que bebemos o la tierra en que cultivamos no cesa.
Hace falta una investigación más profunda sobre la relación entre la contaminación de Pemex y la población con capacidades diferentes, pero los datos ya muestran que Tabasco ocupa el primer lugar en personas con discapacidad.
Motivado por esta situación, me encaminé a la comunidad de Simón Sarlat, municipio de Centla, un centro urbano localizado sobre la carretera Villahermosa–Frontera, para conocer el sentir de testigos de primera mano sobre el asunto.
Encontré a don Carlos en su silla, donde habitualmente se sienta a descansar del ajetreo de todo el día.
—Hoy me levanté a las seis de la mañana, amasé el pan y lo metí al horno, porque, como es la temporada del friecito, la gente consume más el pan con café por la mañana y por la tarde. Ya salí a vender y ya estoy descansando.
Tenía en brazos a su pequeño hijo de escasos dos años de edad que, inquieto por la inesperada visita, no dejaba de llorar.
—Pues sí, como le dije el otro día, aquí cerca de Simón Sarlat, como a cuatrocientos o quinientos metros, hay un pozo petrolero; en Caparroso hay otro; estamos rodeados por ocho o diez pozos petroleros. Este de aquí cerca no sé si siga trabajando, pero el de Zapotal sí está funcionando. Anteriormente, por el riesgo y por la contaminación, nos daban a cada vecino como 5 mil pesos cada año, y aparte Pemex se comprometía a hacer obra social en cada comunidad. Pero ya hace como quince o veinte años que no nos dan nada.
—Llévate al niño pa’llá, Estela —le dijo a su esposa, mientras ella extendía sus brazos, parada a corta distancia, escuchaba la plática y se involucraba con breves comentarios reforzando la opinión de su esposo.
—¿Que por qué están feas las calles? ¿Por qué no nos arreglan la luz, el centro de salud y las escuelas? Pues por eso, maestro; la gente ya no se preocupa por las obras, la gente quiere que le llenen los bolsillos de dinero, y como no hay quien le mueva y presione, pues ahí están las calles llenas de baches. Y ni obras ni dinero nos dan ahora. Antes, cuando venían los técnicos a darle mantenimiento al pozo, aquí los agarraba la gente y obligaban a la empresa a pagar, pero Pemex metió nuevos gasoductos en lugares más lejanos y, como ya nadie los ve pasar por aquí, ya no se sabe si funciona o no funciona el pozo. Lo que sí se sabe es que contamina y hace daño.
Medios impresos y digitales dieron a conocer recientemente que más de 128 proyectos prometidos por la paraestatal para paliar el impacto por la extracción de hidrocarburos han quedado sin cumplir.
El domingo 26 de enero, el diario Tabasco Hoy dio a conocer que el Programa de Apoyo a la Comunidad y Medio Ambiente (Pacma), “presentado como el estándar de responsabilidad social de Pemex, se ha convertido en un espejismo para Tabasco”.
Agrega que, entre 2018 y 2024, en pleno sexenio del tabasqueño, oriundo de Macuspana, Andrés Manuel López Obrador, más de mil 946 millones de pesos destinados a mitigar los impactos petroleros quedaron sin ejercer, “agravando los efectos de la contaminación y perpetuando la desigualdad en el estado”.
Carlos García Morales, de oficio panadero, continúa su plática mientras le da un sorbo a su café.
—El expresidente López Obrador nos enseñó a pelear el apoyo de Pemex porque toda la riqueza del estado se la están llevando y no dejan nada para los chocos. Él mismo encabezó la toma de pozos petroleros y obligó a que les dieran a las comunidades un apoyo; pero ahora resulta que él mero fue el que dejó de dar el bendito apoyo. Y peor todavía: él, junto con el gobernador Adán Augusto López, impusieron la Ley Garrote para que nadie se atreviera a ponerse cabrón y exigirles las obras o el efectivo para la gente. ¿Qué le parece, maestro? Un tabasqueño traicionando a sus paisanos.
Para poder operar y obtener la licencia social, Pemex propuso la aplicación del Pacma en el año 2012, programa que se formalizó en 2017; su financiamiento sería a través de una aportación del 1 % de los contratos mayores a 100 millones de pesos, con lo cual se atenderían las necesidades más apremiantes en infraestructura, salud, educación y medio ambiente.
La firma del documento de creación corrió a cargo del entonces director de Pemex, Carlos Morales Gil.
La charla continúa, pero ya el sol se ha ocultado y una brisa fresca se ha apoderado del ambiente. Unas viejas lámparas del alumbrado público iluminan aquí sí y allá no, con su luz mortecina, las oscuras calles del poblado Simón Sarlat, centro integrador con cerca de 3 mil 500 habitantes, que aglutina a otras nueve o diez comunidades.
—Otro de los problemas es la salud —afirma categórico don Carlos—. Aquí en Sarlat ya hay un preescolar con una matrícula como de quince o veinte niños discapacitados provenientes de aquí y de las comunidades cercanas. Y dicen que todos esos problemas los provoca la contaminación del aire y del agua por tanto químico que le echan los de Pemex.
Las autoridades registraron, de 2019 a 2024, 145 derrames en el mar y 2 mil 270 accidentes en instalaciones terrestres por parte de Pemex. Los municipios de Huimanguillo y Cárdenas han sido los más afectados, con terrenos agrícolas devastados y cuerpos de agua contaminados.
En el municipio de Paraíso, los pescadores se quejan de haberse visto obligados a abandonar la actividad de la pesca porque los peces están llenos de manchas negras y ya no sirven para el consumo humano.
En comunidades como Anacleto Canabal, perteneciente al municipio Centro, los niños y adolescentes padecen graves alergias y las familias tienen que hacer grandes gastos en médicos y medicinas.
—Hace como ocho o diez años explotó un pozo petrolero y hubo muchos muertos en Nacajuca; ahí sí se movió la gente. Yo recuerdo que en ese entonces se movilizó una mujer que después fue diputada, Verónica Pérez Rojas se llama, y era del Partido Verde. Con ese accidente se volvió a pagar los apoyos por un tiempo. Pero ahora, nada.
Para este 2025, todo parece indicar que las cosas van a seguir igual: apenas el 5 de enero de este año, los medios dieron a conocer que, por falta de operación de las criogénicas 1 y 2, que dejaron de funcionar desde octubre, la paraestatal está quemando gas sulfhídrico y azufre directamente, contaminando el aire en Ciudad Pemex.
“A través del Complejo Petroquímico en Ciudad Pemex, han estado regando con residuos de azufre la zona circundante debido a la inoperatividad de las criogénicas. Esto ha generado una grave amenaza para la salud y el medioambiente”, rezaba la nota de Tabasco Hoy. Y remataba: “Ya se han quemado 2.4 millones de metros cúbicos de azufre. Los residuos se esparcen a más de quince kilómetros de distancia”.
El caso de la tan publicitada refinería Dos Bocas se cocina aparte, ya que, como lo dio a conocer El Heraldo de Tabasco el 12 de enero del presente año, pese a la obligación existente de monitorear las emisiones al aire para cumplir con una de las condicionantes impuestas por la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) en el resolutivo expedido en 2019, a ocho meses de arrancados los trabajos formales de procesamiento de crudo, no cuenta con datos relacionados con las emisiones al aire resultantes de su labor industrial, argumentando que la infraestructura de la Nueva Refinería Olmeca aún se encuentra en proceso de recepción e instrumentación por parte de PTI Infraestructura de Desarrollo S.A. de C.V. (PTI-ID), responsable de la construcción, a Pemex Transformación Industrial.
—No sé si esto tiene que ver con la contaminación, pero aquí en Sarlat hay como tres niños con distrofia muscular. Nacen normales y, de repente, sus músculos dejan de funcionar. Los doctores les dan una esperanza de vida de quince años. Hay un muchacho de catorce años con silla de ruedas eléctrica que los padres de familia autorizaron que se le comprara con el dinero del programa “La Escuela es Nuestra” porque el DIF no le resolvió—asegura don Carlos.
—Además, me he enterado por chismes que dos parientes cercanos, tíos míos por parte de mi mamá, tienen cáncer; uno se entera por ese tratamiento que hace que se les caiga el pelo. ¿Cómo se llama, Estela?
—Quimioterapia— respondió ella desde la cocina.
—La gente, por pena o vergüenza, no dice qué es lo que tiene, pero uno se entera.
Hace falta una investigación más profunda sobre la relación que hay entre la contaminación de Pemex y la población con capacidades diferentes; sin embargo, no es casual que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2023 del INEGI, dada a conocer a fines del año pasado, Tabasco ocupe el primer lugar en población mayor de cinco años viviendo con alguna discapacidad. Le siguen Oaxaca (8.8 %), Veracruz (8.0 %), Campeche (7.4 %), Yucatán (7.7 %), Quintana Roo (6.3 %) y Chiapas (5.9 %).
—Aquí no hay de otra, maestro. Los que le hacemos la lucha para entender qué está pasando nos damos cuenta de que no hay un partido que nos defienda. La gente siempre confía y siempre la engañan. ¿Ya ve lo que hizo Obrador? La gente siempre espera que alguien le diga qué va a hacer y hacia dónde ir. No se da cuenta de que, si todos nos unimos y exigimos que nos cumplan, el gobierno nos tiene que escuchar. No hay que tener miedo. Los que padecemos los problemas somos los que vivimos aquí y aquí nos vamos a quedar para siempre; entonces, lo que hay que hacer es unirnos con los que son iguales a nosotros y luchar por nuestros derechos —concluyó don Carlos.
Cuando por fin me despedí de él y de su esposa, el niño en sus brazos dormía plácidamente. Las calles lucían solitarias y silenciosas, y pude rápidamente incorporarme a la carretera con rumbo a Villahermosa.
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