Quiero compartir con ustedes mi experiencia en la gira por Baja California, que fue algo verdaderamente inolvidable para mí.
Nunca imaginé que tendría la oportunidad de viajar en avión, conocer los lugares que conocí, probar las diferentes comidas. Todo esto y la diversidad de emociones que experimenté durante el viaje fueron simplemente increíbles.
La gira por Baja California fue una experiencia transformadora que permitió sentir el impacto de nuestra labor como artistas antorchistas, comprometidos con la lucha por un mundo más justo.
Al llegar a Tijuana, nos recibieron con los brazos abiertos los compañeros de la región, quienes nos atendieron de manera excelente y nos hicieron sentir como en casa. Sin embargo, al recorrer las calles de la ciudad no pude evitar sentir una profunda empatía por las personas que viven en condiciones difíciles.
Es claro que hay mucho trabajo por hacer y que nuestra organización puede hacer una gran diferencia en la vida de estas personas.
Quiero expresar mi agradecimiento a las diferentes autoridades, a los compañeros activistas, responsables y líderes del trabajo antorchista en Baja California por brindarnos la oportunidad de presentar nuestro espectáculo en sus tierras. Al igual decir que fue un privilegio el poder compartir nuestro arte con ellos y aprender de sus experiencias.
Hemos tenido la oportunidad de presentarnos en diferentes lugares, desde teatros hasta calles y canchas, etcétera. Esta ocasión tocó presentarnos en teatros.
El primer día nos presentamos frente a jóvenes de secundaria, padres de familia y maestros, el segundo día nos presentamos en el Cecut, antes de iniciar nos compartían fotografías donde había filas de gente afuera del gran recinto esperando formados para poder vernos, el tercer lugar fue en el Ceart, en Ensenada, y el cuarto lugar en el Teatro del Estado en Mexicali.
Aunque cada lugar tenía su propio encanto, lo que más me impactó fue la conexión que logramos establecer con el público. Definitivamente no hubo una función para mí en la que las emociones no me hayan invadido por completo, llegando a un punto en que no pude contener las lágrimas, ya que siempre traté de entregar todo en el escenario y me dejé llevar por la energía de los demás y sus reacciones, llenándome de una profunda conexión con el público que me superó.
En Ensenada, por ejemplo, bailamos muy cerca de la gente y pudimos ver sus expresiones y compartir sus emociones. Lo que se me hizo muy conmovedor fue que al finalizar nos regalaron una rosa a cada uno de los bailarines.
Al entonar las consignas, no tenía voz para poder decirlas en voz alta, las lágrimas de felicidad y la falta de voz, por la adrenalina y demás sensaciones que me invadían en ese momento, fueron invaluables.
Quiero agradecer profundamente a todos los compañeros de Baja California por darnos estas magníficas experiencias. Han sido verdaderamente enriquecedoras y me han motivado a seguir contribuyendo con la tarea fundamental del artista antorchista: educar, sensibilizar y politizar al pueblo a través del arte.
Estas anécdotas y aprendizajes las llevaré conmigo siempre, no sólo en mi corazón, sino también en mi memoria. Me servirán como motor para seguir adelante y recordar que nuestra organización cuenta con personas que nos apoyan incondicionalmente, porque eso es en cualquier lugar donde se encuentre el Movimiento Antorchista, la unión y la fraternidad siempre estará.
Hoy más que nunca estoy comprometida con seguir contribuyendo a nuestra organización. Quizás ahora como artista, pero estoy segura de que juntos podemos hacer una gran diferencia en la vida de las personas y construir un mundo más justo y equitativo, con más posibilidades y mejores condiciones para quienes más lo necesitan.
Seguimos adelante, unidos y comprometidos. Gracias, compañeros de Baja California. Gracias, Antorcha. Gracias por la lucha y la inspiración.
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